Vecinos y vecinas de Villa Banana, junto con la ONG Causa, trabajan en un proyecto de recuperación del ex predio del club Juan XXIII, de 27 de Febrero al 4200, que fue usurpado por grupos extorsivos vinculados al narcomenudeo.

“Hace unos 15 años que venimos trabajando en el territorio y vimos con preocupación como ese predio, que pertenecía al club Juan XXIII, quedó en manos de organizaciones delictivas. Por eso, junto con vecinos y vecinas de la zona, empezamos a pensar estrategias para recuperar ese espacio y la idea es hacer un club de gestión mixta, involucrando a la Municipalidad y a la Provincia”, dice Facundo Peralta, referente de Causa, organización que integra el Frente Social y Popular (FSP). “Nosotros veníamos haciendo actividades ahí durante la semana, porque antes de que sea Juan XXIII ya era una cancha de uso comunitario, de la Municipalidad, pero desde hace unos meses la situación se tensó mucho, los pibes y pibas que participaban de las actividades no quisieron entrar más al club”, se suma su compañera Luz Olazagoitia.

La casa no está en orden

Foto: Javier García Alfaro

La llegada de Juan XXIII al predio ubicado en 27 de Febrero entre Río de Janeiro y Valparaíso data de 2008, cuando municipio y provincia le ofrecieron ese lugar ya que en parte de los terrenos que el club tiene en Pellegrini y Lima instalaron una estación transformadora de luz. “Le construyeron vestuarios, baños y un par de cosas más. El club empezó a jugar en cancha de 11 ahí y dejó las de 7 en la sede de Pellegrini”, recuerda Peralta.

Con el correr del tiempo, las instalaciones fueron quedando en manos de mafias asociadas a barrabravas y al narcotráfico, y la vida social de la entidad deportiva desapareció en 2013, cuando los directivos decidieron retirar sus pertenencias y marcharse del barrio. “Ahí aguantaron unos años y después se fueron yendo, porque ya había alrededor algunos problemas. Hubo tomas del predio, se hicieron unas casillas por una cuestión habitacional, de viviendas. La Municipalidad desalojó, y después se metió gente a administrar el lugar para usarlo con fines propios: alquilaban la cancha, alquilaban los vestuarios para que vivan algunos”, cuenta el joven dirigente, que aclara que “dentro de todo, no estaba tan mal manejado desde nuestro punto de vista, más allá de que sucedieran estas cosas”.

Pero la cosa empeoró hace unos cinco meses, y vecinos y militantes decidieron terminar con esa situación presentando un proyecto en los despachos de la intendenta Mónica Fein y el gobernador Miguel Lifschitz. “Ahí sí se puso todo más áspero, porque cayeron dos tipos armados, echaron a todos los que estaban ahí, al canchero, a los que hacían los torneos, y también nos quisieron echar a nosotros, que veníamos jugando al hockey con las pibas, y al fútbol con los pibes, que son unos 42”, relata uno de los entrevistados, y añade: “Nos reunimos con vecinos y vecinas para averiguar la situación dominial del club. Después supimos que Maximiliano Pullaro (Ministro de Seguridad) quería hacer una supercomisaría ahí, también nos enteramos que querían hacer otros proyectos en el lugar, relocalizar gente que iban a sacar de Villa Banana y construir unos dúplex”.

Al respecto, Olazagoitia revela que en ese momento “la situación se tensó mucho, los pibes y pibas que participaban de las actividades no quisieron entrar más al club, había una sensación de que algo se estaba disputando, y empezamos a descubrir esas conexiones con las barras de los clubes. La gente que manejaba ese lugar estaba vinculada a este tipo de tareas y un problema interno entre las barras hicieron del lugar un objeto de disputa”.

Proyecto social y popular

“Ante ese panorama, inventamos esto: la idea de hacer un club de gestión mixta, involucrando a la Municipalidad y a la Provincia a través de las obras, que se responsabilicen de los terrenos que son de ellos”, remarca el referente social que pretende que el predio quede en poder de los vecinos y vecinas de Banana y no de organizaciones delictivas. Y da detalles: “El proyecto es bien específico para la niñez, para la infancia. Queremos laburar con la primera infancia, tenemos un espacio cuidado, un jardín que trabajan las compañeras. Tenemos una carpintería en Banana que la queremos instalar ahí. El proyecto contempla una cantina, cocina, un comedor muy grande en el que también queremos generar laburo. Por supuesto que también está la faceta deportiva, pero también lo social, lo productivo, generar un pulmón para el barrio porque estamos pensando plantar 200 árboles en el lugar”.

En cuanto a las negociaciones con ambos niveles estatales, Facundo adelanta que “tanto Fein como Lifschitz se mostraron de acuerdo con nuestra propuesta, nos dieron unas mesas de trabajo con unos funcionarios de rango medio, con los cuales empezamos a laburar. La implementación será en etapas y la primera es regularizarlo en la cuestión legal, administrativa”.

A los populosos torneos interbarriales –que con aproximadamente 60 equipos se convirtieron en uno de los más importantes de la ciudad– pretenden incorporar el baby para los más pibitos. “El proyecto plantea no tener más cancha de 11, sino dos de 7 reglamentarias, y dejar más espacio para utilizarlo en otras actividades. La idea es que haya un galpón techado para que se puedan practicar otro tipo de deportes. Que haya parrilleros, plazas con juegos para los pibes. Además, pretendemos meter a las pibas también, porque hay pocas. En los potreros las mujeres la tienen re complicada para disputar esos lugares, por eso queremos ponerle fuerza a eso”, aporta Luz.

“Necesitamos que la comunidad se apropie del lugar, y que la muni y la provincia lo tomen como una política propia, con recursos, que hagan las obras necesarias. Sobre todo porque nosotros creemos que la forma de luchar contra esta disputa de mafias que se dan en el territorio es así, y no con Gendarmería y más cana. Y también porque queremos cuidar los pibes con los que laburamos, quienes son víctimas de estas situaciones de violencia y consumo. Si el Estado interviene como está acostumbrado, lo haría con las fuerzas represivas, metiendo en cana a los pibes mientras los narcos siguen con lo suyo normalmente, y a nosotros se nos cae el proyecto y se nos pone la gente en contra, a quienes queremos cuidar”, reflexiona por último Facundo, que deja en claro que “la gente que aún vive ahí seguirá hasta que se resuelva la cuestión. No vamos a sacar a nadie hasta que consigamos una solución habitacional. No podemos garantizar un derecho como el deporte y la recreación, y sacar otro y mandar a la gente a la calle”.

Antes de despedirse, facundo y Luz coinciden en que no será fácil la tarea de recuperar esas instalaciones, más allá de lo formal. “Estamos ahora en la parte de la ocupación desde los social. Estos tipos andan dando vuelta, saben lo que pasa. Tendremos que lidiar, convivir con ellos y al mismo tiempo disputarle el espacio”, dice Peralta. “Con ese objetivo hicimos el Día de las Infancias, con unos 600 pibes y pibas, llenamos el lugar, lo limpiamos, arreglamos, lo decoramos, y lo fundamental es que el barrio se apropie de ese espacio”, finaliza Olazagoitia.

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