A los dirigidos por el eterno Maestro Tabárez le costó mucho quedarse con la victoria en su debut ante Egipto. José Giménez enmendó de cabeza lo que se cansaron de fallar Suárez y Cavani. Fue 1 a 0, y Salah lo miró desde el banco.

“Goool… Uruguay nomá”, gritó Oscar Tabárez cuando José María Giménez puso las cosas en su lugar con un cabezazo a los 44’ del segundo tiempo. Es que qudaban chirolas de tiempo y su equipo se quedaba con las manos vacías después de contar con innumerables posibilidades de gol.

El infalible Luis Suárez, hoy fue falible. Demostró ser humano cuando tiene un arco rival enfrente. Y abocando a Tusan, avisó que “puede fallar”, aunque esa posibilidad sea de las menos. La primera la tiró afuera, la otra le reventó la pierna al arquero, y después lo quiso gambetear. Ninguna atravesó la línea de cal.

Para colmo, el plan B charrúa, Edinson Cavani, tampoco estuvo del todo fino. Aunque, vale la salvedad, más por mérito ajeno y cuestiones del azar, que por errores propios. Un tiro libre ejecutado con gran calidad dio en el palo, y una tremenda bolea hizo figura a Ahmed el-Shenawy, que a mano cambiada evitó la caída en su valla.

Seguramente, la presencia en los 90’ de Mohamed Salah en el banco de suplentes le quitó gran porcentaje a las posibilidades del equipo dirigido por Héctor Cúper.

El desahogo oriental no fue para menos. Porque además de sumar los tres puntos ante el rival más complicado del grupo A, quebró una racha adversa que lo perseguía desde 1970, cuando ganó por última vez un partido en su debut en la Copa del Mundo.

Por eso fue que ante el agónico grito de gol, el ex entrenador de Boca hizo caso omiso al bastón que lo ayuda a caminar, y lo festejó como uno más.

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