El investigador entrerriano Francisco Senegaglia presentó su libro, un ensayo biográfico de Ricardo López Jordán, el caudillo silenciado que enfrentó a Urquiza y a Sarmiento.

“Ricardo López Jordán es la expresión de la gauchería y del pueblo entrerriano, es parte de la identidad de la entrerrianía, es el último caudillo federal del proyecto artiguista americano para americanos del sincretismo y la diversidad”, sentencia el investigador Fernando Senegaglia, autor de López Jordán. El último Federal, libro presentado recientemente en la Biblioteca Provincial de Entre Ríos, y editado por Marea Editorial. Es un profundo trabajo que indaga en el rol del caudillo a quien la historia oficial apenas recuerda como “el asesino” (intelectual)  de Justo José de Urquiza.

Senagaglia indica que desde “conceptos que intento manejar de la psicología de la historia y el análisis de las subjetividades, trabajo sobre la memoria y la historia dadora de identidad, y consecuentemente propulsora del destino político de una comunidad, lo que excede ampliamente a la investigación académica”.

El autor nació en la entrerriana Concordia, en febrero de 1967. Es psicoanalista, ensayista en temas de Psicología Política e Historia y productor de Cine. Fue profesor de Psicología en la Universidad Nacional de La Plata y miembro del Colegio de Psicólogos bonaerense, miembro de la APDH.

“La peor y más horrorosa de las traiciones”

En febrero de 1820, los caudillos litoraleños López y Ramírez, al triunfar en Cepeda ante los unitarios,  firman con Buenos Aires el Tratado de Pilar. Se acuerda la unidad nacional y federal, pero López y Ramírez no resaltan el compromiso de apoyar a Artigas ante el avance del imperio de Brasil en la Banda Oriental, tras ser vencido en Tacuarembo.

Artigas le escribe a Ramírez que “no es menor crimen haber hecho ese vil tratado sin haber obligado a Buenos Aires a que declarase la guerra a Portugal y entregase fuerzas suficientes para que el jefe supremo y Protector de los Pueblos Libres pudiese llevar a cabo esa guerra y arrojar del país al enemigo aborrecido que trata de conquistarlo. Esa es la peor y más horrorosa de las traiciones de vuestra señoría”.

Senegaglia señala que “Ramírez buscó quedarse con la Liga Federal. Se manejaba como artiguista y creaba escuela, repartía tierras, pero quiebra el proyecto para una hegemonía popular. Al caer Ramírez (julio de 1861), López Jordán intenta volver a los fundamentos de Artigas”.  

En Caseros, Rosas es vencido el 3 de febrero de 1854, por el Ejército Grande (Banda Oriental, Brasil, Corrientes y Entre Ríos). Y, en Pavón, 18 de septiembre de 1861, López Jordán, Juan Saá y Benjamín Virasoro destrozan a la caballería porteña, pero Urquiza se retira de la lucha, cuando todo indicaba su triunfo.

“La actitud de Urquiza destapa la bronca por su arreglo con Mitre, mientras crece la figura de López Jordán, quien nunca perdonó a Urquiza, y los acusa de dejar en manos del centralismo porteño la organización nacional”, explica Senagaglia.

Y, cuando Urquiza le ordena a  López Jordán convocar soldados para marchar a la guerra del Paraguay (1864 – 1870), los entrerrianos reaccionan con rebeliones y dispersiones. Con toda claridad, Ricardo López Jordán se lo explica a Urquiza: “Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca general, ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos a pelear a porteños y brasileros. Estamos pronto. Esos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento del pueblo entrerriano” (Chávez. Fermín. Vida y muerte de López Jordán.p.133).

“Urquiza –agrega Senegaglia– era un señor feudal, juez, y quien elegía a los jefes políticos y transaba con el poder de turno. Se decía federal, igual que Rosas, pero ambos eran estancieros. Aunque Rosas no fue traidor”. A la vez, recuerda que el “Protector”, a los 14 años deja su casa y se va a tolderías charrúas. “Cuando se marchó al Paraguay, murió arando 4 hectáreas y repartiendo su producción con pobres que no sabían que ese hombre era el gran Artigas”.

Volviendo a la guerra de la Triple Infamia, que dejó 10 mil muertos argentinos, fue el momento en que Urquiza invitó con todos los honores al presidente Domingo Faustino Sangriento, el más encarnizado enemigo del federalismo. En ese marco estalló la “Revolución Jordanista”.

Luego, el sanjuanino toma como un ataque a su gobierno la revolución y la muerte de Urquiza,   manda a Entre Ríos un ejército de veteranos de la Guerra del Paraguay y dicta un decreto en el que declara la guerra a Entre Ríos, mientras a López Jordán y sus colaboradores, los apresan como reos de rebelión.

La revolución jordanista

López Jordán asume el 14 de abril de 1870 como gobernador entrerriano, designado por la Legislatura. En ese momento, se veía en él a un jefe decidido y valiente para resistir al centralismo porteño. Debió enfrentar a los cerca de 16 mil soldados de línea del Ejército Nacional, mientras los entrerrianos contaban con unos 12 mil gauchos precariamente armados e instruidos. Dice Senagaglia que “la gauchería sabía que iba a perder, pero resistieron. El coronel Ignacio Rivas, en un parte militar señalaba que nunca había visto corajes como el de esos entrerrianos”.

Tras las derrotas de los entrerrianos, López Jordán se asila en Brasil hasta 1874. Se traslada a Montevideo hasta 1876, y cuando regresa en diciembre de 1876, en el combate de Alcaracito es aprisionado. Es llevado a Rosario, en 1878, y posteriormente conducido a Paraná, donde se lo engrilla y procesa.

De persecuciones, fugas y muerte

Nacido en Paysandú, Banda Oriental, el 4 de julio de 1824, Ricardo López Jordán fue criado en Entre Ríos en un clima federal. Fue educado en Concepción del Uruguay y bajo los principios del federalismo nacional. Su padre era el coronel López Jordán, comandante del Segundo Departamento y organizador de la caballería entrerriana. Y en 1830 siguió su formación en el porteño colegio de San Ignacio, de los jesuitas, ya que su padre fue comandante y organizador de la caballería entrerriana.

Tenía 19 años (1841) cuando ingresa al ejército federal como soldado de escolta de Justo José de Urquiza. Desde 1843, participa en todas las campañas de las tropas entrerrianas, hasta el pronunciamiento de Urquiza contra Rosas.

En julio de 1849 es nombrado Comandante General de Concepción del Uruguay, capital entrerriana, en esos momentos, y al año pasa a ser Capitán de Caballería de Línea.

Tras sus derrotas, se fuga a fines de 1888 y por una amnistía del presidente Juárez Celman se instala en Buenos Aires. Pero es asesinado el 22 de junio de 1889 por Aurelio Casas, en una muerte poco clara, en Viamonte 562, frente a la vivienda habitada por uno de los hijos de Urquiza. Cabe agregar que la familia de Casas, luego recibió de los Urquiza unos 35 mil pesos.

Intervenciones en la historia

Sobre la revaloración del rebelde entrerriano, Senegaglia afirma que “cuando los gobiernos no tocan los contenidos de la historia y de la escuela, es difícil recuperar el pasado relatado, en el que Mitre, Sarmiento y Rocas son los héroes”. Pero rescata que “desde hace unos 15 años trabajamos en revisar la historia entrerriana, no contada por Buenos Aires, desde la visión de las gauchearías, las montoneras y el artiguismo”. Y asegura: “Debemos intervenir la historia, resignificar al pasado ante la colonización pedagógica y saber quién es el enemigo”.

Senegaglia recuerda que Jauretche advertía que es más difícil desaprender que aprender, y señala que se debe pensar en la diversidad y en una patria común. Y, desde el pensamiento nacional, remarca que “Manuel Ugarte advertía que existen los Estados Unidos del Norte, porque existen los Estados desunidos del Sur” y que “la historia no es neutra, por el contrario, es una máquina de crear identidad, de dar ser y de formalizar eso que llamamos el espíritu nacional”.

“La subjetividad del río Uruguay”

Senegaglia sostiene que “para la gauchería, el valor lo otorga el otro y pertenecemos a los otros. En tanto, la tierra no puede ser de nadie y caminamos juntos detrás de la vaca”. En análisis, toma a “la subjetividad del Río Uruguay” como eje vertebrador que se arma a partir de ese río y el “gran corral” que se planta en Entre Ríos y la Banda  Oriental con el ingreso del ganado cimarrón, que llega de Portugal y España, como así también los jesuitas, quienes fundan 30 pueblos.

En ambas orillas del río de los pájaros, la explotación del ganado, el trabajo en cuero. Territorio que fuera poblado por “el negro que escapa de Brasil y Montevideo, los guaraníes que bajan después de la expulsión de los jesuitas y los criollos y europeos, que conforman con el paso del tiempo la gauchería. En esa “Edad del cuero”, para evitar las aduanas, crece el contrabando para evitar los monopolios portuarios. Esa búsqueda de la igualdad aparece en el artiguismo, que Andrés Guacurarí entendió como “una línea directa del ideal social del guaraní”.

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