Casi la mitad de las niñas, niños y adolescentes en la Argentina son pobres. El dato lo arroja un estudio reciente de Unicef que mide la pobreza en sus diferentes dimensiones. La pedagoga social María Suárez analiza cómo estos datos se reflejan en la vulneración cotidiana de derechos. También alerta sobre los circuitos de la economía delictiva y de violencias que crecen y se alimentan de la pobreza.

La investigación de Unicef determinó que “el 48 por ciento de los niños, niñas y adolescentes en la Argentina es pobre”. La metodología usada por el organismo dedicado a la infancia abordó la cuestión netamente de ingreso económico y otras dimensiones como las del acceso a una vivienda adecuada, al agua o cómo se transita la escolaridad obligatoria. “De ese 48, 20 puntos porcentuales corresponden a privaciones ‘severas’ como vivir en una zona inundable y cerca de un basural o no haber ido nunca a la escuela entre los 7 y los 17 años”, revela el informe.

También muestra que la pobreza que afecta a menores de 18 años “se sitúa 10 puntos por encima de la población en general (38%): esto es 6,3 millones de niñas y niños que ven vulnerado el ejercicio efectivo de sus derechos”.

Desprotección

“Cuando los chicos están en situaciones de tantas privaciones y necesidades empiezan a vivir y habitar espacios muy difíciles. Esta desprotección, desde lo más básico que necesita el ser humano para poder desplegar la vida en dignidad, abre espacios de vulneración de derechos que son muy graves”, alerta la psicóloga social María Suárez (o Mary Suárez, como más la nombran en el ámbito académico y de la militancia social). La educadora trabajó junto al Padre Edgardo Montaldo, en los años 80, en el barrio de Ludueña, donde se desarrolló una obra de claro compromiso con los más necesitados. Es docente, licenciada en pedagogía social e integra Indeso-Mujer (Instituto de Estudios Jurídicos Sociales de la Mujer).

En charla con El Eslabón, Suárez enumera los circuitos que se generan a partir de la pobreza, como “no recibir las proteínas necesarias, vivir en condiciones infrahumanas, en viviendas muy precarias o en zonas anegadas, o donde hay problemas para sobrevivir cotidianamente, ya sea por lo peligroso o complicado que puede representar salir o ingresar de esos sitios”. Todas estas situaciones de desigualdad –agrega– ocasionan además un malestar social que acrecienta los niveles de maltratos cotidianos y de violencias.

Los circuitos que menciona la pedagoga se van generando donde no está presente el Estado, ya sea porque sus espacios no están o están desbordados y sin poder dar las respuestas a la población. Pone como ejemplo, que si bien en Rosario los centros de salud son puntos fuertes en la gestión local, no alcanzan a responder a toda la demanda de la población. “Muchos chicos y chicas de los barrios –afirma– están teniendo problemas para el acceso a la salud, a las posibilidades de vivir una infancia protegida, cuidada, resguardada”.

Lo mismo pasa con la escuela. “Es difícil sostener la escolaridad desde las exigencias de una institución que muchas veces no dimensiona o acompaña adecuadamente” las problemáticas derivadas de la pobreza. Así, la especialista, considera que más allá de muchos y buenos esfuerzos profesionales muy comprometidos para retener a los chicos en su trayectoria escolar, no lo logran: “Hay muchísimas otras situaciones en las que estos chicos y chicas no son alojados de una manera en la que puedan sostener lo escolar, porque viven situaciones y relaciones tan complejas que van haciendo síntomas, van estallando y terminan siendo expulsados, sin la contención que necesitan”.

Quedar excluidos de una vida digna significa además para miles de niñas, niños y jóvenes el riesgo palpable de caer en las redes de la economía delictiva, además de convertirse en víctimas del accionar represivo de las fuerzas de seguridad. “En este momento es muy grave la situación en los barrios por las características de crecimiento de las redes delictivas, de la economía delictiva. Hay una economía que ofrece un atajo y hay muchos chicos y chicas que terminan tentados por distintos canales en esta economía para el consumo. Desconocer esa realidad es necio”, señala Mary Suárez.

Y dice que no se puede omitir en este análisis la “terrible represión de las fuerzas de seguridad, de la impunidad con la que se manejan en los barrios, donde los chicos y las chicas la pasan mal por los abusos que se reiteran y donde la vida de los pibes vale bien poco”.

Mary Suárez está convencida que la salida de la pobreza y de los circuitos que acarrea se consigue con “políticas de Estado donde realmente se fortalezca la inclusión social”. Una principal es el trabajo: “No se me ocurre otra cosa que un Estado presente con políticas de inclusión social que apuesten a la producción local, al trabajo. La salida pasa por esos lugares. Cuando las políticas son de exclusión y de timba financiera estamos en una situación muy grave”.

Más sobre el informe

El estudio de Unicef resalta que, en un contexto de alta vulnerabilidad, es clave la Asignación Universal por Hijo ya que reduce –en promedio– “un 31 por ciento la pobreza monetaria extrema en niñas y niños”. Afirma que el impacto podría ser más importante si se revisaran las condiciones que se exigen a la población para acceder a este derecho, ya que, “en muchos casos, cumple con los requisitos, pero enfrenta obstáculos importantes para certificarlo (distancias a los centros urbanos, costos de traslado elevados, entre otras limitaciones)”.

Otro dato que se lee del estudio –difundido por Unicef– es que la pobreza golpea más fuerte en los hogares donde el jefe o jefa de hogar tienen bajos niveles educativos y empleos informales, o se encuentran desempleados. “En particular, la pobreza infantil es mucho más elevada en los hogares monoparentales que cuentan con una única proveedora de ingresos que, además, debe asumir las tareas domésticas y de cuidado”.

“Pobreza monetaria y no monetaria en Argentina” es el título del informe realizado por Unicef junto a investigadores del Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico de la Universidad de Salta, la Universidad Nacional General Sarmiento y la organización Equidad para la Infancia. Se basa en la última información oficial disponible correspondiente al primer semestre del año 2018, de la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Las caras de la pobreza

» 48 por ciento de niñas y niños son pobres desde una perspectiva no monetaria (6,3 millones).

» 27 por ciento del total de la población vive en situación de pobreza (12 millones). El 4,9 por ciento vive en una situación de pobreza extrema.

» 42 por ciento de niños, niñas y adolescentes vive en situación de pobreza (5,5 millones). El 8 de la poGerminal entró al Concejoblación infantil vive en situación de pobreza extrema.

» 16,3 por ciento de la población es pobre por insuficiencia de ingresos y privaciones no monetarias (7,2 millones).

» 26,9 por ciento de los niños, niñas y adolescentes son pobres por ingresos y por privaciones no monetarias (3,5 millones). Esto significa que del total de pobres casi la mitad son niños, niñas y adolescentes.

Fuente: Unicef

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2 Lectores

  1. Raúl Pedemonte

    08/12/2018 en 18:22

    Excelente nota de Marcela sobre «Infancias desprotegidas,,,» Una cruda realidad que debemos combatir con compromiso polìtico y participación social. Felicitaciones por la claridad de conceptos. saludos Raúl Pedemonte raulpedemonte@hotmail.com

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  2. Nora Mirta Lijtmaer

    08/12/2018 en 23:46

    Como siempre Marcela Isaías selecciona entrevistad@s desde los distintos campos, comprometid@s en desocultar con responsabilidad de datos fidedignos y el compromiso socio-político y educativo una realidad que golpea a l@s más vulnerables… infancias y adolescencias. Gracias señora periodista.

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