El secretario de Salud municipal expuso en la Cámara de Senadores, en el marco del debate por la legalización del aborto, y destacó la experiencia de gestión en la ciudad y en la provincia en la materia.

Leonardo Caruana fue uno de los que tuvo el privilegio y la responsabilidad de exponer en la cámara alta y en el marco del debate que busca convertir en ley el proyecto de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, que ya obtuvo la media sanción en Diputados después de una maratónica sesión y de una manifestación histórica en las calles de todo el país. El titular de la cartera de Salud de Rosario, en diálogo con el programa Poné la Pava, que se emite por Radio Gran Rosario, contó detalles de esa experiencia.

“No fue fácil, es un espacio muy diferente al de Diputados y quienes estábamos allí lo manifestamos”, señaló Caruana, y abundó: “Hay cierta distancia, acartonamiento en relación a quienes llevamos experiencias y, sobre todo en las preguntas o dudas que plantearon los senadores que participaron. Igualmente fue en un marco de mucho respeto y la sensación es que no hay tanto optimismo como lo fue cuando se votó la media sanción”.

“Nosotros destacamos la experiencia de gestión, de gobierno, porque entendemos que aporta a este debate de ideas, pero también con la responsabilidad de haber tomado decisiones en relación a asumir la mortalidad materna como un problema de salud pública”, continuó el funcionario municipal, y agregó: “Desde allí, explicamos qué significa tener servicios de salud cercanos, más allá de las dificultades que pueda haber, porque estamos en un piso diferente en la ciudad y la provincia con respecto al resto de la Argentina, en el sentido de tener un espacio de salud a no más de 15 cuadras, aunque a veces se lo compare con una salita de primeros auxilios, cuando para nada es así, y explicamos nuestras políticas de salud sexual y reproductiva, haciendo hincapié en los resultados sanitarios. Durante esos 15 minutos pudimos intercambiar algunas ideas en relación a posicionamientos y algunas diferencias que generalmente están impregnadas más por opiniones personales que por evidencia científica de lo que significa justamente una clínica centrada en el vínculo estable de familia, una continuidad en el proceso de atención y, sobre todo, un respeto por los derechos, no sólo de la interrupción legal del embarazo, sino también del cómo nacer, del parto respetado, el derecho a la autonomía y al no ensañamiento terapéutico, a tener un médico de cabecera, un enfermero, todo el carnet de vacunación, derecho al acceso a los medicamentos.

—¿Cuáles fueron las principales diferencias que notaste respecto del debate en Diputados?

—Por ahí las preguntas denotaban que los senadores habían leído algunos artículos del

proyecto y les surgían inquietudes más relacionadas a efectos adversos de determinado medicamento, pero quizás no avanzando en profundidad en lo que significa pensar políticas públicas, como ocurrió en Diputados que muchos legisladores incluso terminaron cambiando de posición dejando de lado eso personal y pensando más en lo colectivo y en qué lugar se está cuando se vota un derecho. La ley no obliga a nadie a abortar, sí garantiza derechos, por eso es necesario trascender las creencias individuales para pensar el impacto poblacional y no en un caso en particular, en lo que pasó en tal o cual provincia o con un laboratorio y el misoprostol, porque si no perdemos de vista lo importante.

—¿Entraron en juego las cuestiones religiosas, teniendo en cuenta que la Iglesia salió a jugar fuertemente?

—Hay que seguir en la línea de que un Estado no es una religión, sino que tiene que garantizar y tener un abanico para toda la población en cuanto al acceso a derechos. Respetando las religiones, pero acompañando a todos, por eso una ley iguala y disminuye las inequidades. Las instituciones van avanzando, se van actualizando, no hace muchos años se cuestionaba la educación sexual y sobre todo el acceso a los métodos anticonceptivos, pero hubo debates y hoy se habla de esas cuestiones desde otro piso.

—Para manifestarse en contra del aborto legal, muchos esgrimen que la solución es la educación sexual, pero en su momento la cuestionaron fuertemente.

—Es verdad. Y todavía hay que profundizar y mucho en torno a la educación sexual integral. Aquí se votó a nivel provincial la media sanción para reforzar la ley nacional, pero como ocurre con todas las leyes, después hay que generar dispositivos de gestión y de trabajo. Tal como ocurre con la ley de Salud Mental, y más allá de que las leyes por sí solas igualan y achican el margen de inequidad, si no se genera eso al interior de las escuelas y de las instituciones, termina siendo sólo un decreto reglamentario. Nosotros entendemos que cuando uno vota una ley no queda sólo en un papel o en un decreto, las leyes después impactan en la vida cotidiana de la población, en los sufrimientos, en los goces, en los deseos, y lo planteamos con esa responsabilidad.

—¿Hay puntos cuestionables en el proyecto que se aprobó en Diputados y ahora busca transformarse en ley en el Senado?

—El proyecto plasma el espíritu de todo lo que se vino trabajando, sobre todo de parte de quienes más saben del tema. Por ahí, el capítulo que trata de la objeción de conciencia es el que genera bastante discusión, pero en líneas generales es un proyecto que logró el mayor consenso posible y que sería positivo que se apruebe tal como está.

—Después de haber participado del debate en la cámara alta, ¿sos optimista de cara a la resolución que se tomará el próximo 8 de agosto?

—La sensación que me llevé es de mucha cautela, no parece ser un escenario de tanto optimismo como lo fue en su momento en la Cámara de Diputados. Inclusive, hubo senadores que ya manifestaron que van a votar en contra o se van a abstener. Evidentemente la incorporación de relatos de experiencias movilizan algunas decisiones, sin embargo estimo que vamos a llegar a un avance en relación a estos derechos.

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