El 33 Encuentro Nacional de Mujeres llegó a la Patagonia de a miles y para continuar cambiando todo a su paso. Con las elecciones en el horizonte, la próxima sede será La Plata y María Eugenia Vidal, la principal destinataria de los reclamos de la marea verde.

Ingrid acaba de cumplir 60. Es chilena, pero hace casi 30 años que vive en Trelew, provincia de Chubut. El fin de semana del 13 al 15 de octubre, la mujer, que mientras su marido se fue al campo y sus hijos a estudiar estaba sola en su casa, hospedó a cuatro chicas que viajaron al Encuentro Nacional de Mujeres (ENM). Todas las mañanas les preparó el desayuno: pan casero y Radio Mitre. Ingrid aprovechó la ocasión para preguntar desde el significado de la palabra streaming hasta si hay partidos políticos detrás del Encuentro. Después de la marcha, le contó a las chicas lo que más disfrutó: ver a tantas mujeres marchar sin corpiños y sin hacerlo con la intención de que otros las miren. Simplemente porque les gusta.

Trelew es una ciudad sin edificios. Tiene calles anchas que suben y bajan, mucha vegetación y viento, y algunas esquinas y espacios que parecen quedados en el tiempo. Según el censo de 2010, no llegan a ser 100 mil las personas que habitan en la ciudad que este año alcanza el mayor índice de desocupación de la provincia. Durante tres días, el paisaje tranquilo y árido de la ciudad patagónica cambió. Y si es como suele pasar, cambió para siempre. Se estima que 60 mil mujeres, lesbianas, travestis y trans coparon Trelew y ciudades aledañas (Puerto Madryn y Rawson) como cada año copan algún rincón del país. El motivo: encontrarse, discutir, marchar, hacer política y pasarla bien.

El 33 ENM estuvo atravesado por un año histórico para el movimiento de mujeres. El debate por la legalización del aborto marcó el 2018 y el pañuelo verde fue el símbolo de las pibas: en la mochila, como vincha, en el cuello, en la muñeca. Donde sea y como sea, estuvo y recordó que la lucha por la Ley continúa. En esta edición del Encuentro, además, se realizó la primera (y masiva) marcha contra los travesticidios, y el reclamo de los espacios de disidencia y diversidad tomó un rol protagónico. El 2018 también fue el año de recrudecimiento de violencia institucional contra las personas trans/travestis, quienes tuvieron que volver a salir a la calle una y otra vez para pedir que dejen de matarlas.  

El taller de Mujeres y Autodeterminación de los Pueblos también resultó fundamental para la identidad del Encuentro más austral de la historia de los encuentros. Cabe recordar: Trelew fue propuesta por las mujeres de los pueblos originarios y en territorio de Mapuches y Tehuelches hicieron sentir el reclamo para que el Encuentro deje de ser Nacional y pase a ser Plurinacional. Las internas con la Comisión Organizadora se sintieron fuerte dentro del aula del Taller N° 42, pero no llegó a percibirse en la calle. La marcha del domingo mostró un consenso: todas las columnas se dieron su tiempo y lugar para levantar el puño y los aplausos al ritmo de “plurinacional/plurinacional”.

En paralelo, las escuelas de Trelew recibieron a decenas de miles de mujeres que se encontraron para debatir. Desde cannabis hasta tiempo libre, desde sexualidades hasta ESI, desde terapias alternativas hasta sindicalismo. Como todos los años, las feministas continuaron formándose como militantes y sino, al menos debatiendo sobre aquellas temáticas que más dudas e inquietudes les generan en su cotidianidad. Este 2018, continuaron creciendo dos talleres recientes. Activismo Gordo, que tuvo su primera edición el año pasado en Chaco, llenó el patio de una escuela de cuerpos fuera de la norma. El taller de Trabajo Sexual también ocupó buena parte de una institución. Los dos sirven como eje para entender hacia dónde van los debates y las mujeres: menos normas, más derechos.

Cada año, el Encuentro Nacional de Mujeres oficia de una suerte de momento de calma y reflexión para que la marea verde y violeta tome más fuerza. Condensa lo que pasa en el año, visibiliza lo que se va moviendo por abajo, y genera estrategias y debates para los meses siguientes. Este 2018, la crisis y el masivo debate por el aborto marcaron con fuerza una agenda en la que irrumpieron las disidencias y los pueblos originarios. La idea de un Encuentro Plurinacional ya circula con fuerza, ya se da por sentado, ya ganó la calle. Lo mismo que un Encuentro con una impronta translesbofeminista más que el ya muy biologicista “de mujeres”. Quedará por ver cómo se van plasmando esas demandas en las próximas ediciones.

Les hicimos el Encuentro

Para ser justa hay que darle lugar a otro y nuevo protagonista de los ENM: el glitter, el brillo, los dibujos, la alegría. La plaza Centenario de Trelew fue el escenario de los puestos de feria, megáfonos, música, partiditos de fútbol y charlas; el lugar, además, donde con pincel y creatividad se desplegó toda la alegría de estar ahí y además se condensaron las ganas y ansiedades para la marcha del domingo.

La movilización es un momento aparte de todo. Casi el más esperado, casi el de expresión total de cada uno de los motivos que llevan a miles y miles de mujeres a marchar. También es donde todos y todas ponen el foco. Se sabe que los medios hegemónicos esperan  incidentes, pintadas, tetas y pis en la calle para desinformar del Encuentro. Claro está, Trelew no fue la excepción. Sin embargo, Trelew tampoco fue la excepción de lo que realmente sucede: la emoción y la alegría de sentir que paso a paso, marcha a marcha, se cambia el mundo. La movilización del 33 ENM atravesó toda la ciudad y eso incluyó a los barrios más periféricos. Desde las ventanas y balcones, más de uno miró con recelo, pero también más de una (y de uno) salieron a bancar los trapos, pañuelo verde en mano y aplausos y puños en alto.  

El domingo por la noche, cuando la marcha estaba llegando a su fin y se acercó a la Catedral, pasó lo que muchos esperaban que pase: balas de goma, detenidas y piedrazos quisieron robarse los titulares del Encuentro. La hostilidad de muchos sectores se sintió con fuerza. Primero, con las dificultades que tuvo la Comisión Organizadora en todo el año. En los tres días de encuentro, continuó marcada por una fuerte presencia policial y una evidente infiltración de fuerzas de seguridad de civil.

El lunes, pasada la marcha, muchos celebraron el desenlace de la movilización y la despedida a piedras y vidrio roto de varios colectivos de mujeres de todo el país. Ingrid, entre pan casero y Jorge Lanata, se suma a quienes eligen preguntar y acompañar. Cuenta que su marido se jacta de machista y le hace chistes. “¿Se están turnando para limpiar la loza?”, le pregunta desde el campo. Ella dice que nunca le contesta. Pero este lunes sonríe y dice que quién sabe qué puede pasar a partir de ahora. A pocas cuadras, un pasacalle continúa agarrado de dos columnas, flameando con la fuerza de la Patagonia y resumiendo: “Algo cambia en cada mujer que participa”.

La gran ausente

El documento de apertura del 33 Encuentro Nacional de Mujeres intentó condensar todos los reclamos de un colectivo reconocido y celebrado por su heterogeneidad. Sin embargo, este 2018 hubo una gran ausente y fue la militante y presa política Milagro Sala. La alegría y los aplausos de cierre de lectura del documento se vieron opacados y marcados por un canto de la tribuna a las organizadoras: “Para Milagro la libertad / para Morales el repudio popular”.

El próximo, para Vidal

Todos los años, la siguiente sede se postula y luego se vota por aplausos. Este año, sólo hubo dos alternativas: Capital Federal y La Plata. Por ovación, bronca y fuerza militante, el pedido de hacerle el 34 Encuentro a María Eugenia Vidal ganó y se espera que el año que viene las elecciones queden marcadas por lo que será, por lejos, el más multitudinario Encuentro Nacional de Mujeres.

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