En pocos días, un hashtag inundó las redes sociales: #MacriTeOdia. No es para menos. Cada medida o anuncio de recortes delata una insensibilidad más propia de la perversión que de una ideología determinada. El insumo más frecuente con que gestiona Cambiemos es el odio.

El jueves pasado una pregunta sobrevoló el espacio en el que marchaban los organismos y familiares que reclaman la restitución de las pensiones por discapacidad dadas de baja por el gobierno de Mauricio Macri: “¿Por qué con los más débiles?”.

Las organizaciones se reunieron frente al Congreso, y además de la devolución de esas pensiones también requerían que se incrementen las pensiones no contributivas, que restablezcan las prestaciones reducidas, que se autoricen plenamente los tratamientos que prescriben los médicos, que se aumente el nomenclador nacional, completamente desactualizado por la inflación.

“¿Por qué con los más débiles?”. Macri recorta las pensiones por discapacidad, y deja de pagar a las obras sociales que garantizan las coberturas asistenciales y los programas terapéuticos. El resultado es un crimen en sí mismo: la muerte de 120 personas que –aseguran los familiares, que marcharon el jueves– , estaban a la espera de una pensión.

El contrapunto que representa esta ofensiva contra los sectores más vulnerables de la comunidad y la vergonzosa sumisión de la alianza gobernante frente a los poderes fácticos, de los cuales es parte, permite medir el grado de cobardía política del PRO, la UCR y la Coalición Cívica, al tiempo que habilita a compararlos con el matón que abusa de su condición ante las víctimas inertes, e incluso con el torturador, que además goza con los efectos del tormento.

Clubes de barrio que están por cerrar sus puertas porque no pueden pagar el gas, la luz, el agua, y porque sus asociados –al menos el 30 por ciento, en el mejor de los casos– dejaron de pagar las cuotas mensuales. Vulnerables, débiles, los más postergados sufren las consecuencias de un plan que arrasa con conquistas de décadas y con los logros de los doce años y medio en que gobernó el kirchnerismo.

La mención de Macri y sus secuaces acerca de los presuntos fracasos y estropicios de “los últimos 70 años” no hacen más que reforzar el odio gorila, antiperonista, y muestra a las claras que –lejos de lo que arguyen dentro y fuera del peronismo– el kirchnerismo es la expresión más fiel y cercana en el tiempo del movimiento fundado por Juan y Eva Perón.

El macrismo y asociados llegaron para desmontar todo derecho social, toda inclusión, todo atisbo de equidad. Lo hacen camuflados bajo un discurso republicano, de apego a instituciones que arrasan sin miramientos, construyen ese desmantelamiento a partir de un relato en espejo, en el cual se dice exactamente lo contrario a lo que se hace.

Porque aseguraron, en campaña, que venían –entre otras cosas– para unir a los argentinos. Porque prometieron que serían la garantía de una Justicia imparcial. Porque se comprometieron a mantener “las cosas que estaban bien” y hacer aquellas que faltaba hacer, en clave de equidad, de ampliación de derechos.

Pero hicieron todo lo contrario. Sembraron el odio al adversario, lo deconstruyeron hasta transformarlo en un enemigo. Funcionarios, legisladores, gobernantes de provincias e intendencias de Cambiemos demonizaron hasta el hartazgo al kirchnerismo, llegando incluso a estigmatizar y perseguir judicialmente a artistas, deportistas y periodistas que simpatizaron con el gobierno anterior.

Cooptaron de tal modo el Poder Judicial que buena parte del fuero federal hoy es el ejecutor de la persecución política más ramplona desde los tiempos de la Fusiladora. En la Justicia laboral, sugirieron que allí los litigios son impulsados por abogados laboralistas que constituyen una “mafia”, dirigida por el ex diputado nacional Héctor Recalde. Así, con nombre y apellido, el propio presidente Macri habló al país como un capanga, mostrando de qué lado está y a quiénes tiene enfrente: los trabajadores.

Borrando con el codo las promesas hechas en la campaña de 2015, abolieron Fútbol para Todos, desfinanciaron el Canal Encuentro, vaciaron el Instituto Nacional de Cinematografía (Incaa), permitieron que Cablevisión saque de la grilla al canal para niños (y no tanto) Paka Paka.

Les sacaron las cunitas a los bebés, las netbooks a los pibes, los remedios a los jubilados, las pensiones a los discapacitados, la tarifa social a los pobres, la paritaria a los docentes, y el presupuesto a los científicos.

Pero incrementaron la deuda, la timba financiera, la inflación, el dólar, en fin, empeoraron todo lo que estaba –como mínimo– en vías de desarrollo, usando como insumo básico el odio desenfrenado, la denuncia de que todo lo hecho estaba salpicado de corrupción, y que el kirchnerismo se vestía con ropajes de distribucionista y en realidad se trataba de un farsante usurpador de las banderas peronistas.

La batalla en las redes

En las redes sociales, ese odio se expresa en los términos de quienes pierden por completo cualquier freno inhibitorio. Pero esa reacción ante cualquier noticia referida a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, La Cámpora o cualquier ex funcionario o legislador del kirchnerismo, es fogoneada desde la planificación central –vaya paradoja tratándose de liberales–, disponiendo de recursos exorbitantes, batallones de trolls, y mensajes tan básicos como mendaces: “Se robaron todo” o “No vuelven más”.

Un caso paradigmático de ese accionar en las redes –en particular en Twitter e Instagram– es el de un sujeto que creó una cuenta usurpando el nombre de Diego Álzaga Unzué, pero que en realidad se llama Octavio Paulise, un militante del PRO que ya había sido denunciado como «troll».

A ese tipejo le pareció que esos apellidos sonaban más gorilas que Paulise, pero lo importante de todo esto es que el jefe de Gabinete Marcos Peña destina al mantenimiento de ese dispositivo de intervención en las redes la friolera de 200 millones de pesos anuales.‏

Álzaga Unzué, el troll del Gobierno, fue noticia en su momento por burlarse del jubilado que se suicidó en la Anses de Mar del Plata en junio de 2017, pero una de sus últimas publicaciones muestra a las claras la sinergia entre los medios de comunicación hegemónicos y los trolls: “Acá les dejo el vídeo donde se corrobora todo lo que dijo Penissi, ex funcionario K, hoy testigo arrepentido. Entre el 11 y el 12 de mayo de 2013 allanaron el cementerio por una denuncia de drogas, mientras estos vehículos sacaban el dinero del Mausoleo de Néstor Kirchner”. De más está decir que en el clip que el troll subió a Twitter sólo se ven dos utilitarios negros, que bien podrían ser de una casa de sepelios, que salen del cementerio referido. Nada más que eso alcanza para construir un relato que luego es comentado y retuiteado por centenares de sub trolls.

Uno de ellos comentó: “En Santa Cruz toda la gente sabía que en el mausoleo estaba la plata; pero los jueces se hacían los distraídos y para qué le dijeron al periodismo qué iban a allanar; ¡¡¡el gran problema que tenemos es la mafia judicial!!!”.

Álzaga Unzué ya debió comerse la advertencia del joven poseedor del rostro que el troll publica en su perfil. El ex rugbier y actual modelo australiano Nick Youngquest, imagen de Paco Rabane a nivel mundial, ya denunció el uso de su imagen. Ni para camuflar su identidad tiene algo de ingenio, pero se ve que entre los seguidores macristas eso no es un valor que se ponga en juego.

Este viernes, el troll planteó un tema que desvela a cierta clase media. Usando “lenguaje inclusivo”, publicó: “Mi ciela la militante de La Cámpora, Cecilia Segura, con un iPhone 7 Plus valuado en $52 mil, marcha contra el «ajuste» de la salud pública, marcha contra las importaciones y tuitea que no puede pagar los servicios. Cómo les gusta el capitalismo a los zurdos”.

Con los 200 millones de pesos, y en la misma clave que usaba Cambiemos con inversiones kirchneristas como el Plan Qunitas o la entrega de netbooks, cabría preguntarse: ¿cuántas pensiones por discapacidad se podrían financiar?

La Nación en retroceso

Como pocas veces ocurre con una sola noticia, esta semana quedó evidenciado el grado de degradación de lo que fue uno de los programas científico-tecnológicos que más orgullo colectivo deparó a las argentinas y argentinos durante el kirchnerismo.

El diario Página 12 informó que el ingeniero electrónico Andrés Rodríguez, quien fue jefe del proyecto satelital Arsat y se desempeñaba en la compañía estatal desde 2007, renunció a Arsat y se irá a trabajar para la compañía norteamericana Skyloom Global.

El científico había formado parte también de Nahuelsat, y el diario porteño reveló que “cuando en 2016 se desactivó la construcción del Arsat-3 lo designaron (a Rodríguez) al frente del Plan Federal de Internet, pero algunos de sus compañeros de trabajo aseguraron a Página12 que no se encontraba cómodo en la compañía hasta que finalmente decidió aceptar una oferta de la empresa estadounidense Skyloom Global Corp, donde se incorporó como director de Infraestructura a comienzos de este mes”.

La crónica de un exilio anunciado lleva implícita la gesta de dos gobiernos, los de Néstor y CFK, que lograron retener la posición orbital 81 grados oeste, la cual estaba siendo reclamada por Gran Bretaña y poner en órbita dos satélites geoestacionarios de comunicaciones.

En el documental “Arsat 1 – A la altura de las estrellas”, Rodríguez recordó con emoción: “Había un plazo para ocupar esa posición orbital y Nahuelsat no lo había hecho en tiempo y forma. Ni siquiera había puesto algo para mantener esa posición en forma temporaria. La verdad es que no podíamos ver lo que venía después de Nahuel-1. No veíamos un plan. La posición 81 no se ocupaba. Yo particularmente busqué horizontes fuera de la Argentina en el área satelital. Claramente todos podíamos perder el trabajo”.

Página 12 reconstruyó lo que vino y no podían ver los científicos: “En 2003 el gobierno de Néstor Kirchner solicitó una prórroga de dos años para no perder la posición orbital y empezó a explorar alternativas. Finalmente, la decisión fue construir un satélite argentino y, mientras tanto, ocupar la órbita 81 con un equipo alquilado al grupo holandés SES. Luego se sumó también la necesidad de montar un segundo satélite para ocupar la órbita 71,8 grados oeste, pues a principios de 2010 el Nahuel-1 cumplió su vida útil y se lo reemplazó con otro satélite alquilado, el AMC 6, también del grupo holandés SES”.

De ese modo el programa Arsat reemplazó a Nahuelsat, en abril de 2006, y se puso al hombro el servicio satelital nacional. El plan era diseñar y construir dos satélites, el Arsat-1 para ocupar la posición orbital 71,8 y el Arsat-2 para la 81.

Como dice el nexus 6 Roy Batty, en una de las últimas escenas de Blade Runner: “Todos esos momentos se perderán… en el tiempo… como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”. Sólo que Rodríguez, el ingeniero electrónico que dirigió el proyecto satelital Arsat, decidió no morir y partir al extranjero, expulsado por un régimen criminal que desactivó un programa que estaba pensado para dos décadas.

El país de Macri no puede ser Nación, no lo desea. En el país de Macri apenas persisten los límites geográficos, y hasta ello está en peligro. En el país de Macri la producción automotriz descendió 20,6 por ciento con relación al mismo mes del año pasado. En el país de Cambiemos las compañías Canale, La Campagnola, Molinos Cañuelas, Alpargatas y Longvie se pelean a ver quién produce más despidos. En el país de la alianza entre el PRO, los radicales y el partidito de Elisa Carrió lo único que crece es la depresión del mercado interno y los precios, por la megadevaluación.

La recesión está dejando sin aparato productivo a la Argentina, mientras los comunicadores y periodistas lacayos se preocupan por lo antidemocráticos que pudieran ser los dichos de Darío Grandinetti y Dady Brieva.

No les importan los cierres de plantas, las quiebras, la reducción de personal en las grandes, medianas y pequeñas compañías.

La inversión productiva de las pymes, por ejemplo, cayó un 38 por ciento, el peor nivel de los últimos cinco años, pero lo que se destacó esta semana fueron los tres días en que el dólar no aumentó, o bajó, no importa si fue a costa de tener una tasa de interés asesina de pymes del orden del 74 por ciento anual.

La periodista Sandra Russo, en su cuenta de facebook publicó, y tal vez haya en ese breve texto una pista de lo que se debería ir tomando nota: “El mundo entero está desordenado porque hay un nuevo orden mundial en disputa. Son las bestias de trajes impecables, los ladrones históricos, los evasores, los apellidos, o los pueblos. Rajoy o Trump o Macri, da lo mismo: todos compran armas y mandan a sus policías a aplastar las demandas. Tenemos que entender que somos una pieza de un rompecabezas más grande, y unirnos ahora o dejar que nos callen. Los que tiren para atrás juegan con ellos, por torpes, ambiciosos o canallas. Hay que entender esta época o la época acabará con nosotros”.

El macrismo es venganza en acción. Venganza de clase, venganza por no soportar el goce del negro peronista. El macrismo no está generando una debacle, está ejecutando un plan de exterminio.

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Un comentario

  1. Juan Carlos Garcia Fernandez

    07/10/2018 en 15:05

    IMPRESIONANTE MACRI LOGRO PONERLE ALAS A LOS PRECIOS Y EL PUEBLO VA A TENER QUE IR A COMPRAR EN UN GLOBO AEROSTATICO PERO SERAN CONTROLADOS POR EL ARSAT DE NESTOR JAJAJAJJA

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