El bluesman rosarino prepara su cuarto disco y repasa lugares de la ciudad, canciones y socios en la ruta. El cantante, también es integrante de Talindo, un trío que despliega un repertorio de música, humor y fantasía para chicos y grandes.Hacedor de canciones que recrearon historias y rincones de la ciudad, como Blues del Saladillo, Yo nací en Rosario, Brown y Pueyrredón, y Barrio Chino, Juan Carlos Vitantonio, conocido en la jerga del rock y el blues como Caburo, sigue militando los escenarios y por estos días prepara la grabación de su cuarto disco, siempre acompañado por una troupe de músicos del palo y con el espíritu grupal intacto.

Vitantonio fue integrante en la década del noventa de la Rocanblús, junto a Bonzo Morelli, y tiempo después creó bandas en torno a composiciones propias que describían lugares emblemáticos de la música y la bohemia, historias cotidianas y existencialistas. Siempre con sentido del humor y de pertenencia.

“Nunca fui solista, siempre estuve rodeado de compañeros”, subraya el intérprete, que desde hace un década también es uno de los integrantes de Talindo, un trío musical que gira por diversos espacios con una propuesta que apunta a lo infantil y lo lúdico.

En diálogo con El Eslabón, en una charla que se desarrolla en un minimarket de Corrientes casi esquina Rioja, que ya hace un tiempo se transformó en su segunda casa, este músico de 68 años, descendiente de italianos y árabes, recuerda cuando amigos suyos en su adolescencia lo bautizaron a propósito de sus ya prominentes cejas: “Mirá, igual que Caburito”, dijeron, en referencia al personaje de la historieta argentina de la década del 60. Ya como Caburo, se convirtió con el tiempo en un eslabón de una generación de músicos de blues y rock local. Por estos días, después de 40 años de subir a los escenarios, el bluesman rosarino está a punto de grabar su cuarta producción discográfica. Material que necesita madurar en el tiempo. “Un disco que nació de ensayos y creaciones, y que fue creciendo”, dice, y admite que grabar nunca fue un apuro. Al fin y al cabo, Caburo es parte de una generación que no tenía acceso a los estudios de grabación tan fácilmente: Blues del Saladillo, de los primeros del género en Rosario, lo compuso en 1976 y recién lo plasmó, en el segundo disco de Caburo Blues, más de un década después. Eso sí, lo tocó en infinidad de reductos y escenarios.

“Lo único que es todo mío son las letras, aunque en este nuevo disco va a haber una composición de Willy (Echarte)”, apunta sobre el guitarrista que lo acompaña en su banda y que integra desde hace años el grupo Vudú. “La formación se completa con Pupe Barberis en batería, Pachi Castaño en bajo y Alejandro El Farra Florio como stage manager”, detalla Caburo.

De adolescente, Caburo era de pasar horas en los bares mientras escribía poesía. “Muchos bares como la Buena Medida, el viejo El Cairo. Algunos se han transformado en mi segundo hogar, como este mini en el que estamos hablando, que tiene profundidad, tiene canutos, historias de vidas”, dice con picardía. Uno de esos reductos fue el emblemático Chicago Blues, un espacio de zapadas que sirvió como un lugar de resistencia musical, y que inspiró otro tema de Vitantonio: Brown y Pueyrredón.

“Yo tenía un programa de radio y había creado un club de blues. Un día estaba organizando un evento y salgo a repartir volantes con las direcciones que tenía, y miro un cartel que decía «Chicago Blues», y clavé los frenos. Entré y estaba uno de los socios, y el loco me dice: «Venite cuando esté el Negro». Fue uno de los primeros que me dio publicidad en mi programa, empezamos a hacer shows y zapadas. Cuando el Negro murió, nadie lo pudo reflotar al boliche. Recuerdo que él se tomaba el trabajo de preguntarle a los vecinos si le molestaba el sonido”.

Chicago Blues cerró a principios de los 2000, en épocas donde también finalizaba el proyecto de la Rocanblús, que había nacido en los primeros años noventa. “Componíamos con el Bonzo (Morelli) y hay temas que sigo tocando, como Bye bye blues y Baboso. Fue gracioso como nos conocimos con el Bonzo: nos habían dado un laburo por separado en un boliche. Mientras nosotros hacíamos unos temas, había una mina que se colgaba de una soga en bolas. Era muy difícil cantar sin dejar de prestar atención a ese show”, dice entre risas.

Un himno del sur
Con Blues del Saladillo, el experimentado músico pintó esa aldea en la zona sur de Rosario. Dice que piensa vivir allí. Y como pasa con otras de sus canciones, afloran historias. “Pasé lindos momentos en Saladillo. En realidad nací en Ayacucho entre Cochabamba y Pellegrini, que era la casa de mis abuelos paternos. Después con mis viejos nos fuimos a San Martín de los Andés, y volvimos a Rosario a vivir a una casa de Ayacucho al 4900. Un día estaba en la puerta de mi casa y pasa un amigo del barrio en short, que no era usual en esa época. Y cuando le pregunté a dónde iba, me respondió: «A las Quebradas». Yo no conocía, me dijo que había un balneario. Eran como la quebradas de Córdoba pero acá en Rosario.

Caburo y Caburito
No sólo de blues vive el hombre. Junto a Alejandra Zambrini y Rodrigo Abecasis, Caburo integra Talindo, un espectáculo para niños y niñas con el concebido guiño a los más grandes. Por eso no sorprende escuchar de entre los más experimentados “¿Ese es Caburo?”. Sí, efectivamente, con la visera de la gorra de costado, y tocando la percusión, allí también se cultiva el humor y la faceta más teatral y lúdica. “Yo soy el gordo del que se tienen que reír, si no pasa eso, algo está fallando”, cuenta entre risas.

Foto: Andrés Macera

“No se puede ser guitarrista, blusero, y macrista”
Caburo no tiene medias tintas a la hora de analizar el momento sociopolítico actual. “No sólo Mauricio Macri, sino su padre y sus relaciones con el poder, siempre fueron destructoras de nuestro país, por su poderío económico. Yo realmente creo eso. Yo me jubilé con una moratoria de Cristina Fernández de Kirchner. Tengo 40 años de músico, no te das idea de los tipos que me han cagado, que me quisieron arreglar con el pancho y la coca. Así que me la tengo bien merecida a esta jubilación. Y casualmente están destruyendo a los jubilados. Yo cobro dos mangos, y encima leo noticias que son horrorosas, onda que a los que tienen jubilaciones por moratoria le van a descontar, cualquiera. De todas maneras, la mejor definición la escuché de Luis Landrisina, cuando dijo que poner un neoliberal en el gobierno es como poner un perro a cuidar el asado (risas). Darle la posibilidad de que manejen las cuentas a los neoliberales es dejarlos que te garquen, así de corta. Y otra cosa que me molesta mucho es que un artista sea macrista. Encima conozco a un guitarrista blusero de Buenos Aires, que lo tuve que borrar del Facebook porque me ponía verde: guitarrista, blusero y macrista, yo te repudio, está para una letra”.

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