Yo no sé, no. Pedro se acordaba que cerca del tambo que estaba a un par de cuadras de donde vivía, había manzanas en las que apenas llovía un poco más de lo normal, se inundaba tanto que parecía un mar. Pedro y los pibes se ilusionaban con las ranas que podría haber si la lluvia duraba más de una semana. Pero ellas –que en abundancia estaban en una lagunita a unos 50 metros– sabían que ese mar que de vez en cuando aparecía, era efímero. Y que apenas salía el sol, en tres días se esfumaba.

Con el tiempo ese terreno se rellenó y apareció una cancha. Luego se loteó y se llenó de nuevos vecinos. Cuando estuvo la cancha, en algunos partidos, Pedro me cuenta que uno que jugaba en el medio siempre le gritaba “tirala en profundidad”. Todos pensaban que era cerca del área contraria, pero lo cierto es que ellos dos sabían qué lado de la cancha era más profundo en tiempos en que esos terrenos se convertían en un mar. Era por uno de los costados por donde transitaban el 3, el 10, y el 11. Eso sí, ya para el segundo tiempo los contrarios estaban avivados.

El otro día, viniendo de la salita (el dispensario del barrio) Pedro escuchó desde uno de los galpones donde trabajan unos pibes amigos un grito: “Tirá el corte a lo profundo, Mariano”. El grito venía desde adentro de un taller donde hacen aberturas. Pedro pensó que estaban al pedo y se pusieron a jugar un fulbito, pero no. Con el ruido a fierros, comprendió que estaban laburando. Uno de los pibes le dijo cuando lo vio: “Salió una obrita, y algo es algo”.  Pedro me decía: “Pensar que estos que manejan la torta muchas veces nos presentan unos nuevos mares, hablando de liquidez o de lluvia de dólares, pero no dejan de ser efímeros, y a lo sumo pueden nadar los grandes depredadores.

Algún día vamos a emparejar desde abajo para que no aparezcan falsos mares, y para fortalecer lo profundo: la escuela, el dispensario y los pequeños talleres donde se grita que la soldadura sea profunda. Cuando el mensaje liberal e individualista se empiece a sentir como sapo de otro pozo, en ese momento estaremos volviendo para siempre. Esto me lo dice Pedro, parando la oreja, como queriendo sentir, de nuevo, el grito de “tirala en profundidad”.

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