La inflación está desbocada y los bolsillos la sufren. El índice de precios al consumidor del primer semestre, en un contexto recesivo, acumuló una suba del 16 por ciento, según la medición del Indec, y pasó por un punto la proyección que había hecho el gobierno para todo el año, vara con la que se fijó la pauta salarial. En junio, la cifra oficial fue del 3,7 por ciento, la inflación más alta en 25 meses. La devaluación y el constante aumento de los combustibles son los principales impulsores. En junio, la nafta subió hasta un 5 por ciento. En lo que va de 2018, en promedio, los combustibles aumentaron un 27 por ciento.

“El gobierno de la alianza Cambiemos definió como política energética la determinación del precio interno de los combustibles en base al precio internacional, dejando a los consumidores expuestos ante los vaivenes del precio internacional del petróleo y del tipo de cambio”, se indicó en un reciente informe de la regional Santa Fe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso), donde se analizó el alza de los combustibles en la provincia.

“En un contexto de aumento continuo del precio del barril de petróleo a nivel internacional y de devaluación de la moneda, los sucesivos incrementos de precios de los combustibles a nivel nacional aún no alcanzan el nivel internacional. Los sucesivos aumentos del mes de julio acumularon 8 por ciento para el gasoil común, 10 por ciento el gasoil premium, 8 por ciento la nafta súper y 12 por ciento la premium”, señalaron desde el Ceso.

Los tarifazos y la liberalización del mercado de combustibles hacían prever el rotundo fracaso de las metas de inflación trazadas por el gobierno macrista para el año en curso. El Ministerio de Energía y las petroleras habían acordado congelar precios en los surtidores por dos meses. El salto del dólar y el incremento en el precio del barril de crudo, más el inoportuno aumento del impuesto a los combustibles decidido por el gobierno, enseguida rompieron el pacto, para desgracia de automovilistas, transportistas, viajantes, productores agrícolas y la economía en su conjunto, ya que la suba en los surtidores eleva los costos para cualquier actividad y afecta el precio de alimentos y otros artículos de consumo masivo.

YPF y Shell marcan el ritmo de los manguerazos que reciben los consumidores. La desregulación de precios que impulsó Cambiemos trajo dispersión. Los valores de naftas y gasoil pueden variar a pocos kilómetros de distancia, incluso cuadras. En Rosario, estaciones de servicio de la misma bandera tienen diferentes precios para el mismo producto según la zona de la ciudad (en el centro, más caro). Axion y Shell están entre las más caras. YPF y Oil vienen detrás, casi a la par. Al menos en la región sur de la provincia de Santa Fe, el precio más bajo suele estar en los surtidores de estaciones Sol. En las estaciones sin bandera, la aguja pica en las dos puntas: o los precios están más elevados que en cualquier otro lado o viceversa.

“La ciudad que tiene el nivel más alto de precio del gasoil común en su principal surtidor es Rafaela, donde el precio del litro alcanza 27,79 pesos (en Rosario Shell lo vende más caro). La ciudad con el mayor precio de gasoil premium es Venado Tuerto, donde el litro cuesta 33,93. El mayor precio de nafta súper se encuentra en Venado Tuerto, donde el litro cuesta 31,70 pesos. Junto con Reconquista, posee también los mayores valores de nafta premium, 38,47 por litro”, se señaló en el informe del Ceso que hace foco en las ciudades cabecera de los departamentos más poblados de la provincia.

“Desde diciembre de 2015 a hoy, en las ciudades de Venado Tuerto y Reconquista se registraron los mayores aumentos. La nafta premium aumentó 139 por ciento, la súper 122, el gasoil premium 122 y el común 109 por ciento. En Reconquista para recorrer cien kilómetros un camionero debe hoy pagar 109,55 por ciento más que en diciembre de 2015 al cargar gasoil común, unos 450 pesos adicionales. En ese período, en Venado Tuerto el gasoil premium pasó de 15,27 a 33,93 pesos en una de las principales estaciones de la ciudad, un aumento del 122,2 por ciento”, compararon en el trabajo estadístico.

Y dieron más ejemplos que ayudan a dimensionar el impacto que genera en el bolsillo el incesante incremento en los combustibles: “Hoy en Rosario llenar el tanque de un (Wolsvagen) Bora con nafta premium cuesta 1.183,8 pesos más que en diciembre de 2015. En Rafaela, un Peugeot llenaba el tanque de nafta común en diciembre de 2015 con 877,84 pesos, mientras que llenarlo hoy cuesta 1.943 pesos, lo que representa un 121,41 por ciento adicional”.

Los salarios vienen detrás

Desde Cambiemos insistieron que entre sus principales objetivos de gobierno estaba bajar la inflación. En campaña, incluso, el presidente Mauricio Macri minimizó la problemática y aseguró que era una tarea fácil, una pavada. Lo cierto es que inflación acumulada en el mandato de Macri es de casi 112 por ciento, “los peores 31 meses desde la salida de la hiperinflación de principios de los 90”, calificó el economista Mariano Kestelboim en su cuenta de Twitter.

En otro tuit, puntualizó: “Con una inflación acumulada de 112 por ciento desde diciembre de 2015, la remuneración promedio del sector privado registrado desde ese mes y hasta abril de 2018 (último dato disponible) subió sólo 91 por ciento y la mediana, 89 por ciento. Muy fuerte la pérdida de poder de compra”.

El sitio de noticias multimedia Canal Abierto comparó que, según el informe Historia de la inflación en Argentina publicado por la Cámara Argentina de Comercio, teniendo en cuenta las proyecciones para 2018, el de Macri aparece como el gobierno con mayor índice de inflación promedio anualizada desde la salida de la convertibilidad. El promedio de inflación anualizado en la era Cambiemos es del 33,7 por ciento. Le siguen, en orden, las presidencias de Eduardo Duhalde (29,3 por ciento), Cristina Kirchner (25,2), Néstor Kirchner (11,6) y Fernando de la Rúa (-1,1 por ciento).

Hasta el momento, con el 3,7 por ciento oficial, el costo de vida de junio fue el más alto del año. En enero fue 1,8; febrero, 2,4; marzo, 2,3; abril, 2,7; mayo, 2,1. A partir de la suba de precios mayoristas y nuevo incremento en los combustibles, se calcula que la inflación de julio rondará el 2,5 por ciento, siempre y cuando la cotización del dólar se estabilice en los 28 pesos.

En los últimos doce meses la inflación acumuló una suba del 30 por ciento. Diferentes consultoras estiman que el costo de vida en 2018 superará ese porcentaje. El alza de precios mayoristas fue del 6,5 por ciento en junio, 44,1 en un año. Esto quiere decir que la presión inflacionaria sobre el consumidor continuará en los próximos meses, ya que los comercios, con ventas en caída libre, buscarán mantener rentabilidad. Queda claro, una vez más, que la ronda devaluatoria, corrida cambiaria mediante, se traslada a los precios del mercado interno.

En tanto, los salarios corren detrás de las subas que muestran las góndolas. En Santa Fe, la denominada “inflación supermercado” acumulada para el primer semestre del año 2018 es de 20,48 por ciento. El grueso de las negociaciones paritarias cerró bajo el techo del 15 por ciento que promovió el gobierno junto a grandes empresarios. Las mejores paritarias llegaron al 27 por ciento, cuando se calcula una inflación general anual por encima del 30, y tras dos años consecutivos de deterioro en el poder adquisitivo, agravado por la devaluación.

Como se señaló, el índice oficial muestra que la inflación superó, en sólo seis meses, lo previsto por el gobierno nacional como tope salarial para todo el año. Los gremios que firmaron un 15 por ciento deberán intentar reabrir la discusión paritaria para no quedar tan atrás.

Mientras, el Fondo Monetario Internacional impuso una meta inflacionaria para la Argentina que, con estas cifras y las proyecciones para la segunda mitad del año, será de difícil cumplimiento. El FMI condicionó el acuerdo firmado con Cambiemos a que los precios no suban más del 29 por ciento en 2018, de lo contrario, el gobierno de Macri deberá “consultar” al organismo los pasos a seguir, situación que pone de relieve la injerencia del Fondo en la economía doméstica. Lo cierto es que el plan económico de la nueva Alianza neoliberal no para de echar nafta al fuego inflacionario que devora los ingresos de los trabajadores.

Fuente: El Eslabón

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