Como en algunas películas de terror, hay una habitación cerrada de la que salen ruidos espantosos, que atemorizan a los protagonistas y a los espectadores. El gobierno de Mauricio Macri cada vez se parece más a esos claustros que, avanzado el filme, y cuando se revela qué había adentro, terminan justificando con creces el terror que generaba lo desconocido.

Pasan cosas en esa pieza en que se ha transformado la Casa Rosada, y todas ellas están contaminadas por el fétido hedor de un Gobierno en descomposición. Hace rato que una porción nada desdeñable de la ciudadanía percibe que Macri ya no gobierna, que su último acto de gestión fue la entrega del bastón de mando a Christine Lagarde, que sería quien realmente maneja las riendas de la economía, y al Tesoro norteamericano, que en los últimos días surgió como el gran resucitador.

Plan Soberanía Cero

El miércoles a la noche se produjo un episodio que difícilmente encuentre un parangón en la historia argentina, y por cierto debe registrar un pequeño puñado de anécdotas a nivel mundial desde la aparición de los Estados soberanos.

El periodista especializado en temas internacionales Pedro Brieger aportó al programa Minuto Uno, que se emite por C5N y conduce Gustavo Silvestre, un material inaudito: un funcionario yanqui –el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca– reveló que el gobierno de los EEUU mantiene negociaciones con la Argentina, y advirtió que «la única forma» de salir de su “dilema” económico es «atar el peso al dólar».

La sociedad argentina, en síntesis, se enteraba a través de un vocero altamente calificado de la administración de Donald Trump que ambos gobiernos negocian, secretamente, una salida macroeconómica que no es otra cosa que un retorno al modelo de convertibilidad que Domingo Cavallo y Carlos Menem instauraron en la década de los 90.

El funcionario de marras es Larry Kudlow, y la revelación se produjo en la televisión estadounidense, en el programa de David Asman, emitido por la cadena de noticias Fox News. Brieger rápidamente entendió la gravedad de los dichos del asesor y se lo comunicó a Silvestre, quien lo puso al aire varias veces durante la transmisión, dado el carácter del contenido y el énfasis con que el protagonista se refería a la solución que se estaría pergeñando entre ambos gobiernos.

Kudlow deslizó que existen negociaciones para restaurar la convertibilidad, con la aprobación del Tesoro norteamericano, el cual, según sus palabras, está «profundamente vinculado» con el intento de resolver la crisis económica argentina.

En uno de los pasajes, el asesor de Trump sostuvo que la idea es que Argentina no emita más moneda sin respaldo en dólares: “No hay creación de dinero a menos que tengas una reserva en dólares”.

Luego agregó que la fórmula “funcionó en los 90: derribó la inflación y mantuvo la prosperidad”, y recomendó que “eso es lo que necesitan para volver a hacerlo”.

Por si fuera necesario reafirmar el carácter oficial de las negociaciones, Kudlow aseguró: “La gente del Departamento del Tesoro (norteamericano) está en eso”.

Las desmentidas del gobierno macrista fueron entre tibias y extraoficiales. Por ejemplo, el diario La Nación invirtió más tinta en el título que en la desmentida, que encima atribuyó a portavoces y no a funcionarios. “El Gobierno desmiente que trabaja con Estados Unidos en una nueva convertibilidad”, fue el título de un artículo en el cual se describe, 36 horas después de hecha pública, la declaración de Kudlow, y recién en el penúltimo párrafo dice: “Consultadas por La Nación, fuentes del Ministerio de Economía que conduce Nicolás Dujovne desmintieron «categóricamente» las declaraciones de Kudlow y señalaron que el ahora funcionario en ningún momento integró las mesas de diálogo con el FMI y el Tesoro”.

Otra de las “desmentidas” fue publicada por el canal de noticias del Grupo Clarín: “TN consultó al Ministerio de Hacienda sobre las versiones de dolarización y regreso de la convertibilidad. «Desmentimos completamente», replicaron voceros de Dujovne. «No es, bajo ningún concepto, lo que la Argentina está negociando con el Fondo», agregaron”.

El diario Clarín eligió otra estrategia de desmentida, y tituló con una mentira: “Un asesor de Trump habló de dolarización, pero fue desmentido por el Tesoro”. Kudlow jamás habló de dolarización, en términos técnicos o políticos, sino de conversión de monedas, esto es respaldo uno a uno, un peso, un dólar.

Y, exhibiendo su impunidad en forma escandalosa, el diario de Héctor Magnetto, en la bajada, desmiente su propia mentira: “Ante versiones de que se buscaría reflotar la convertibilidad, el Tesoro respaldó la  negociación con el FMI”.

Ya en el cuerpo de la nota, la corresponsal en Washington Paula Lugones encomilló los presuntos dichos de “un portavoz del Tesoro” norteamericano: “Apoyamos el continuo trabajo de Argentina con el FMI sobre las reformas monetarias y de política fiscal, incluida una política monetaria fuerte que baje la inflación y las tasas de interés y que restaure la confianza de la economía en el corto plazo”.

En síntesis, ni desmentida –en modo alguno hay siquiera una referencia elíptica a negar negociaciones sobre convertibilidad–, ni identidad alguna que permita establecer que quien dijo esas palabras pertenezca al staff del Tesoro estadounidense.

Es curioso que, con la posibilidad que tienen los grupos Clarín y La Nación de entrevistar o consultar directamente a Dujovne o a cualquier funcionario de la administración Trump, sean voceros anónimos los que se refieren los dichos de Kudlow. Es más, en el caso del “portavoz” yanqui, ni siquiera desmintió realmente que en el Tesoro de los EEUU se esté hablando de reflotar la convertibilidad.

Una cosa es cierta, y es que un funcionario de primera línea de Washington, arrasando con todos los protocolos diplomáticos, estableció un diagnóstico acerca del “dilema” económico argentino, dijo cuál es la única receta, reveló que la misma se está evaluando en el seno del Tesoro yanqui, y ponderó que en su momento ya dio resultado en la Argentina, cuando todos los argentinos saben cómo terminó la experiencia de Cavallo y la convertibilidad.

Si algún resto de soberanía quedaba en pie en el gobierno de macristas y radicales, Mr Kudlow se encargó de ponerle la suela de su zapato encima, como quien pisa un pucho para apagarlo.

Alerta en la línea sucesoria

Foto NA: Juan Vargas

Quien mejor describió las implicancias de la salida de Ricardo Lorenzetti de la presidencia de la Corte Suprema y la llegada de su reemplazo, Carlos Rosenkrantz, el ministro de las corporaciones, fue el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández: “Macri consolida una justicia ligada al poder”, sentenció.

Tras la designación de Rosenkrantz, Fernández acusó a Macri de “consolidar una justicia como herramienta política para la persecución de los opositores”, y opinó que la movida pretende “para un futuro buscar su propia impunidad”.

El ex funcionario de Néstor y Cristina Kirchner entendió como pocos que, además de constituir a Rosenkrantz como el cuarto hombre en la sucesión presidencial, en la coyuntura se trata de emular el organigrama judicial federal que alguna vez Carlos Corach supo diseñar a favor de Menem y su Gobierno.

“Silenciosamente Macri, mientras pregona la necesidad de tener una justicia independiente, se ha ocupado de consolidar una justicia absolutamente ligada al poder político”, manifestó Fernández, quien agregó: “Fue poco a poco poniendo jueces en diferentes tribunales federales hasta ir armando una nueva doctrina, una nueva lógica que no tiene que ver con criterios judiciales, sino con criterios absolutamente políticos”. En lo único que Alberto se equivoca es que esa arquitectura sea nueva.

Sin embargo, vuelve a acertar cuando remarca que “Macri no mide las consecuencias pero el resultado de todo esto es que el riesgo más grande para los argentinos es que hay una serie de lógicas jurisprudenciales que empiezan a ser muy preocupantes”.

A esta altura de la historia, a pocos escapa que Clarín relata la información de un modo y lo analiza de otro. La noticia de la salida de Lorenzetti y la llegada de Rosenkrantz es muy diferente al análisis que hace uno de los tenientes de Héctor Magnetto, Claudio Savoia.

Para relatar la novedad, el Gran Diario Argentino eligió el estilo novela rosa: “El cambio se venía hablando puertas adentro de la Corte desde hacía varias semanas. Según las fuentes, la intención es bajarle el perfil «político» al máximo tribunal y concentrarse en temas puramente judiciales. «Decidieron privilegiar el perfil jurisdiccional de la Corte y no tanto su papel institucional», explicaron las fuentes”.

Savoia deja de lado el edulcorado relato formal y narra, bajo el título “Renovación en la presidencia de la Corte: una jugada astuta, con la inconfundible huella de Lorenzetti”, otra novela, acaso más florentina: “El titular saliente logró bloquear las pretensiones del juez Horacio Rosatti, y será influyente en la gestión de Rosenkrantz”.

O sea, el rafaelino Lorenzetti le birló la titularidad de la Corte al santafesino hincha de Boca, y no se quedará del todo afuera de la jugada.

Más adelante, el escriba va directo a la miga del enroque, y enumera las tareas que le esperan al futuro presidente cortesano:

  • “Para empezar, deberá hallar una salida al reclamo social para que los jueces y empleados de la justicia paguen el impuesto a las Ganancias, que hasta ahora sólo tributan quienes se incorporaron al poder judicial en 2017”.
  • “También deberá recalibrar el rol de la justicia federal porteña, golpeada por el descrédito ante la epidemia de impunidad en los casos de corrupción de todos los tiempos”.
  • “Tendrá que ajustar las funciones, el presupuesto y el rol de la polémica oficina de escuchas telefónicas judiciales, que envuelta en recurrentes escándalos de espionaje ilegal depende de la Corte tras un acuerdo de Macri con Lorenzetti”.
  • “El siempre espinoso vínculo con el Consejo de la Magistratura y la respuesta judicial a la inseguridad ciudadana son otro de los desafíos urgentes que esperan alguna palabra de la cabeza política de la Justicia, más allá de que el titular de la Corte no tenga atribuciones personales para dar vuelta las cosas con un chasquido de sus dedos”.
  • “Otro detalle importante en tiempos de crisis y operaciones destituyentes: como titular de la Corte, Rosenkrantz se incorpora ahora a la línea de sucesión presidencial prevista por la ley de acefalía, detrás del vicepresidente, el presidente provisional del Senado y el titular de la Cámara de Diputados.

Como se verá, Clarín dejó para lo último el “detalle importante en tiempos de crisis y operaciones destituyentes”. Pero en modo alguno deja escapar que si Macri “está desorientado y tiene ganas de rajarse”, como dijo Hugo Moyano hace unos días, Rosenkrantz está en el banco de suplentes junto a Gabriela Michetti, Federico Pinedo y Emilio Monzó.

La primera está auto descartada para ejercer otra cosa que no sea el Curso de Capacitación de Técnica Parlamentaria en que se han transformado las sesiones del Senado desde que ella lo preside.

El segundo ya fue presidente transitorio, y tiene menos vocación por el trabajo que el actual jefe de Estado, lo cual ya es mucho decir.

Monzó, en tanto, aún siendo joven, aprendió la lección de lo que les pasa a los sucesores de la línea cuando carecen hasta del apoyo de los mozos que sirven el café en la Cámara de Diputados, y tiene frescos los rostros de Adolfo Rodríguez Saá, Ramón Puerta y Eduardo Camaño al sentarse y ser eyectados del sillón de Rivadavia.

Rosenkrantz no da la sensación de padecer pánico escénico, y no cabe duda de que, llegado el caso de tener que asumir una responsabilidad institucional de tamaño calibre, no tendrá margen de maniobra para filosofar sobre la conveniencia o no de aceptar el desafío. Don Héctor lo hará por él.

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