Dentro de uno está el universo, son las conferencias que dio el pintor Juan Grela G. durante 1985 en el ex Centro Cultural Bernardino Rivadavia. Se trata de un ciclo de cuatro charlas que fueron recuperadas en cassettes, luego transcriptas y corregidas por su hijo Dante, quien reunió ese material inédito para hacer posible este libro, publicado por Iván Rosado en 2017, y que forma parte de la Serie Maravillosa Energía Universal, colección que lleva publicados varios títulos dedicados a los artistas de la ciudad.

“Voy a hablar sobre cómo he trabajado a lo largo de mi vida”, son las palabras iniciales de estas clases magistrales en las que Grela irá desandando un camino de aprendizaje continuo, aun en los desaciertos, y sobre todo, en las crisis existenciales en las que el artista pone en juego sus creencias religiosas, su ideología política, su modo de entender el arte. En suma, una cosmovisión del mundo y de su lugar en el mundo como un “trabajador de las artes visuales”, como se definió siempre.

Juan Grela nació en la provincia de Tucumán en 1914 y diez años más tarde se radicó en Rosario, ciudad en la que transcurrió toda su vida, hasta su muerte en 1992. Grela desarrolló su vasta obra dentro de las más variadas técnicas de la pintura, el dibujo, el grabado, el collage y la pintura mural, por fuera de los centros académicos. Fue un autodidacta toda su vida. En su juventud coleccionaba las láminas de Miguel Ángel, Botticcelli, Leonardo, Mantegna, El Greco, Durero que extraía de la revista Para Ti. También estuvo a punto de morir asfixiado, él y su inseparable compañera Aid Herrera en un accidente doméstico al intentar manipular ácido nítrico para incursionar en xilografía y el grabado, porque no tenía suficiente dinero para formarse en esa técnica.

De su relación temprana con la pintura Grela cuenta su paso por la Mutualidad de Estudiantes y de Artistas Plásticos de Rosario, uno de los proyectos culturales más progresistas y ambiciosos de la época, que dirigía el mismísimo Antonio Berni. “Éramos todos Bernis chicos, pintábamos igual, igual que el maestro”. Y agregó: “Nadie tiene que tener vergüenza de la influencia de su maestro. A través de la historia del arte lo que se ve es que el hombre aprende del hombre. Alguien que quiere pintar y no tener influencia de sus maestros está equivocado, porque está soslayando un problema humano inevitable”.

Contemporáneo de Vanzo, de Schiavoni, de Hilarion Hernández Larguía, fue amigo de Elizalde, con quien además compartió en la adultez clases de coro. La breve incursión de Grela en la música fue tan reveladora para su desarrollo como el descubrimiento del compás áureo, el talismán que llegó de la mano del artista plástico uruguayo Joaquín Torres García, al que Grela conoció solo a través de su célebre libro “El universalismo constructivo”.

En estas cuatro charlas Grela expresa una forma de concebir al arte, desde el lugar y la época que le tocó transitar sin abstracciones, sino situado en su tiempo y comprometido con su realidad concreta, social e individual, consciente de su condición, de sus privaciones económicas, llevando la experiencia creativa hasta el límite de sus posibilidades.
“El hombre es realmente lo que es en función del medio en donde se cría. No puedo hacer una pintura como un europeo que tiene tantos siglos de pintura que lo respaldan y le dan aportes. Tengo que hacer pintura en una ciudad que tiene determinados años, con una cultura que en su momento fue hecha pedazos para imponer otra”, afirma Grela en sus conferencias.

Dentro de uno está el universo es un texto provechoso para cualquier aficionado a la pintura, y casi imprescindible para los aspirantes a las artes plásticas. Pero sobre todo es un texto lleno de emociones reales, vividas, para todo aquel que quiera indagar en la formación de un artista auténtico.

Como parte de la historia cultural de Rosario el mensaje de Grela, hoy recuperado en este libro, es que el arte no es patrimonio de las élites ni un eslogan de gobierno, sino que forma parte de la historia viva de una comunidad. No hay artista sin panadero, sin tornero, sin médico, sin albañil, pero tampoco hay artista sin la búsqueda de una verdad que le sea propia, fiel, un estilo, la forma de uno dentro de la obra, como parte del universo.

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