“Compañero Guillermo White presente, ahora y siempre”, gritó la multitud que participó este jueves en la plaza 25 de Mayo del acto de restitución de los restos del joven militante de Vanguardia Comunista, secuestrado, asesinado y desaparecido durante la última dictadura cívico militar, cuyos restos fueron identificados en mayo de este año por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

La de este jueves fue una ronda especial de las Madres de la plaza 25 de mayo. Fue una jornada de abrazos, reencuentros, alegría y llantos, en la que los presentes atravesaron todos los estados emocionales.

Ana Moro, una de las que tomó la palabra. | Foto: Manuel Costa

Familiares, amistades, ex compañeros y compañeras de White, junto a las organizaciones de derechos humanos de la ciudad, eligieron ese “espacio histórico para homenajear a Guillermo”, para “reencontrarse” y “despedirlo”, para “hacer el duelo negado por décadas”, para “cagarse de risa como a él le hubiera gustado” y para renovar el compromiso de “seguir luchando por un mundo mejor”.

En mayo de este año el EAAF informó la identificación de Guillermo, quien había sido secuestrado en Santa Fe durante la última dictadura cívico militar y visto por última vez con vida en el centro clandestino de detención y tormentos La Calamita (de Baigorria).

Los restos de Guillermo fueron hallados en el Cementerio La Piedad, en el marco de una investigación iniciada conjuntamente entre la Unidad Fiscal, el EAAF y la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia en el año 2010.

Guillermo White tenía 24 años al momento de su secuestro por parte de una patota del Ejército, que se produjo el 10 de febrero de 1977 en un bar en las afueras de Santa Fe junto a Emilio Feresin (aún desaparecido), pareja de su prima María Eugenia Saint Girons. Estaba casado con Stella Buna, con quien militaba en la organización Vanguardia Comunista. Su esposa, que también estuvo secuestrada en La Calamita, declaró en la justicia federal que durante su cautiverio ubicó a White en ese centro clandestino.

Foto: Manuel Costa

“Volviste para dejar tus semillas” fue el título de la movida, durante la que circuló la palabra de quienes conocieron a Guillermo.

Luego de la tradicional ronda de las Madres, cada uno de los asistentes dejó una flor en el monolito ubicado casi en la esquina de Córdoba y Buenos Aires, en recuerdo de Guillermo y su madre María Rosa Saint Girons de White, una de las fundadoras de la Madres de la Plaza 25 de Mayo.

Después comenzó el acto, que estuvo coordinado por la agrupación Hijos Rosario, y en el que hablaron –entre otros amigos, compañeros y familiares–, la referente de la ronda de Madres, Ana Moro; la hermana de Guillermo, María Rosa White; y su esposa Stella Buna, quien leyó una muy sentida carta dirigida su compañero (que más abajo se publica completa).

La jornada cerró con un recital de Maia Basso, sobrina de White e integrante de la banda Aguaviva, quien estuvo acompañada en la guitarra por “El Colo”, vocalista y músico Los Cuentos de la Buena Pipa y Colonikocolokio.

 

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A continuación, el texto completo leído por Stella Buna:

Rosario, 1° de noviembre de 2018

Amado e inolvidable Guille:

Te gustaba que te escribiera cartas que te entregaba en manos propias y me las reclamabas cuando pasaban varios días sin escribirte, así hubiésemos estado todo el tiempo juntos. Por eso, decidí escribirte ésta para celebrar tu encuentro y que hayamos podido borrarte de la lista de los desaparecidos no encontrados.
Poder celebrar el encuentro de tus restos es poder celebrarte y despedirte, es una victoria sobre lo abyecto e inhumano que nos ha tocado vivir. Es también el triunfo de los lazos indestructibles que nos siguen uniendo sobre la barbarie que nos impusieron.
A pesar de la tragedia y del dolor, he tenido muchas suertes. La primera es la de estar aún en vida para poder vivir este momento ya que, desgraciadamente, no ha podido ser así para tu mamá, nuestra Mary querida, Madre luchadora que tantas veces rondó alrededor de esta misma plaza junto a otras Madres con un objetivo común: la búsqueda de sus hijos; la que luchó incansablemente y de quien debés sentirte orgulloso como nos sentimos todos los que tuvimos la suerte de conocerla y amarla.
Pienso también muy fuerte en tu padre, querido Pirulo, lo oigo y lo veo aún diciéndome en algún día del año 78 «Si volvés a ver a Guillermo, decile que lo esperé todo lo que pude pero siento que éste (tocándose el corazón) no me va dejar».
Pienso también en tus queridos primos hermanos que ya no están porque la vida se los fue llevando: María Eugenia, tu prima hermana «melliza», como acostumbraban llamarse entre ustedes, mujer hermosa por fuera y por dentro con quien también compartiste destino, te llevaron junto a su compañero, Emilio Feresin. El destino siguió uniéndolos hasta el final, Maruja murió enferma un 9 de diciembre, día de tu cumpleaños Guille.
También pienso en tus queridos primos hermanos o hermanos primos Marcelo y Mirta, en los tíos Chiquita y Enri…, tristeza y dolor, cuántas ausencias, Guille!
Por todos esos ausentes que te amaron, me digo que tengo suerte de estar viva para poder recordarlos aquí y hoy, en tu despedida.
Mi suerte es también la de haber salido viva de aquel lugar de horror «La Calamita», en el que te escuché a través de la puerta del baño ya que, una vez afuera, pude contar, señalar y años más tarde testimoniar que estabas ahí y ha sido una pista para buscarte.
Pero mi gran suerte, Guille querido, fue la de haberte conocido y la de haber compartido con vos casi 5 años de mi vida, los últimos de la tuya, de ésa que te arrancaron. En aquel momento y desde nuestros veintialgo de años, habíamos compartido casi un cuarto de nuestras vidas.
Enorme es el dolor de haberte perdido pero nunca han logrado arrancarte de mí, como tampoco quebrar los lazos de amor que me unen a la familia que me regalaste. Todo tu amor fue grande y hermoso y está siempre en mí, aún hoy, 41 años después! Estás presente a través de la familia que fue quedándose y soñando tu encuentro; tu única hermana, Marro, los primos y los sobrinos que fueron llegando y que no pudiste conocer. Hasta hoy en cada abrazo que tengo la dicha de darles, creo abrazarte y revivirte.
Me entristece que no hayas podido conocer a tus sobrinos, los «mendocinos», los «porteños», los «rufinenses», los «rosarinos», los «parisinos», todos maravillosos seres, lúcidos, artistas, luchadores por un mundo mejor. Y, sin querer ser injusta con los demás sobrinos, necesito marcar con una mención especial a Juane y a Nadia, por lo que representan para toda esta familia pero también para los Derechos Humanos; trabajadores activos para la Memoria, la Verdad y la Justicia, son un regalo de la vida, una caricia permanente.
También están los amigos, los que te conocieron personalmente y los que sólo te conocieron a través de mí; todos han sido un refugio de apoyo y consuelo, también dejaste huellas en ellos.
Estoy orgullosa de haber compartido tu vida y tu alegría de vivir. Quiero agradecerte esa bella locura de amor a la que me subiste y de la que hubiera deseado no tener que bajarme nunca.
Siempre supiste que soy una amante de la sinceridad, de lo justo, del agradecimiento. Permitime Guille que, en este día de tu despedida, quiera ser justa con mi compañero, Manu, el franchute con quien comparto mi vida desde hace más de 35 años. Necesito y me parece justo agradecerle su incondicional y eterno apoyo, su comprensión, su amor.
Guille inolvidable, fuente de alegría, mágico hacedor de mi felicidad, travieso, indómito y tierno, puro y claro en tus convicciones, celebrarte es verte feliz en Tanti y al galope de tu caballo, es creer y compartir tu compromiso militante en la lucha por construir un mundo mejor, es una fiesta de pastas caseras con las que te atrangantabas de alegría al verlas en la fuente y antes de empezar a comerlas tu emoción te hacía emitir sonidos raros, le hablabas a la comida! También es jugar a tantos juegos y trampear descaradamente cuando perdías, hacer trampa te hacía reír mucho y te veo reír con esa risa tan hermosa que tanto nos deleitaba a todos y nos hacía reír.
Tantos recuerdos hermosos e intactos Guille!
Jamás olvidaré tu risa luminosa y mágica, como lo fuiste vos. Gracias por tu bella locura y por la bella historia de amor que viví con vos.
Ahora sí y para despedirme quiero regalarte, a mi vez, aquel poema enmarcado que me regalaste para un cumple mío junto a una guitarra que aún hoy conservo. Ese poema es el «Te Quiero» de Mario Benedetti, te acordás?
Me ha seguido siempre y vos en él.

«Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice y todo
y en la calle, codo a codo,
somos mucho más que dos.»

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