El Presidente tomó partido en la guerra comercial que libra EEUU con China y bajó de un plumazo dos centrales –Atucha III, que iba a financiar Beijing–, y Atucha IV, con participación de Rusia. Como en los 90, con el menemismo, el criterio es resignar autonomía siguiendo las órdenes de Washington.

En el último cuarto de siglo, dos mandatarios argentinos decidieron seguir las órdenes de EEUU y resignaron desarrollos tecnológicos y soberanía energética. En 1995, Carlos Menem suspendió la construcción de la central nuclear Atucha II, que recién se reanudó en 2004 por decisión de Néstor Kirchner. Esa obra fue finalizada en 2014, bajo el mandato de su viuda, Cristina Fernández.

Ahora, en 2018, Macri decidió cancelar la construcción de Atucha III, argumentando que el país no cuenta con los recursos para llevar adelante la obra, pese a que China se había comprometido a financiar el 85 por ciento de la misma.

El brutal plan de ajuste exigido por el Fondo Monetario Internacional (FMI), y las políticas de sumisión a la estrategia desplegada por el Departamento de Estado norteamericano por parte del gobierno de Cambiemos hacen naufragar –una vez más– un plan de soberanía energética, al tiempo que acusa a la administración anterior de no haber invertido en Energía.

Potencialidades desperdiciadas

El informe “Por qué Argentina logró ser competitiva en tecnología nuclear y planea exportar centrales de energía”, publicado en mayo pasado por el sitio web Redacción, planteaba que la “Argentina podría exportar centrales nucleares chicas y medianas, diseñadas y construidas en el país… El anhelo es sumar operaciones por no menos de 50.000 millones de dólares en las próximas dos décadas”.

Para desarrollar ese vaticinio, el artículo, elaborado por Javier Drovetto, ya señalaba, meses antes de que Macri tome la decisión de postergar Atucha III hasta 2022: “Suena exagerado, pero aparece como posible. La proyección la hace Osvaldo Calzetta, presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea)… Con ese pronóstico está lejos de querer ocultar la preocupación que genera en la industria nuclear la postergación, con el fin de reducir el déficit fiscal, de la construcción de una cuarta central nuclear, financiada por China”.

La Cnea está construyendo un prototipo de reactor en Lima, partido de Zárate, que prevén terminar en 2021 y, según el informe, “podría convertirse en el desarrollo más importante en toda la historia nuclear nacional. El modelo, llamado Carem, puede sentar las bases para que la Argentina dé pelea en un mercado mundial que podría llegar a demandar 425 reactores de este tipo de aquí a 2035, según un informe de la Agencia de Energía Nuclear de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde)”.

Pero hay un problema. “El proyecto significa además una plataforma para que los organismos estatales y empresas del sector puedan pensar en superar lo que implicaría para sus economías la suspensión de la construcción de Atucha III, en Lima, con una inversión de 9.000 millones de dólares”. Y ése es el dinero que Macri decidió no invertir para alcanzar la quimera del “déficit cero”.

Tal cual fue concebido, el Carem es un prototipo pensado para producir 32 megavatios, es decir apenas un 9 por ciento de la capacidad que tiene Atucha I. Pero la Cnea está abocada al diseño comercial que, con esa tecnología, “integrará cuatro reactores de 120 megavatios para consolidar una central de tamaño mediano y una capacidad total de 480 megavatios”.

El modelo comercial de cuatro módulos puede competir en un mercado muy amplio. Según Calzetta, “Argentina podría quedarse con entre el 10 y el 15 por ciento de ese mercado”, que está cuantificado en unos 600.000 millones de dólares. De ese modo es que se llega a la cifra de 50.000 millones de dólares o más en exportación de tecnología nuclear en un país que en 2017 exportó, por todo concepto, 58.384 millones de dólares.

Lo cierto es que, como lo destaca el informe, Argentina es uno de los pocos países que domina gran parte del conocimiento sobre desarrollos nucleares con fines pacíficos y “su sector nuclear es el cluster tecnológico más sofisticado del país”.

El Carem pasó a ser el primer proyecto mundial del tipo Small Modular Reactor (SMR) en dar el salto del diseño a la obra, y no es casualidad que ese impulso tecnológico que corre riesgo bajo la administración de Cambiemos haya comenzado en 2014, cuando gobernaba CFK.

Hoy, los reactores Smart, de Corea del Sur, y NuScale, de Estados Unidos, son los principales proyectos que aparecen como competidores directos del Carem, pero también Rusia desarrolla un SMR y Gran Bretaña acaba de lanzar un proyecto asociado con Rolls Royce. Excepto Corea y Rusia, las otras dos potencias no quieren a la Argentina en ese selecto grupo, y Macri obedece ese tipo de mandatos y por ello desarticula el plan nuclear argentino.

“Un duro golpe a la industria tecnológica argentina”

En paralelo, un informe de La Voz del Interior, titulado “La cancelación de Atucha III: un duro golpe a la industria tecnológica más importante del país”, plantea dramáticamente el terreno perdido por culpa de esa descabellada decisión.

Uno de las primeros elementos que destaca Lucas Viano, autor del artículo, es que la cuarta central nuclear en el país “iba a tener mayoría de componentes nacionales”.

“La central era de tipo Candu, como la de Embalse, una tecnología canadiense. Sin embargo, el proyecto iba a ser financiado por China y buena parte de la tecnología iba a ser nacional, gracias a la experiencia adquirida durante la extensión de la vida útil de la central nuclear instalada en Córdoba y de la finalización de Atucha II”, reza el informe.

En 2018, la Argentina cumple 70 años de historia nuclear, desde la creación de la Cnea, durante el primer gobierno peronista. “El corolario de desarrollo es Invap. La empresa rionegrina es la mejor constructora de reactores pequeños del mundo. Su último hit fue exportar uno a Holanda por 400 millones de dólares. Reemplazará el Pallas, que abastece a Europa de radioisótopos para usos medicinales”.

Pero una de las claves la señala Daniel Arias, periodista muy informado respecto de la industria nuclear del país que, citado por Viano, asegura que “Atucha III era demasiado argentina para hacerse realidad y que quizá por eso el gobierno de Mauricio Macri decidió suspenderla. Esta central podría haber tenido un 70 por ciento de componentes nacionales”.

Lo que se iba a transformar en una “proeza de la industria nacional”, tal vez se convierta en bancarrota de decenas de pymes con chapa de “nucleares” al haber participado en la etapa final de la construcción de Atucha II y en el proceso de extensión de vida útil de la Central Nuclear de Embalse.

El artículo de La Voz también pone el índice en cómo afectará el ajuste en la Planta Industrial de Agua Pesada (Piap) de Neuquén, “la mayor productora de agua pesada del planeta, un insumo vital para el funcionamiento de este tipo de centrales”, y en ese sentido, el pronóstico es terrible: unos 400 ingenieros especializados en tecnología nuclear también corren riesgo de perder sus trabajos.

La pregunta que se hace Viano es pertinente: “¿Cómo se reemplazará este shock eléctrico? ¿Más petróleo y gas bombeado por las grandes firmas mundiales? ¿Energías verdes desarrolladas a partir de tecnología importada gracias el programa Renovar?”.

Lo peor es que el artículo da por sentado otro retroceso: “El Gobierno nacional garantizó la construcción de Atucha IV para 2022, una central nuclear china en todos los sentidos, porque tanto el dinero como la tecnología pertenecen al país asiático. Esto implica menos trabajo calificado para Argentina”.

El remate de Viano da que pensar: “La cancelación de esta central es el primer paso para la desnuclearización de Argentina, un país reconocido en el mundo por usar y desarrollar esta tecnología con fines pacíficos”.

“Infraestructura de China y Rusia, no”

Otro informe, en este caso del portal KontraInfo, da por sentado que la cancelación de las estratégicas centrales nucleares de China y Rusia en la Argentina se decidió por orden de EEUU.

“Por presiones del Fondo Monetario Internacional, Macri terminó cancelando los proyectos de construcción de futuras centrales nucleares en la Argentina, las que se iban a realizar con financiación de China y de Rusia, por lo que la excusa de «no contar con los recursos en un marco de austeridad» es sólo eso: una excusa”, puntualizó el medio alternativo.

Para KontraInfo, “los motivos son geopolíticos”, puesto que EEUU “busca restringir el desarrollo nuclear en terceros países, especialmente en países de lo que ellos consideran su «patio trasero» y menos con dependencia y tecnología de potencias rivales como China y Rusia”.

Pero hay otro dato duro que se agrega al riesgo que corren los científicos nucleares y las pymes del sector: “Las cinco mil personas que pensaban emplearse en la construcción de Atucha III en Zárate (junto a Atucha I y II) deberán buscar lamentablemente otro trabajo”.

El proyecto que permitía enriquecer uranio para la generación de energía ya disponía de 7.500 millones de dólares de financiación que ofrecía China, a devolver en 20 años y con una tasa aceptable del 5 por ciento.

Washington no sabe cómo disimular su furia en torno de la base de inteligencia espacial en Neuquén en Bajada del Agrio que China logró mantener férreamente, pese a las presiones de la embajada yanqui e incluso de la negativa del propio Macri.

“La Argentina garantizará el convenio estratégico con la potencia asiática por «una vigencia de 50 años», algo que siempre enervó al poder norteamericano dada la sospecha de un posible uso dual civil y militar”, destacó KontraInfo.

Las concesiones del macrismo en el poder se realizaron, sugiere el portal informativo, siguiendo una consigna ya tradicional del Imperio: “Comercien con quien quieran, pero infraestructura de China y Rusia, no”.

Y como todo cierra, a cambio de tamaño retroceso tecnológico, Trump ofreció compensar con migajas: apenas 800 millones de dólares, y destinadas a obras de infraestructura que llevarán adelante constructoras norteamericanas.

el eslabón hace tiempo que viene señalando cuál es uno de los objetivos de la operación de inteligencia y judicial que derivó en la causa de las fotocopias: embarrar al kirchnerismo y dejar afuera a los grupos nacionales de la construcción.

Lo cierto es que del plan nuclear argentino depende de que en las elecciones de 2019 permitan que el principal habitante de la Casa Rosada tenga conciencia nacional y popular. De otro modo, todos los sueños nucleares, desde Perón hasta Cristina, parafraseando al androide Roy Baty en una de las escenas finales del film Blade Runner, “se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”.

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