Medios, editorialistas, políticos, gremialistas, redes sociales, todos hablan y especulan en torno a la candidatura de CFK. Mientras algunos prueban los alcances freudianos del chiste político, la ex Presidenta deambula entre un prudente silencio y su formidable discurso en el Senado.

En tanto se agudizan los efectos catastróficos del ajuste llevado adelante por el gobierno delegado por Mauricio Macri al Fondo Monetario Internacional (FMI), los tiempos electorales se aceleran, dejando al descubierto –dentro del peronismo– a quienes tienen chances de vencer y, también, a quienes apenas pueden ensayar alquimias que los mantengan en sus pequeñas parcelas de poder.

El no tan mínimo común denominador entre el justicialismo y las huestes macristas es Cristina Fernández de Kirchner. Para la mayoría de los primeros, está claro que si se quiere vencer a Cambiemos en las presidenciales de 2019 es necesario conformar un amplio frente que incluya a la ex mandataria. Del lado del oficialismo, una candidatura o una declinación de CFK representa igualmente problemas, de distinta magnitud, pero problemas al fin.

Nadie puede darse el lujo de no pensar en Ella, lo cual deja paso a que nadie pueda evitar hablar, opinar y especular acerca de Ella. Cristina surge, entonces, como la morocha Tita Merello cuando recitaba los versos de aquella milonga que escribió el poeta Ivo Pelay para que Francisco Canaro le diera magia con su orquesta: “Se dice de mí”.

Macrismo en modo Jurassic World

La escena política que ofrece el macrismo se asemeja al set donde habitualmente se filmó la saga de Jurassic World. Cada especie de dinosaurio, a la vez, muestra sus argumentos con poco tacto y menos precisión.

Con su proverbial ligereza, pueden observarse los movimientos de muchos velociraptor imbuidos de la idea de que una postulación de Cristina es la garantía de un triunfo sobre el “populismo”. Para ellos, la polarización favorece la continuidad del “cambio”, que una mayoría está dispuesta a defender, a riesgo de volver “al pasado”, e insisten en el “techo” de la ex jefa de Estado y el lastre de su imagen negativa.

Los brontosaurios radicales, más cautelosos y lentos, advierten a sus socios que si la economía sigue en modo desastre, Cristina gana callada y sin galopar.

Los predadores de cuero duro, la guardia de korps que rodea a Macri, los carnotauros y Tiranosarios Rex, son alimentados en forma permanente por encuestas propias y ajenas, y los resultados de ésos insumos son digeridos y excretados tan rápidamente que no alcanzan a definir una línea de análisis que ya se ven confrontando otro escenario, a menudo peor que el anterior. Entre éstos prehistóricos ejemplares, la salida siempre conduce a Comodoro PRO.

Son los que postulan dos vías discursivas. Una que plantea que a CFK “no le queda otro remedio” que ser candidata, porque de otro modo la esperan las rejas de una celda. Sin fueros o bastón presidencial, CFK sería encarcelada inexorablemente.

En otro marco, y a propósito de los ostensibles corrimientos de sectores otrora reactivos a acompañar a la Morocha de Tolosa que ahora acuden a su lado, otros sátrapas macristas pergeñaron la idea de un “pacto de impunidad” entre la ex mandataria y quien resulte candidato: ella estaría dispuesta a bendecir a alguien a cambio de que el bendecido le garantice no ir presa.

En modo alguno se sopesa la casi nula masa crítica probatoria que implicaría un destino tan irreductible. Es más, estos teóricos de aserrín descansan en el blindaje mediático, que desvirtúa cualquiera de los procedimientos judiciales que rocen siquiera el debido proceso, como fue el caso de la falta de mérito dictada por el juez Sebastián Casanello a CFK en la causa en la que se investiga el presunto lavado de dinero por parte de Lázaro Báez.

Los medios macristas abonan estos escenarios. En un comentario editorial titulado “Una fractura que confirma la candidatura de Cristina Kirchner”, Joaquín Morales Solá demuestra que pocas cosas obnubilan más la razón que el miedo, que en este caso es terror. El propio y el de quienes él con su pluma representa.

“Sólo algunos peronistas suponen que Cristina no será candidata por temor a perder en medio del asedio judicial”, conjetura JMS, quien acto seguido plantea: “«Iría presa»”, aseguran”.

Pero es el desarrollo de esa hipótesis lo que lo entierra en un fango indigno de las tradiciones de la vieja oligarquía, que supo tener pensamiento y plumas de fuste.

“Puede consignarse lo único seguro: sólo siendo presidenta no irá presa, por lo menos mientras esté al frente del Poder Ejecutivo. La densidad de las causas judiciales, el ritmo avanzado de algunas de ellas y el cambio sustancial en alguna de las instancias de la Justicia indican que terminará presa siendo senadora o candidata perdidosa a la Presidencia…”, apuesta Joaco.

Más adelante el editorialista, de quien al leerlo puede intuirse el regurgitar de su odio en las entrañas, remata: “La presidencia eventual podría ser una salida para huir de la cárcel. La derrota o el desistimiento de la candidatura presidencial tendrán el mismo efecto. No la liberarán de la celda”.

No es que su opinión tenga un valor superlativo, pero otro artículo con pretensiones editoriales, en este caso firmado por Luis Majul para El Cronista, muestra que el dispositivo de medios hegemónicos ya se puso de acuerdo en qué decir: “Cristina no tiene más remedio que ser candidata a presidenta”. Se nota mucho.

Bajo el título “Dos encuestas revelan la estrategia electoral de Cristina en territorio bonaerense”, el diario digital Perfil también se lanzó al ruedo a ensayar escenarios con Cristina candidata. Y en la misma bajada ya lanzan una conjetura: “La senadora aún no confirmó si va a postularse pero dio indicios de que su interés en el cargo no desapareció”.

Y otro que rebuzna dando vueltas alrededor del horno de ladrillos es Fernando Laborda, en La Nación, quien mensura la preocupación que los hombres del Presidente manifiestan ante la posibilidad de que la actual senadora no se presente como candidata. “Queda claro que el gobierno de Macri apuesta a competir contra Cristina Fernández. Y también que no se asusta ante encuestas que, en la última semana, evidencian que el actual primer mandatario y su antecesora en el cargo están casi igualados, tanto en niveles de imagen como en intención de voto. Sostienen que la ex mandataria no podría imponerse en una segunda vuelta electoral”.

Sin embargo, a poco de otear en el horizonte que delinean las consultoras, lo que se percibe no es un empate sino más bien anticipos de un triunfo de CFK, por mayor o menor margen de ventaja, pero en todo caso sin tomar nota del caudal que la eventual unidad del peronismo luego de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso) aún puede arrimarle a la ex presidenta.

En una encuesta realizada dentro del conurbano bonaerense por la consultora Federico González y Asociados, la ex mandataria se encuentra actualmente con una diferencia de algo más de 3 puntos de ventaja por encima de su contrincante Macri.

Según el sondeo, la senadora llega al 30,9 por ciento, mientras que Macri alcanzaría el segundo lugar con un 27,1 por ciento. Lejos, con una diferencia de 15 puntos, se ubica el líder del Frente Renovador, Sergio Massa.

Otro reciente relevamiento, en este caso realizado por Analía del Franco Consultores, que mide el Humor Social y Clima Político Nacional, CFK lidera el escenario político con 29,3 por ciento de intención de votos, contra un 27,2 del Presidente.

Sugestivamente, fue Clarín el medio que publicó la encuesta que mejor posiciona a CFK. El sondeo lo organizó Opina Argentina, y el diario de Héctor Magnetto la presenta como “una de las encuestadoras que mejor pronosticó las legislativas de 2017 en la provincia de Buenos Aires”.

En síntesis, una “fuerte caída que viene sufriendo en su imagen Mauricio Macri desde fines de 2017. Una pendiente casi sin mesetas que también arrastró a María Eugenia Vidal”.

El primer escenario electoral elegido por la consultora se apoya en el relevamiento de 1.200 casos en todo el país:

Unidad Ciudadana/Cristina Kirchner: 34 puntos.

Cambiemos/Macri: 30.

PJ Federal/Sergio Massa: 11.

Juan Manuel Urtubey, como segunda variante del PJ moderado: 5.

“Medimos separados a Massa y Urtubey porque no está tan claro que compartan electorado”, fue la aclaración de Opina Argentina.

Se ponderaron dos escenarios de balotaje, y uno con la variante Vidal.

En el primero, CFK le saca una ventaja de 44 a 39 a Macri. En el segundo la ex mandataria se mantiene arriba, pero por sólo dos puntos: 44 a 42.

Más allá o más acá de las evidentes intenciones de Clarín de posicionar como Plan B a Vidal, hace unos meses ningún escenario de balotaje daba a Cristina ganadora.

De allí los nervios que trasuntan algunos colaboradores de los equipos de campaña de Cambiemos, el énfasis que puso al anunciar su alejamiento de Cambiemos por parte de Emilio Monzó, y las estampidas de ex “periodistas amarillos” –estruendosas o con sordina– que se constatan en la TV, diarios y emisoras radiales porteñas.

Lo que dejó el discurso de Cristina en el Senado

Como cada vez que se dirime una ley fundamental en la Cámara alta, la expectativa por escuchar la palabra de Cristina fue superlativa. No importa si es a altas horas de la madrugada, el nivel de teleaudiencia es realmente notable y excede a los seguidores incondicionales.

Y al debatir el Presupuesto 2019, Cristina no se privó de pronunciarse sobre la deuda, el déficit y el desempleo.

Como bien compiló El Destape Web, hubo varios ejes clave en el discurso:

Déficit: “Entre los países que vendrán a la cumbre del G20 sólo dos tienen superávit: Corea del Sur y Alemania. La mayor economía mundial que es Estados Unidos tiene déficit comercial y fiscal. Es decir que el déficit es un instrumento y no el problema principal de la Economía”.

Ajuste: “No se sale de la recesión ajustando el gasto público, al contrario. Ese sacrificio no va a tener resultado y la recesión se va a profundizar, es necesario tomar políticas públicas activas. Hablan acá de la necesidad de sacrificio, pero nosotros, que estamos en estas bancas, no somos los que nos sacrificamos, si estamos bien comidos, vestidos y viajamos en avión. Ninguno de los que estamos sentados acá tenemos autoridad moral para decirle a la gente que tiene que sacrificarse”.

La derecha en el mundo: “Tenemos que ver lo que pasa en el mundo con las derechas. El fascismo culpó a los judíos por los problemas de Alemania. Los nuevas derechas colocan a los inmigrantes como los responsables de que no haya trabajo”.

La deuda externa: “Se la pasaron hablando durante dos años de la «pesada herencia» y ahora nadie sabe cómo se va a hacer para pagar en 2020 la formidable deuda que ustedes han contraído. Tampoco se sabe dónde está la deuda, ¿dónde están los 150.000 millones de dólares?”.

La fuga de capitales: «Tenemos un triste récord: Argentina es el quinto país en la formación de activos externos. Las empresas terminan fugando la plata para formar activos en el exterior. ¿No les parece que eso también tiene que ver con la restricción externa?”.

Inversiones: “Creyeron que pagando a los Fondos Buitre iban a llegar las inversiones, pero lo único que llegó fueron las inversiones especulativas”.

El fracaso del macrismo: “¿Es racional seguir apoyando el fracaso? Van a terminar su mandato con mayor presión tributaria, con mayor endeudamiento y con desocupación de dos dígitos”.

Éxodo de cerebros: “Hay personas que se están yendo del país. Vamos a tener el quinto éxodo de cerebros de la Argentina. Los dos primeros ideológicos y de riesgo de vida en 1966 con los bastones largos y en 1976 con la represión, luego vino la hiper y el desastre económico de Alfonsín. Después vino el 2001 y ahora estamos viviendo el quinto éxodo”.

Las excusas de Cambiemos: “No nos pueden hacer creer que todo pasa por la lira turca o porque (el presidente de los EEUU Donald) Trump subió medio punto la tasa. Tuve cinco corridas cambiarias y además enfrenté como Presidenta la crisis económica global más grande del planeta, sin embargo esa crisis no nos sirvió de excusa para trasladar la responsabilidad de gestionar ante la gente. Es necesario que el gobierno se replantee las cosas”.

Ganancias y paritarias: “Ustedes creyeron que dando a cada sector lo que pedían, con la suma de esas concesiones, llegarían las inversiones. Creyeron que pagando a los Fondos Buitre iban a llegar las inversiones, pero tampoco llegaron. Salvo a un sector que no le dieron lo que querían y que era el impuesto a las Ganancias y paritarias libres. Salvo a la CGT, que de ellos muchos los apoyaron, a los demás les dieron todo”.

Cristina demostró que puede mantener en vilo al oficialismo con el más hermético de los silencios. Es atronadora la mudez de la ex mandataria mientras el castillo de bonos de la bicicleta financiera se desmorona. Pero también sabe marcar con su voz, su énfasis y su lucidez los confines reales de la política, en manos de una dirigencia invertebrada y dedicada sólo a satisfacer su propia angurria.

A eso le teme esa clase parasitaria. En eso radica la suma de todos los terrores que hace que toda hipótesis de futuro tenga como principal imagen ilustrativa un calabozo. Y para que vuelva a haber comida y futuro para todas y todos, lo que está en juego en esta etapa de la política argentina es quiénes serán los que lo habiten.

Grabois y los alcances freudianos del chiste político

En una extensa entrevista que concedió a la revista Noticias, el dirigente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (Ctep) Juan Grabois generó, con una sola frase, una minipolémica.

Yendo al grano, van la pregunta y la respuesta que despertaron la discusión:

—Noticias: ¿Se reunió con otros peronistas?

—Grabois: Con (Sergio) Massa, Alberto Fernández, Jorge Taiana, pero también con Horacio Rodríguez Larreta y si pudiera me encontraría con Macri. Ideológicamente estoy en las antípodas de Larreta, pero para mí estaría bárbaro que pudiera ser el jefe de Gabinete de Cristina. No creo que los convenza.

Posteriormente, en un largo posteo explicatorio en su cuenta de Facebook, el referente intentó aclarar: “Cuando comenté que ya habíamos visto a Sergio Massa, Alberto Fernández, Jorge Taiana y Rodríguez Larreta, hice una broma en relación a que Larreta podría ser un buen Jefe de Gabinete cuando ganara Cristina”.

Primero, antes que nada, los chistes no se explican. Hacerlo les hace perder la gracia, si es que alguna vez la tuvieron. Pero si encima la explicación es tan extensa que equivale a 20 de los versículos más largos de cualquiera de los libros del Pentateuco atribuido a Moisés, el problema no se arregla, se agiganta.

Sin embargo, hay algo peor que el chiste de Grabois en la revista Noticias, y es el grado de violencia verbal con que algunas y algunos defendieron y defienden al dirigente social, atacando a otras y otros que criticaron la humorada.

Se reitera una tendencia perniciosa: en pos de la unidad, hay yerros más imperdonables que otros, y lo cierto es que no hay espacio para muchos errores si se quiere vencer a Macri. En tal caso, siempre habrá yerros, con lo cual habrá que cultivar el temple para que de los mismos se salga sin más heridas que antes de cometerlos.

Es ostensible el esfuerzo que Grabois y muchas de las figuras que lo acompañan hacen para mostrarse cerca del kirchnerismo, y es natural que así sea, habida cuenta de que para su sector el proceso político liderado por Néstor y Cristina Kirchner adoleció de diversas carencias y pecó de ponderables excesos.

Entre las primeras, no haber hecho foco en las fronteras del sistema, allí donde el círculo virtuoso del trabajo, el estímulo al consumo y la inversión social del Estado no llegaba. Y tiene razón. Por límites que seguramente se sitúan entre lo ideológico y los fallos de gestión, millones de argentinas y argentinos no llegaron a subir al tren inclusivo, no al menos en toda su dimensión.

Pero en derredor de los “excesos”, Grabois hace hincapié casi exclusivamente en un honestismo que corre el riesgo de ser inasible al tratarse de una vara con la que se propone medir la gestión en el marco del sistema capitalista, de democracia burguesa, o como quiera denominarse el modelo de organización política y social que transita la Argentina.

“La corrupción”, bueno sería que alguna vez surja en el discurso de Grabois, es inherente al sistema, no es una elección de tal o cual gobierno, no reside en el formato de unos o de otros sino en todos los gobiernos, incluso aquellos que emergen de experiencias disímiles, como las teocracias, los distintos experimentos de realismo socialista o capitalismo de Estado.

El kirchnerismo no estuvo exento de “corrupción”, vaya que no. Pero cuesta digerir la torva mirada del joven referente de la Ctep hacia determinados dirigentes que han sido perseguidos y encarcelados por sus actos de gobierno y no por delitos que basta observar el grado de forzamiento con que se los han imputado.

Amado Boudou fue condenado sin pruebas. No es un parecer idiota, es un hecho que surge de la causa Ciccone y de la sentencia que lo envió a la cárcel. Es un preso político, y como tal es preciso ponderarlo y acogerlo.

Julio De Vido tal vez haya sido el ministro que más jaqueó al núcleo de poder dominante en las áreas estratégicas con que cuenta toda nación para emanciparse: energía, infraestructura, vivienda, transporte, recursos hídricos, etc. El solo repaso de esos enormes tópicos conlleva a dar por sentado que fueron afectados intereses, y que por lo mismo deben haber existido nichos de corrupción igualmente inmensos. De allí a vetar su nombre en un eventual retorno al poder, sin que pese sobre De Vido sentencia alguna, al menos hasta ahora, vinculada a “la corrupción”, siendo que la persecución del régimen macrista ya lleva tres años y que la cacería acumula mucho más tiempo –sólo la causa Skanska ya lleva más de una década–, es por lo menos una injusticia.

Para cerrar este capítulo evitable, haber hecho una broma sobre Rodríguez Larreta como potencial jefe de Gabinete de CFK se suma a esos fallidos intentos de colocar tan alto la vara de la ética que no permite dar el salto necesario para sortearla.

Es comprensible que haya muchísima gente con pocas ganas de interpretar los alcances freudianos del chiste en la política como para que encima algunos pretendan elevar esas confusas gracias a la categoría de enunciado estratégico.

En el actual escenario, lo mejor sería otorgarle al nuevo derrape el carácter de anécdota. Al fin y al cabo es un muchacho, con tiempo para aprender a hacer política o dedicarse definitivamente a la docencia.

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