EEUU puso en marcha sus anunciados aranceles por decenas de miles de millones de dólares a numerosos productos chinos. Pekín lo denunció como “la mayor guerra comercial de la historia económica” y replicó con una medida similar.

La guerra económica entre Estados Unidos y China pasó de las amenazas y anuncios a los hechos. Este viernes 6 de julio entraron en vigor los derechos aduaneros punitivos decididos por el presidente estadounidense Donald Trump, sobre un total de 34.000 millones de dólares de importaciones chinas, que incluyen automóviles, discos duros o componentes de aviones. Pekín lo consideró el inicio de “la mayor guerra comercial en la historia económica”, y avisó que estaba “obligada a tomar las contramedidas necesarias» para “defender los intereses fundamentales del país y de su población”, según señaló en un comunicado el ministerio chino de Comercio. Poco después, puso en marcha aranceles del 25 por ciento sobre bienes estadounidenses por un valor de 34.000 millones de dólares anuales.

La medida de la Casa Blanca que entró en vigor este viernes 6 de julio había sido anunciada el 15 de junio pasado. Los aranceles de Washington corresponden al 25 por ciento del valor de múltiples importaciones procedentes de China, el equivalente a 50.000 millones de dólares al año.

El impuesto entró efectivamente en vigor este viernes a las 00:01 sobre 818 productos por valor de 34.000 millones de dólares, y se extendería al resto en las próximas dos semanas.

El gobierno estadounidense ya había anunciado esta intención a finales de mayo, alegando una protección a “las tecnologías y la propiedad intelectual nacional industrialmente significativas” contra su “transferencia no económica” a China.

En tanto, la réplica de Pekín fue la introducción del mismo porcentaje arancelario por el mismo valor monetario a varias mercancías estadounidenses, entre ellas, soja, aeronaves y automóviles.

El primer ministro chino, Li Keqiang, vaticinó en Sofía que nadie se beneficiará de una guerra comercial y señaló que ese tipo de conflicto obstaculiza el comercio mundial.

En una conferencia de prensa tras reunirse en Sofía con su homólogo búlgaro, Boiko Borisov, Li afirmó que China nunca hubiese iniciado una guerra comercial con nadie porque no es una solución razonable.
Pero si algún país decide subir los aranceles, “entonces aplicamos medidas para defender nuestros intereses”, resaltó, según publicó la agencia EFE. Y sentenció que “nadie ganará ninguna guerra comercial. Nadie saca provecho de ella. Tal guerra obstaculiza el proceso multilateral del comercio mundial”.

Li aseguró que China defenderá los intereses legales de las compañías presentes en el país, sin importar su origen, y garantizará un constante y estable crecimiento económico.

“Las medidas de EEUU están atacando esencialmente las cadenas mundiales de suministro y de valor. En palabras simples, EEUU está abriendo fuego contra todo el mundo, incluso contra sí mismo”, había declarado un dia antes Gao Feng, el portavoz del Ministerio.

Desde el Ministerio han denunciado el “bullying comercial” de Washington, que presiona a sus socios comerciales con amenazas arancelarias, y va en contra de los tiempos actuales.

El Ministerio de Comercio de China también exhortó a todos los países a aunar esfuerzos contra el proteccionismo comercial y apoyar el multilateralismo.

Según un reporte de la agencia AFP, Washington podría ir más lejos. Donald Trump ha pedido a Robert Lighthizer que “identifique 200.000 millones de dólares de bienes chinos con vistas a aranceles suplementarios del 10 por ciento”.

Estas medidas podrían pues elevar a 450.000 millones de dólares el valor de los productos chinos gravados, es decir la gran mayoría de las importaciones que llegan a Estados Unidos desde el gigante asiático (505.600 millones de dólares en 2017).

La entrada en vigor de estos aranceles marca el fracaso de meses de negociaciones entre las dos mayores economías del mundo, y ocurre en momentos en que importantes voces de la industria alertan sobre las consecuencias internas en Estados Unidos, según analizaron desde la agencia de noticias AFP.
Washington acusa a China de haberse apropiado de patentes de tecnología de punta ya sea a través de las obligaciones a las empresas estadounidenses para operar en el mercado chino o simplemente mediante el robo.

El año pasado, el déficit comercial de Estados Unidos con China alcanzó nada menos que 372.200 millones de dólares, una cifra que desata la ira de Trump.

El inicio de esta guerra también confirmaría la ampliación del foso que separa a Trump de su partido, el Republicano, que tradicionalmente defiende el libre comercio.

La influyente Cámara Estadounidense de Comercio, el mayor órgano de cabildeo corporativo, admitió esta semana que represalias de China, Canadá, México y la Unión Europea, entre otros, ya afectan a 75.000 millones de dólares de exportación estadounidense.

La propia Reserva Federal (el banco central estadounidense) alertó que una inminente guerra comercial sería una “nube negra en un cielo azul” para la economía local. En la visión de la entidad, las incertidumbres generadas por los aranceles y políticas comerciales restrictivas pueden socavar las inversiones y la confianza de las empresas.

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