La sensación es de hartazgo, tras tantos años de políticas represivas, con un estado que reparte la riqueza de una manera cada vez más injusta y que utiliza la violencia terrorista con total impunidad.

Pero esta vez, en medio de una violencia que no cede sino que recrudece, se vislumbra una salida algo más progresista, de centro-izquierda que sin ser revolucionaria podría, sin embargo, romper con la hegemonía de la derecha servil a los intereses de EEUU.

Las encuestas dan primero, con una intención de voto de hasta el 49 por ciento, a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, que reúne al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Encuentro Social (PES). Es una mezcla de progresismo con algunos elementos conservadores, pero para muchos sería un avance, pequeño, pero un avance tras tantos años de una derecha violenta y corrupta.

En segundo lugar, con el 27 por ciento de intención de votos según las encuestas, se ubica el conservador Ricardo Anaya, de la Coalición Todos por México, que reúne al gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), Nueva Alianza, y Verde Ecologista.

En tercer lugar, con el 21 por ciento, se ubica el oficialista José Antonio Meade, que encabeza la coalición Por México al Frente, que reúne el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Movimiento Ciudadano (MC), y el Partido Autonomista Nacional (PAN).

Es el tercer intento de AMLO de convertirse en presidente de México. Y el establishment está dispuesto a impedírselo una vez más. Por las buenas o por las malas, como ya lo hizo antes.

“No hay que confiarse. La mafia del poder existe y los jefes están desesperados. Es indispensable el voto masivo, que el triunfo sea contundente y que podamos decir tengan para que aprendan”, señaló el candidato que encabeza las encuestas.

Por su parte, la presidenta nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, aseveró que “esta elección está definida, está decidida, no queremos que con manejos y manipulaciones quieran hacer otra cosa, la única manera de remontar la ventaja es con fraude, y no se los vamos a permitir”.   

“Grandes empresarios que chantajean a sus trabajadores, medios hegemónicos que falsean la realidad y la corrupta maquinaria institucional, electoral y de compra de votos del oficialismo corporativista del PRI se alían para tratar de impedir la victoria de la centroizquierda en México en las elecciones presidenciales del próximo domingo”, denunció el antropólogo y economista mexicano Gerardo Villagrán del Corral en el sitio Estrategia.

Villagrán del Corral recordó además que a principios de 2017, Cambridge Analytica (CA), que utilizó información personal de los usuarios de Facebook para “dirigir” el resultado de las elecciones en EEUU, se acercó al PRI para ofrecerle un plan a favor de Meade.

El plan, denunció Villagrán del Corral, le costaría poco más de siete millones de dólares al PRI, según informó oportunamente el diario estadounidense The New York Times (“Los recursos del PRI en las presidenciales: de Cambridge Analytica a la politización de la justicia publicada”), donde afirma que “ante muy malos números en encuestas para el voto presidencial”, Cambridge Analytica le ofreció ayudar al PRI a ganar tal como lo había hecho con Donald Trump. La propuesta fue plasmada en 57 páginas que redactó la compañía y a la que tuvo acceso el NYT.

AMLO es el único candidato que habla de “soberanía alimentaria” y que analiza las raíces sociales de la violencia y la inseguridad. Denunció el bajo nivel de los salarios y prometió promover un más fácil acceso a las universidades.

Pero para tranquilizar a las franjas más conservadoras del electorado, y volverse menos demoníaco para los medios de derecha, se alió al Partido Encuentro Social (PES) evangelista y opuesto al aborto (como una buena parte de la población y los partidos políticos) y, además, le prometió al Ejército no revisar la ley de seguridad nacional, votada en diciembre de 2017. Esta norma, que permite la presencia de militares en las calles para realizar tareas de seguridad interior, es rechazada por amplios sectores de la población y organismos de derechos humanos. Incluso provocó la preocupación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Pero como suele suceder, estas concesiones no tranquilizaron al insaciable empresariado, que siguen viéndolo como un demonio “populista”. Por esas cosas de las culturas y los códigos particulares de cada país, los grandes industriales mexicanos demonizan a AMLO diciendo que es “populista como Trump”, a quien detestan con pasión.

Al mismo tiempo, también corren a AMLO por izquierda. En las redes sociales circulan posteos que dicen “Morena, la derecha disfrazada de izquierda” junto a caricaturas que muestran desconfianza hacia el candidatode izquierda y lo acusan de traicionar sus ideales.

Una pesada herencia para el próximo presidente

Por esas cosas de los medios hegemónicos y las campañas de prensa, el actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, no es un demonio famoso, ni tristemente célebre, ni está en boca de las ciudadanas y los ciudadanos del mundo, ni de las republicanas y los republicanos que cuidan con celo la limpieza de las instituciones democráticas desde los más remotos rincones del planeta.

En su tierra, sin embargo, la gestión del actual mandatario mexicano tiene el 80 por ciento de rechazo. La violencia, la corrupción, y la impunidad con la que se cometen estos y otros delitos están entre las principales preocupaciones de las mexicanas y los mexicanos.

Peña Nieto se vio involucrado en resonantes casos de corrupción y violación de derechos humanos. Su gobierno encubrió la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, ocurrida entre el 26 y el 27 septiembre de 2014. Los alumnos fueron atacados por agentes de la policía municipal en el marco de una acción represiva conjunta de la que participaron agentes del estado y bandas criminales, con la complicidad de autoridades políticas y judiciales.

Además de los estudiantes desaparecidos, hubo nueve muertos y 17 heridos. Lejos de esclarecerse, el hecho develó una oscura trama de complicidades en la que la frontera entre el Estado y el narcotráfico aparece desdibujada.

La masacre de Ayotzinapa es apenas un ejemplo de la violencia y la impunidad que padece el pueblo mexicano. En México se aplica a pie juntilla el paradigma de mano dura importado desde EEUU, especialmente en la denominada lucha contra el narcotráfico. Y los resultados son catastróficos. Cada vez más violencia, y más narcotráfico.

En 2017 se produjeron 29 mil asesinatos en ese país. Solo en mayo de 2018 se registraron 2.890 homicidios, unos 92 crímenes por día. Esta es apenas parte de la pesada herencia que recibirá el próximo presidente de México.

Este domingo 1 de julio se vota, además de presidente, diputados, senadores, legislaturas, alcaidías, y nueve gobernaciones.

El nuevo mandatario será electo por mayoría simple y sin segunda vuelta. Los resultados se darán a conocer el próximo lunes. La violencia se hizo presente durante la campaña electoral.

132 dirigentes asesinados durante la campaña electoral

Según la empresa consultora Etellekt, al cierre de esta edición, 132 políticos fueron asesinados desde que comenzó la campaña electoral.

El último caso se produjo el lunes 25 de junio, cuando fue asesinado el candidato de Morena  a una diputación local en Oaxaca, Emigdio López Avendaño.

El director de la consultora Etellekt, Rubén Salazar, dijo que el 80 por ciento de los asesinatos y agresiones registradas son en contra de candidatos o autoridades que aspiran a cargos a nivel municipal.

“Más allá del tema de inseguridad que está presente, también hay un problema de gobernabilidad que está impactando sobretodo en el ámbito municipal. Nos parece que a futuro este nivel de gobierno va a requerir una atención especial, de urgencia”, señaló Salazar.

Son más de 350 los municipios en México donde se encuentra “bien focalizado” este fenómeno: “estamos hablando de municipios con una gran importancia en términos de padrón electoral y de población.

El conteo que realiza Etellekt da cuenta de los hechos de violencia política que suceden desde el 8 de septiembre del 2017 a la fecha. De los 132 políticos asesinados durante este período, 28 eran precandidatos y 20 más candidatos registrados.

Para la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la violencia política en México ha alcanzado niveles nunca antes vistos y representa uno de los desafíos en el actual proceso electoral.

Las 28 organizaciones de la sociedad civil que participan en el Fondo de Apoyo a la Observación Electoral (FAOE) de la ONU expresaron su preocupación y consideraron que los partidos participan en diversos grados y formas de dicha violencia. “Estamos conscientes de los desafíos que enfrenta México en estas elecciones; por nombrar algunos, la violencia política electoral, que alcanzó niveles jamás vistos en elecciones anteriores, señaló Giancarlo Summa, director del Centro de Información de la ONU para México, Cuba y República Dominicana.

El director del centro de información destacó que votar “en elecciones libres y democráticas” es un derecho humano fundamental, por lo que invitó a los ciudadanos a ejercerlo, y puntualizó que la ONU no hace una observación directa de los comicios, sino que acompaña a la sociedad civil y le abre espacios.

Por parte de las organizaciones que integran el fondo de apoyo, Beatriz Camacho, de Alianza Cívica de Nuevo León, alertó de “compra de votos, violencia política y corrupción”.

Liliana Caballero, oficial de Incidencia Política en Elige, Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, indicó que “hoy el ejercicio democrático no está respaldado por condiciones justas e iguales”.

Fuente: El Eslabón

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