Es un paso de comedia. Repugnante. Vergonzoso. Si alguna vez los noticieros pasaron a ser telenovelas hiper realistas, el día que se escriba la historia universal de la infamia televisiva habrá que decir que hubo una época en que los programas políticos dejaron de serlo y se transformaron en malas versiones de Teatro como en el Teatro, aquel ciclo de obras que se ponían al aire y que por lo general eran interpretadas por el pésimo actor Darío Vittori, a quien al menos puede reconocérsele el oficio y algunos tics a cámara que resultaban graciosos.

Pero volvamos al paso de comedia que una noche protagonizó, excluyentemente un señor que toda la vida aseguró haber sido mozo y que eso le abrió la puerta para ser dirigente del gremio gastronómico.

Animales sueltos supo ser otra cosa, pero desde que los dueños del canal América Daniel Vila y José Luis Manzano lo ordenaron, pasó a ser un “programa político” y, como le sucede a todo producto que es meneado según las demandas de aportantes anónimos no publicitarios, fue adoptando diferentes formatos que no merece la pena historiar.

La actual rutina del ciclo pasa por una mesa redonda conducida por el periodista deportivo Alejandro Fantino, a quien alguien le dijo que tenía la suficiente versatilidad como para balbucear otras palabras que no fueran las utilizadas por un relator en un partido de fútbol. Alguien más osado aún lo convenció de que podía opinar sobre política dando la sensación de entenderla, y por último surgió el atrevido de siempre que le sugirió que hasta podría ser candidato a gobernador en su provincia, Santa Fe.

Ante esos tres halagos generosos, cualquiera puede creerse uno, y hasta dos de ellos, pero el bueno de Fantino engulló las tres carnadas con sus respectivos anzuelos, y se lanzó a las cálidas pero desérticas arenas de la politique.

La mesa redonda es visitada por diversos animales sueltos, casi todos hombres, con la excepción de la periodista de Perfil, Romina Manguel, que por lo general los sufre, sean quienes sean los que estén sentados cada noche.

El elenco estable incluye a Daniel Santoro y Gerardo Tato Young, de Clarín; Maximiliano Montenegro, de Canal 26; Edi Zunino, de revista Noticias, y la mencionada Manguel.

Sin embargo, hace un tiempo, formaban parte de esa tertulia noctámbula los plesiosaurios Eduardo Feinmann y Baby Etchecopar, el escritor-espía Jorge Asís –quien luego pasó a tener un rol protagónico semanal–, el analista político Sergio Berensztein, de La Nación, entre otros que fueron saliendo, retornando y yéndose para ya nunca más volver.

Lo cierto es que una noche de 2016, como tantas otras, la producción sentó a la mesa a un invitado, el secretario general de la  Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos (Uthgra), Luisito Barrionuevo.

El dirigente se mostró cómodo en el set, al punto que se sentó casi despatarrado en su butaca. En un momento, Fantino lanzó una pregunta que desató el paso de comedia:

—¿Vos conocías al padre de Elaskar?

Hay que aclarar, porque siempre hay alguien que no sabe –ni tiene por qué saber–, que Federico Elaskar es uno de los procesados en la causa conocida como “la ruta del dinero K”, que en realidad investigó el presunto lavado de dinero que podría haber llevado adelante el empresario de la construcción Lázaro Báez e involucra, a partir de los testimonios del primero y de otros “arrepentidos” como Leonardo Fariña, a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Elaskar, básicamente, había dicho en el programa Periodismo Para Todos (PPT), conducido por un empleado de Héctor Magnetto, Jorge Lanata, que había un circuito de dinero que Báez lavaba pero que era de CFK. Lo que sigue es lo que Barrionuevo confiesa en público, al aire, y con la complicidad de un coro de carcajadas y comentarios del resto, que se presentan en sociedad como periodistas. A la pregunta de Fantino, el gastronómico responde:

—¿De quién?

—De Elaskar.

—No. A Elaskar.

—Ah, a Elaskar.

—Y si yo lo tuve cinco meses a Elaskar.

En ese instante interviene Etchecopar, que pregunta:

—¿Adónde?

—Lo tuve conmigo hasta que habló.

—No me digas…¿por qué lo tuviste con vos?

—Porque había que esperar desde noviembre…

—Ah, lo cuidaste los cinco meses…

—…desde abril a noviembre para que…

Vuelve a intervenir Fantino, que entre sonrisas sostiene:

—Es una caja de sorpresas Luis, es una caja de sorpresas…

—…para que el hombre hable…

Etchecopar ensaya una desopilante justificación:

—Lo guardaste como testigo encubierto…

—…porque empezaba Lanata, y había que filmarle y había que decirle, había que filmar…

La verborragia de Barrionuevo se ve nuevamente interrumpida por voces de varios de los presentes que festejan entre sí los dichos del sindicalista. Fantino toca la rodilla de Asís, en modo cómplice, y el Turco, mirando a Etchecopar, hace con la mano el tìpico gesto de dejar que siga, que hable.

Barrionuevo aprovecha esa superposición de chamuyos y gestualidad de bodegòn para dirigirse a cámara y decir, en primer plano y con una copa en la mano:

—Brindo con agua, doctora…

Està claro que la “doctora” es CFK, pero Barrionuevo estaba allí para solazarse con su faena con Elaskar, y prosiguió:

—Ale, yo trabajaba, y el chico (Elaskar, que tenía por entonces 25 años) estaba al lado, y quería cobrar el pibe…había dos maneras de cobrar, o que Lázaro le pague, o que hablara… Como yo no tenía confianza con Lázaro…porque nunca hablé con él, entonces Lázaro nunca le hizo una propuesta…cuando vino me dijo “¿Y?”, nada, dice que te van a matar…

Vuelve a intervenir Fantino:

—¿Quién le dijo eso? Ah, le dijeron…

—Le digo yo…le digo “te van a matar, tenés que hablar”…”¿cómo?” (pregunta Elaskar)…y, tenés que hablar a cámara, contá todo…, ¿me entendés? Y vas a cobrar…

—Mirá que estás al aire, Luis, ¿eh? Por más que te sientas cómodo entre tus amigos…

Nuevamente, las risotadas grotescas se superponen a comentarios a media lengua, chasquidos de lengua y gestos, algunos de los cuales se ven, otros se intuyen. Lo cierto es que Fantino insiste y pregunta:

—¿Vos se lo llevaste a Lanata?

—No, yo le dije al chico que hable…entonces el chico cuando habló, lo llevan a América, con (Rolando) Graña, y el chico, a medias, le dieron un pedazo al chico…

El que remata, con discutible sentido comercial, fue Etchecopar:

—Raro que no lo sacaste a hacer giras por los barrios…

Ese último chascarrillo fue festejado con risas y miradas cómplices entre Baby y Feinmann, ante un gesto de evidente satisfacción de Luisito.

Lusito productor de PPT

Un paso de comedia. Así lo vivieron y lo viven los que tramaron la operación que sirvió, entre tantas otras, para que en programas como los de Lanata, con la complicidad de Nicolás Wiñazky, o las “investigaciones” y libros de Daniel Santoro, se instalara el relato de un gobierno corrupto, de una asociación ilícita, de la Yegua chorra que se robó uno, dos, o más PBI.

Limaron la confianza que mucho electorado independiente había depositado en Néstor y Cristina, llevaron a millones de personas a experimentar odio y asco contra quienes habían concitado su simpatía y, en muchos casos, su voto.

Como dijo el abogado de Elaskar, José Manuel Ubeira, el gastronómico ofició de productor de Periodismo Para Todos. “Elaskar llegó al programa de Lanata llevado de la mano de Luis Barrionuevo porque de esa manera jugaba contra el Gobierno. Y Barrionuevo se ofreció como intermediario para cobrarle la plata que le debía Báez, lo puenteó, y le dijo que se lo llevaba al programa de Lanata. Lo agarraron, lo pusieron en la tele y lo destrozaron porque servía la utilización política”.

Algo está claro, Elaskar se reunía habitualmente con el gremialista, y según publicaron diversos medios, en un momento, cuando ya estaba ablandado, en extremo vulnerable, le espetó: “Mirá, pibe, yo hasta acá llegué. A mí no me dan bola. No te puedo seguir ayudando, pero andá a verlo a Lanata, que se hacen un picnic”.

A Elaskar lo llevaron con Wiñazki, quien realizó una miserable propuesta, según publicó el diario La Nación el 12 de junio de 2013: “«Me ofrecieron ayudarnos mutuamente», dijo, y que los términos de la entrevista concordantes con los de Fariña «iban a ser pautados con la producción»”.

En ese picnic de antropófagos se los comieron crudo a él y bien adobados a millones de televidentes. Lo que Barrionuevo confesó en la tertulia que conduce Fantino debería ser tomado de oficio por un fiscal con algo de dignidad. Todos se reían, cómplices. Se estaba confesando un delito. Ningún fiscal actuó, pero tendrán que pagar.

No es esperable que sea ahora, pero se trata de la confesión de un crápula que sabía que estaba al aire. Fantino se lo dijo, pero la impunidad que le garantizaron siempre Daniel Vila y José Luis Manzano –dueños de América– y Magnetto, le pareció suficiente.

Con este juego perverso, con lo que algunos llaman sofisticadamente fake news, con las que luego se configura el law fare, es bastante más sencillo, y lo puede entender cualquier habitante de la Argentina: son inventos que arman los dueños de la torta, que en su angurria insaciable quieren más y más.

Con esos engaños tapan un criminal plan económico que es el que les permite robarse la torta, mientras millones creen que ya no hay torta porque se la robó la Yegua. Y esos millones creen que hay que pagar más caro el gas, la luz, el agua, el cable, la nafta, todo más caro para pagar “la fiesta” de aquellos años en que fueron felices pero no lo merecían. Y es hora de ir por las cabezas de esos inventores de leyendas pedorras contadas por cínicos barrionuevos rodeado de animales sueltos.

Más notas relacionadas
  • Humo y tempestad

    Milei intenta saldar a sangre y fuego el empate histórico entre Nación y colonia, el peron
  • La venganza como programa de gobierno

    Los despidos en el Estado, el achicamiento de la clase media, la exclusión total de los se
  • Salir de la pesadilla Milei

    Ni soluciones mágicas ni desesperanza. Así se presenta el escenario que indefectiblemente
Más por Horacio Çaró
  • La escuela, como un McDonald’s

    Cuando Mauricio Macri era jefe de gobierno porteño, una vez al mes se reunía a desayunar c
  • La contaminación de los ríos

    Cuando mamá me llamó, yo miré por la ventana hacia el patio y vi que las copas de los árbo
  • El pulso alterado

    Yo no sé, no. Manuel llegó hasta la esquina donde estábamos reunidos diciendo, mientras se
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

En las escuelas privadas, el “premio” salarial docente lo pagarán las familias

En el ámbito de la docencia particular, el reconocimiento a la "asistencia perfecta" lo pa