A 15 meses de comenzado su gobierno en Francia, el 54% se siente decepcionado. Solo un 14% manifestó satisfacción. “El presidente de los ricos”, le dicen los que resisten en las calles los planes en contra de los derechos sociales. Ya logró la flexibilización laboral. Y va por los jubilados.

Según una encuesta del instituto francés Elabe (un centro de estudios, análisis y sondeo de opinión), solamente un 14 por ciento de los consultados afirmaron estar “completamente satisfechos” con las medidas tomadas por el gobierno de Emmanuel Macron, que asumió hace 15 meses.

La denominación de “presidente para los ricos”, que en principio podía considerarse un prejuicio o una acusación por parte de las posiciones de izquierda, fue acumulando cada vez más adhesiones, más argumentos y más pruebas concretas en este año y tres meses de ajustes contra los trabajadores y jubilados, y a favor de las corporaciones y de los grandes capitales.

Un 54 por ciento de los consultados se manifestó “decepcionado” con la gestión del presidente. Apenas una tercera parte se mostró prudente y afirmó que es “demasiado pronto para pronunciarse”.

Cerca del 60 por ciento de los franceses que respondieron a la encuesta estimó además que la política del gobierno resulta “inquietante”.

“El retorno del Ejecutivo enfrenta la desconfianza de los franceses” es el título principal de la página del centro de estudios y sondeos de opinión Elabe, con referencia al regreso del presidente y sus ministros luego del receso del verano boreal.

“La mayoría de los franceses considera que la política del ejecutivo degrada su situación personal y la del país”, se indica en el informe que se puede consultar en la página oficial del instituto Elabe https://elabe.fr/rentree-executif-defiance/

“El 58 por ciento de los franceses cree que la política dirigida por el Ejecutivo tiene el efecto de degradar su situación personal, el 36 por ciento que se mantiene estable y el 6 por ciento que la mejora”, indica el informe.

Para realizar el sondeo fueron entrevistadas 1.003 personas de una muestra representativa de la población francesa, por el método de cuotas, entre el 21 y el 22 de agosto pasados.

Macron, el enemigo del Estado de bienestar

Con un halo de presidente moderno y reformista, dispuesto a cambiar con viejos esquemas de la política tradicional, y a renovar las estructuras del Estado, Macron encaró reformas muy resistidas por la sociedad francesa. Logró imponer una reforma laboral, que quitó derechos a las trabajadoras y trabajadores tras una larga lucha contra los sindicatos.

Asimismo, pudo arrebatarles derechos a las trabajadoras y trabajadores de los ferrocarriles estatales, modificando el estatuto del ferroviario. Las dos reformas, de neto cuño neoliberal, además de sus aspectos meramente económicos, significaron victorias culturales que calaron hondo en la sociedad francesa. Pero Macron va por más.

Ahora, a partir de este septiembre, intentará otra de sus más ambiciosas reformas: la del sistema jubilatorio. Pero eso no es todo. También está sobre la mesa la denominada “reforma del sector público”, que incluye el despido de 120 mil empleados de ese sector, un mayor uso de contratistas privados y la introducción de salarios basados en el “mérito”, lo que promete una grado de conflictividad social en aumento.

En lo que va del año, las centrales sindicales movilizaron millones de personas y se organizaron cientos de huelgas que mantuvieron paralizados al país.

La reforma laboral facilitó los despidos y precarizó las condiciones de los trabajadores y trabajadoras, promoviendo la inestabilidad y los contratos basura y debilitando las paritarias y el poder de los sindicatos en favor de las negociaciones directas entre la empresa y el trabajador o trabajadora.

La reforma limitó los montos de las indemnizaciones para así reducir los costos de los despidos para las empresas, eliminando además formalidades en los trámites y ampliando los supuestos en los que puede acudirse a una reestructuración por motivos económicos. Además, promovió la negociación de los despidos en el ámbito de la empresa y en detrimento de la negociación colectiva gremial.

Se permitió, asimismo, llevar a cabo formas de despido colectivo por causas económicas aun cuando la empresa presente pérdidas sólo en Francia, y no a nivel global, como hasta el momento venía exigiéndose.

Además, en las empresas de menos de 50 trabajadores, el empresario podrá suscribir acuerdos colectivos sin necesidad de que en el proceso participen los representantes sindicales, negociando con un representante electo ad hoc sin afiliación sindical.

Todas las medidas lograron, claramente, a la flexibilización del mercado laboral.

Los ajustes no terminan. Macron prepara un nuevo paquete de reformas. Es el turno de los jubilados y pensionados. La reforma de las pensiones anunciada para 2019 es muy resistida y ya ha sacado en el pasado a las calles a millones de manifestantes.

El líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, que se erigió en el principal opositor a Macron, prometió que ésta será “la madre de todas las batallas” contra el mandatario que quiere “destruir todas las conquistas sociales” de los franceses.

La ventaja es que sigue disponiendo de una mayoría cómoda en la Asamblea Nacional, lo que limita las posibilidades de bloquear la mayoría de sus iniciativas. Y que tiene una oposición dividida entre cuatro grupos: la izquierda alternativa, los socialistas, la derecha tradicional y la extrema derecha. Pero la calle ya se expresó y todo indica que la presión social irá en aumento.

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