La Lepra igualó 2 a 2 con el Rojo en la 2ª fecha de la Superliga. El local sintió el rigor del Puma Giglioti, pero alcanzó el empate con los goles de Fértoli y Fontanini. Fue expulsado Amoroso, y Formica sumó unos minutos.

En un emocionante partido, Newell’s e Independiente no se guardaron nada en el duelo disputado en el Marcelo Bielsa, con hinchas de ambos bandos. El local logró cambiar la imagen de lo que dejó su derrota ante Vélez en la primera fecha, pero no le alcanzó para sumar de a tres.

Como si fuese un déjà vú del arranque en Liniers hace una semana atrás, el equipo de Omar De Felippe pagó con un gol tempranero los desajustes y la descoordinación en la última línea. Así, a los 3’, Emmanuel Giglioti aventajó al conjunto que venía de coronarse en Japón.

Pero a diferencia del golpe que significó aquel tanto en contra ante el Fortín, en el Coloso hubo reacción del rojinegro, que llegó a la merecida igualdad gracias al gol de Héctor Fértoli a los 15’, tras quedar mano a mano con Martín Campaña producto de un riquelmiano pase de Víctor Figueroa, que cuando las piernas le dieron, fue de lo mejor.

En el mejor momento del dueño de casa, otra desatención en el fondo –en este caso entre Nelson Ibáñez (que minutos atrás le tapó una pelota impresionante a Martín Benítez) y Leonel Ferroni– le costó el segundo grito del ex delantero de Boca, San Lorenzo y Colón.

La Lepra no bajó los brazos en el segundo tiempo y lo fue a buscar con sus armas, que en casa se hacen valer, no así de visitante. A los 7’ del complemento, Fabricio Fontanini conectó dentro del área rival una precisa volea, que dejó sin respuestas a Campaña, e igualó el marcador, que luego se mantuvo inamovible.

Después llegó la expulsión de Joel Amoroso, cuando el reloj marcaba 22’, y el local subió la guardia, quedando conforme con el resultado. La terrible plancha del atacante sobre Sánchez Miño –que le valió la roja directa– hizo retroceder a Newell’s en sus intenciones.

En el final hubo tiempo para el ingreso de Mauro Formica, aunque el momento no fue el más propicio, ya que su equipo había apretado el freno ante la inferioridad numérica. De todas maneras, las muestras de afecto y la ovación por su retorno al club, valieron la pena.

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