Cristina puso el dedo en la grieta. Lo hizo en el Primer Foro Mundial de Pensamiento Crítico, organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), ante una tribuna colmada de militancia, con gran presencia kirchnerista, de izquierda “latinoamericana” y “popular”, feministas, progres nac&pop y nuevos europrogresistas o “municipalistas” de corte ibérico. A esos ismos les habló la ex presidenta el pasado lunes, con un discurso que sacudió la modorra ideológica e incomodó a buena parte de la concurrencia, y del cual redes y medios se quedaron con la polémica metáfora de verdes y celestes. Pero el eje de la intervención de Fernández de Kirchner en Ferro Carril Oeste no fue ese, sino la categoría de Pueblo, sujeto de cambio (peronista si los hay) alrededor del que, propuso, se debe construir la mayoría que derrote al neoliberalismo en Argentina.
“Ante la convocatoria hacia Ferro Carril Oeste, que hemos promovido, con la presencia de Cristina para inquietar al poder, no dejaremos de señalar que –hoy como ayer– no hay una sola silla entre los intelectuales convocados, para un pensador nacional argentino”, había criticado con tino el admirado periodista Gabriel Fernández, director de La Señal Medios entre otros proyectos. El comentario de Gabriel, uno de los padrinos mágicos de este semanario, debió hacernos preguntar en ese momento por la ex presidenta. ¿Será ella quien represente el pensamiento nacionalpopular en ese evento? Y CFK lo hizo.
La militante peronista, senadora nacional y presidenta mandato cumplido, como ya destacamos en esta columna que se presenta Cristina en Twitter, no dijo lo que esperaba el público reunido en Ferro. Otros referentes tal vez sí lo hicieron, como el vicepresidente de Bolivia e intelectual Álvaro García Linera, o el politólogo y dirigente de Podemos de España, Juan Carlos Monedero. Pero estos no tienen el “problema” de pensar la Argentina y qué debates se debe proponer a la dirigencia, las bases y la intelectualidad “compañera”, de cara a la contienda que se disputará en 2019.
Y Cristina le habló a la militancia, a las y los que tendrán que encarar el discurso con el que habrán de patearse asambleas, barrios, universidades, fábricas, vecinales, básicas y clubes durante 2019, y con el que se explicarán en esos territorios o las redes sociales, las contradicciones –siempre las habrá si el sujeto a expresar políticamente es el diverso, policlasista y multiforme Pueblo– internas del frente bien amplio necesario para derrotar a Cambiemos, el partido neoliberal en el país.
El de Cristina no fue un discurso de candidata, ni dirigido al conjunto de los argentinos y argentinas. Tuvo como objetivo plantear el marco estratégico sobre el cual desplegar el movimiento político que se debe articular en Argentina para enfrentar al neoliberalismo y ganarle. “Debemos acuñar una nueva categoría de frente social, cívico, patriótico, en el cual se agrupen todos los sectores que son agredidos por las políticas del neoliberalismo. Que no es de derecha ni de izquierda”, afirmó la ex presidenta.
Algunos ejemplos con los que CFK ilustró la propuesta incomodaron, y mucho. Como cuando la senadora pidió que “rezar o no rezar” no sea el parteaguas para acumular políticamente, porque de ese modo buena parte del Pueblo queda afuera. La referencia a que en ese movimiento que se necesita contener –para enfrentar el proyecto criminal de saqueo, endeudamiento, ajuste y muerte que representa el neoliberalismo–, “hay pañuelos verdes pero también celestes”, disparó fuertes polémicas que en este medio se abordan, aunque aquí nos interesa marcar que hubo contradicciones para todos y todas. Los rostros de quienes organizaron el evento y de varias personalidades sentadas en las primeras filas, dieron cuenta de ello.
Rumbo al año electoral que ya comenzó, el movimiento Nacional, Popular, Democrático y Feminista, como lo rebautizó Cristina, tendrá que ser estratégico y amplio, con real vocación de poder. Con la gente de los sectores populares que no está a favor del aborto dentro –entre tanta otra–, tal cual quiso graficar Cristina en su criticada figura de los pañuelos, quien no pidió a nadie que postergue ninguna lucha, sino el desafío de pensar cómo se continúa; no estaba hablando de las “viejas chotas” ultracatólicas o los “fachos” del centro o barrio norte, esa gorilada que tilda a Francisco de “comunista” en los comentarios del diario La Nación.
El movimiento tiene varios desafíos de acá a octubre del año que viene, entre ellos, no entregarle ni un voto del pueblo a los antipueblo. Y ahí apuntó la ex presidenta, a esa grieta.