Jaquelina Flores agarra un tacho de residuos y empieza a revisarlo. Pide a las 14 mujeres que la escuchan que le alcancen toda la basura que tienen cerca, y empieza a dar una clase práctica de cómo separar los residuos. Mientras lo hace, explica: las promotoras ambientales tienen el trabajo de lograr que en cada casa no se mezcle la basura como en ese aula. Después, pide erradicar la palabra basura, y toma cada papelito y cosito y empieza a incorporar conceptos. Habla de material húmedo y seco, de bolsas de verdes o negras, de mezclas, de partes, y etcéteras. La mujer está por cumplir 50 años y fue vendedora ambulante, carrera, cartonera, promotora ambiental y ahora, además de dirigente gremial, es capacitadora a nivel nacional de separación de residuos en origen.

La referente de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR) estuvo en Rosario el jueves y viernes pasado, capacitando a mujeres recuperadoras urbanas de cara a la puesta en marcha del programa Promotoras Ambientales, en el que se enseña a la comunidad cómo reciclar y se promueve la separación de residuos en origen.

“Ser promotora ambiental es una perspectiva y una opción”, dice Jaquelina a  El Eslabón. La referente también del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) está parada en un pasillo del edificio de Empleados de Comercio, a pocos metros del aula donde está capacitando. Se apoya contra la pared con un brazo estirado y habla con seguridad, sinceridad y una sonrisa que, por lo que se ve en fotos, es característica de ella.

Jaquelina explica que el papel de promotora salió de una necesidad básica y un impulso vital, de trabajadoras que construyen desde lo que saben. Esto es, que las mujeres carreras de la ciudad de Buenos Aires ofrecieron ese conocimiento que tenían de su trabajo que es separar la basura, para los vecinos y vecinas. Es simple: van casa por casa explicando cómo hacer para facilitarle el trabajo a sus compañeros, los carreros. La idea, ahora, es trasladar esa experiencia a Rosario.

Foto: Andrés Macera

Las promotoras ambientales son todas mujeres. “Tiene que ver con esta cuestión de aggiornarnos a nuestros tiempos. La mayoría de nosotras somos jefas hogar; entonces vamos en busca de desandar la violencia que nos atraviesa, vamos por la independencia económica. Ser promotora ambiental es tener la opción de bajarte de 12 horas del carro, es tener tiempo de terminar nuestros estudios y poder capacitar”, explica Jaquelina. Para ella, el empoderamiento que genera el trabajo de promotora también implica entender nuevos paradigmas: desde políticas públicas hasta ecología y medio ambiente. En ese sentido, tan importante como lograr la independencia económica es lograr que las leyes y ordenanzas de Basura Cero logren sus objetivos.

“Nuestras ganas están también en que de verdad y con nosotras se cumpla la Ley de Basura Cero. Queremos enseñar separación en origen, es decir, queremos que todo el mundo sepa bien por qué tienen que entregar los residuos limpios y secos”, explicó. Y sumó: “Eso es muy importante también para que nuestros compañeros que recolectan no se lleven cualquier cosa”. Para Jaquelina, trabajar en pos de mejorar el material que sus compañeros retiran, y que genera su salario, profundiza su compromiso con el oficio. “No es sólo una política pública llevada adelante. Nos permite plantarnos desde otro lugar y venir a Rosario tiene que ver con esto, que hasta la última de nosotras tenga la promoción como opción. Rosario se merece vivir con residuos limpios y secos, que haya políticas públicas en cuanto a los residuos y exigimos que eso sea con nuestros compañeros carreros adentro, que no se los hostigue más y que entre todos busquemos la inclusión social de la mejor manera”.

La llegada de Jaqueline y la experiencia de la ciudad de Buenos Aires a Rosario no es azarosa. A fines de 2017, la FACCyR y el MTE junto con Taller Ecologista y el Grupo Obispo Angelelli, impulsaron un proyecto ya aprobado en el Concejo Municipal que encomienda al Departamento Ejecutivo Municipal “el desarrollo de una prueba piloto (a modo de experiencia de transición hacia un sistema de recolección y tratamiento de residuos sustentable e inclusivo), de una modalidad de recolección de residuos reciclables con incorporación de recicladores y recicladoras urbanos”.

Estas organizaciones mencionadas vienen participando de una mesa conjunta con el Ejecutivo que tiene por finalidad consensuar y delinear los aspectos más significativos de la experiencia. Si bien el lanzamiento del programa aún no tiene fecha, se estima que serán unas 30 personas las que trabajarán en la prueba piloto para la que ya se están capacitando.

Con el feminismo popular en el horizonte

Jaquelina Flores se presenta como una mujer que nació sin derechos. Dice que la patria nunca le consiguió un trabajo formal y que siempre tuvo que hacerse desde la exclusión. “Las responsabilidades que tengo hoy son parte de ese camino de construcción de libertad”, resalta, mientras dialoga con El Eslabón. Flores sonríe cuando se la nombra como referente pero lo cierto es que su figura y su nombre resuena cada vez más fuerte entre los hombres y mujeres de la economía popular y los movimientos sociales. Y sobre todo entre ellas: las que pelean por un feminismo popular, por un movimiento de mujeres que no naturalice que todavía hay muchas peleando por el plato de comida.

Jaquelina habla de promotoras ambientales sin dejar de resaltar una y otra vez un concepto: el de trabajadoras. Le remarca a las mujeres que la escuchan que no son desempleadas, que no están esperando que llegue algo mejor, que lo que necesitan son derechos laborales. Esa fuerza del concepto no se escapa al escenario en el que está parada, y es que dialoga con el eslabón un día después de que la Cámara de Diputados dé media sanción al Presupuesto 2019. “Cuando a mi me tocó abrir una bolsa de basura en 2001 tuvo que ver con esto: política desacertada y un endeudamiento que yo no entendía. Que yo esté en Rosario y no me haya deprimido tiene que ver con que estoy peleando por las herramientas para mis compañeras y para afrontar esta nueva generación de pobres”.

El mismo escenario en el que está parada la referente es el que se mueve al compás de una marea cada vez más heterogénea, que es la que agitan los movimientos de mujeres, lesbianas, travestis y trans. Jaquelina está plantada en la lucha por la conformación de un feminismo popular y desde ahí y ese reclamo plantea: “Vengo de un mundo muy quebrado. Mis compañeras todavía están discutiendo el plato de comida de sus hijos”. Para Flores, es indispensable que no se siga naturalizando “ver a una trabajadora tirando un carro de 300 kilos”, pero además, es indispensable ir en busca de las potencialidades que encuentran siendo trabajadoras y parte de un sindicato como la CTEP. “No queremos dejar de subirnos a esta gran ola, queremos que la gran discusión de esta patria también nos incluya, pero que sea a nuestros tiempos: queremos discutir la despenalización del aborto, pero a nuestro tiempo, porque venimos muy desarmadas y todavía estamos discutiendo un plato de comida”.

 

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