Una abuela encorvada y de rostro aindiado cruza Riobamba por Francia sobre la bicisenda. Lleva una carretilla cargada de cartones, papeles, botellas y una desolación profunda en la mirada, imborrable.

“Aunque sea que me dejen volver a dar clases en el Poli y los talleres a los guachines del barrio”, piensa Guille desde un buzón de Piñero, al que lo recluyó un juez luego de manifestarse frente a la municipalidad de Rosario contra el “proyecto de urbanización” en República de la Sexta.

El pibe del Ludueña habla a sus amistades, mientras un joven cadáver yace en su modesto cajón. “Los padres no deberían estar en el velorio de sus hijos”, dice. Una bala ingresó directo al abdomen de Nahuel y le cortó la vida a los 16 años, la misma semana que nació su hijo.

Trump, Macri, el FMI y los bueyes perdidos se entreveran en la charla de dos compañeros durante la oscura, siempre húmeda, y apacible madrugada rosarina. Cinco cuadras caminaron ya desde el mural, cuando irrumpe una banda de patrulleros de los que bajan decenas policías y los reducen en un segundo, para de inmediato llevarlos a la 2da acusados de ser autores de una pintada contra el G20 en la Catedral.

“Todos los indicadores económicos están en fase negativa. El ajuste recesivo y la destrucción masiva de empleo que foguea Cambiemos es el resultado superclásico de los modelos neoliberales que se aplican en el mundo”, se publica en esta edición que, con distintos enfoques, informes y denuncias da cuenta del nivel de criminalidad al que llega el gobierno neocolonial de hambre, recortes y represión de Mauricio Macri.

Porque el modelo de Cambiemos mata. Lo hace cuando deja sin laburo, quita medicamentos y recorta programas sociales, cuando dispara a mapuches, pibes con hambre frente a un supermercado, jóvenes solidarios o excluídos que sólo reclaman un pedazo de tierra por vivienda.

La profundización de las manifestaciones contra las políticas económicas del gobierno nacional y el aumento de la represión y las distintas formas de la violencia institucional vienen, como ya se vivió en repetidas oportunidades en nuestro país, con el paquete del modelo neoliberal. La criminalización de la pobreza y de la protesta son consecuencias directas del achicamiento del mercado interno, la destrucción del aparato industrial y del Estado y la entrega de la soberanía a manos del FMI y la embajada norteamericana.

Miseria y muerte planificada, seguida de impunidad judicial y comunicacional.

Nadie baleó, persiguió, desapareció y asesinó a Santiago Maldonado.

Frenar este proyecto criminal se convierte en un imperativo vital. Esperemos que así se entienda de cara al año electoral que ya comenzó. Es una cuestión de vida o muerte.

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