Yo no sé, no. Pedro se acordaba que siendo pibes, con el equipo del barrio, ante la invitación para dos torneos, tenían que decidir por uno, ya que caían en un mismo fin de semana. Uno era en un «cantry» de Funes, y el otro en el ya obsoleto y abandonado  balneario «Los Ángeles» del Puente Gallego, que tenía una hermosa cancha de 11 y una sombra inigualable. En la discusión apareció la voz de Juan Manuel, uno de los pibes, que planteaba que ir al cantri (una palabra nueva que sonaba a extranjera) era complicado porque teníamos que aceptar sus condiciones, que iban desde una inscripción en términos de dinero alta, documentación en regla y botines todos los jugadores, cosa que nos dejaba afuera porque muchos de nosotros jugábamos con zapatillas. Terminamos por ir al de Puente Gallego y ante nuestra sorpresa, 3 equipos del norte de la ciudad se presentaron a ese torneo. Eran grandotes, casi todos rubios y de buen manejo de equipo, recuerda Pedro. Ya promediando el segundo día del torneo, que era un domingo, los 3 equipos del norte estaban en los primeros puestos. La voz de Juan Manuel volvió a sentirse: «Hay que pararlos, aquí a orillas del arroyo debemos tener un plan de defensa. No podemos dejar que pasen llevándose el título, es como si perdiéramos la soberanía en este sur tan querido». La arenga y un cambio de estrategia hizo que los «chetos» (así les habíamos puesto) se fueran con las manos vacías. Años más tarde, el joven Juan Manuel, militando en la Universidad, resaltaba la gesta patriótica de La Vuelta de Obligado, y en su discurso instalaba la palabra Soberanía. Y no sólo en lo territorial nos sentíamos orgullosos de él: era el primero de la barra que llegaba a la Universidad y con una conciencia de pertenencia a lo nacional y popular de lo más alto.

Con el tiempo, en el barrio, en el país, en Latinoamérica (la Patria Grande, como empezábamos a llamarla) surgía una corriente de rescate de lo nuestro. Pero no alcanzó, y así estamos. Hoy, dice Pedro, la invasión y la intención de convertirnos en colonia se produce por varios medios, los barcos vienen por otros ríos, por lo económico, por los medios de comunicación, el poder judicial y muchas noches por la Cámara de Senadores. Por eso, ¿sabés qué?, dice Pedro, en una de esas, si aparecen unos cuantos Juan Manuel, con su discurso y convicción de defender lo nuestro, quizás volvamos con otra Vuelta de Obligado. Y cuando eso ocurra, las calles harán sentir su reclamo de soberanía, de justicia y libertad, otros serán los resultados por ejemplo de las votaciones en el Senado, cambiarán los vientos y empezaremos a respirar aire de Patria. Todo eso me dice Pedro mirando al sur, como queriendo llegar con los ojos al Puente Gallego para revivir aquel torneo con más detalles, aquella gesta donde se defendió el barrio contra los poderosos como si fuera la patria misma.

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