En el corazón de Villa Urquiza, populoso barrio del oeste de la ciudad, el Club Atlético Recuerdo de Evita, fundado en 1953, alberga a más de 150 pibes que corren detrás de una pelota inflada de sueños.

En 1951 las mujeres argentinas pudieron, por primera vez a través del voto, elegir los destinos de su patria. Un año más tarde, Eva Duarte de Perón, la gran impulsora de aquella postergada conquista, pasaba a la inmortalidad víctima de una grave enfermedad. En 1953, Julio Albarracín, afiliado al Partido Justicialista y fanático de Boca, decidió fundar una institución deportiva en su barrio, en el oeste rosarino. En honor a esa mujer que le había transformado la realidad a millones de compatriotas, y para rendirle homenaje al club de sus amores, lo bautizó Club Atlético Recuerdo de Evita y le impregnó para siempre los azules y amarillos.

La sede se erigió en La Paz y Rouillón, y el predio donde más tarde se levantarían las canchitas, está ubicado en Riobamba al 6100, en un espacio del parque Oeste al que los vecinos conocen como “La Quinta Luciani”.

Recuerdos

En la época de gloria, la institución que en su nombre homenajea a la abanderada de los humildes, fue uno de los grandes de la ciudad en ese nivel, incluso llegó a jugar un preliminar en la cancha de Vélez, donde se presentó la Selección Argentina Sub 20, según rememora el tesorero Claudio Mamana, quien se crió en el club. “De acá salió Ariel Ramírez, que no se escuchó mucho, pero jugó en San Lorenzo, en Deportivo Español, Atlanta”, afirma. “Los Coloccini pasaron por acá, como también el Chiri Colusso”, aporta el Coordinador deportivo, Daniel Fernández, también en diálogo con el eslabón. “Los colores los eligió el fundador, y siempre se mantuvieron. Al principio la camiseta era mitad azul y mitad amarilla, y después fue a cuatro paños. Ahora es toda amarilla con vivos o detalles azules o viceversa, pero siempre respetando esos dos colores. Y eso que la mayoría de la CD somos leproso, salvo éste”, dice Mamana, entre risas, y señalando a Daniel que luce una coqueta chomba del club.

El amor por la camiseta hizo que Claudio vuelva a su primera pasión, ya no dentro del verde césped, sino como dirigente. “Acá hubo siempre baby, desde sus comienzos, hasta que se desarmó y todo desapareció. Nosotros dejamos otro club para venir acá, donde ya no quedaba nada, ni siquiera el tejido. Nada de nada. Así que de a poco, con un par de familias amigas, empezamos a reconstruirlo, primero con plata de nuestros bolsillos”. Y agrega: “En su momento esto cerró porque lo habían sacado de la liga en la que participaba, por quilombos lo desafiliaron y sólo quedó la sede. Como nosotros jugábamos acá desde chiquitos, quisimos que vuelva a funcionar y me vine con mucha gente que estaba en el otro club. Practicamos sin nada, hasta que empezamos a poner el tejido porque no había delimitaciones, y de a poco el resto. Después hablamos con la liga Ardyti y nos metieron, así que comenzamos a jugar, y a medida que iba ingresando plata, hacíamos cosas”.

Así, el terreno baldío con el que se encontraron cuando volvieron a su segunda casa, se convirtió con los años –y con el laburo de vecinos– en un club de barrio, con bufé, baños, vestuarios, cancha alambrada, y hasta una pequeña tribuna. “Este predio nunca se perdió porque siempre había algo de fútbol, porque practican los veteranos. El Dani Quinteros (ex jugador de Rosario Central) también juega acá, y nos ayudó con las luces, con el riego bajo la cancha”, aporta el encargado de los humildes recursos económicos que maneja la entidad. “Yo estoy desde chiquito acá, toda la vida jugando en Recuerdo. A él –dice Mamana señalando al coordinador de fútbol– lo sumé después, vive acá en el fonavi. En el 2000 traje a mi hijo a jugar acá, porque el viejo Albarracín había vuelto a armar el baby, pero como se disolvió de nuevo, nos fuimos a Larroca. Ahí tuvimos unos años, hasta que por distintos problemas salimos. Y le propuse a la gente de ahí recuperar Recuerdo y nos vinimos todos para acá”.

La pesada herencia

Foto: Manuel Costa

El estado de los terrenos de Riobamba al 6100 no hacía pensar ni a propios y extraños que allí existió una cancha de fútbol, hasta que la institución fue recuperada por sus socios. “Cuando arrancamos no había nada acá, sólo un ranchito todo rajado y el bufé, que estaba usurpado, se caía a pedazos y adentro se llovía todo. Cuando el loco que vivía ahí se fue, nos pusimos a arreglar todo”, remarca el tesorero, que lamenta: “Acá se escucha cada cosa. Nosotros hicimos hace poco un viaje a Pilar, laburamos mucho para recaudar fondos, juntamos 75 lucas, sacamos dos colectivos, todo pago, y sin embargo, como pasa en todos los clubes, siempre hay alguien que dice que se afanan todo”.

Para contrarrestar la vieja y conocida frase “se robaron todo”, Mamana desarrolla su teoría, aplicable a otras situaciones: “Yo pienso que vos te das cuenta si roban en un club: si vos entrás y los tejidos están caídos, no hay nada pintado, no tenés baños, es seguro que se robaron todo. Pero si cada vez que entras, hay algo nuevo, remodelado o arreglado, no creo que alguien haya robado. Está a la vista”.

Aunque no padece inconvenientes grandes con los tarifazos, porque no tienen gas y la luz está subsidiada, Recuerdo participa activamente de la Red de Clubes de Rosario, porque son conscientes de la dura situación que padecen sus pares a la hora de abonar las boletas. “Cada vez que hay una convocatoria estamos presentes. Si bien acá no tenemos problemas de tarifas, a muchas familias se les complica pagar la cuota mensual que es de 120 pesos. Y aunque es difícil cobrarlos, por la situación del país, por la falta de laburo y lo que salen las cosas y los servicios, se le busca la vuelta para que aquel chico que no puede pagar, los padres colaboren de alguna manera con el club: cortando el pasto, dando una mano con la pintura o cuando hacemos eventos. La idea es que nadie se quede afuera por una cuestión económica. Además está el tema del traslado, la entrada de los familiares los días de partido, no es fácil. Pero siempre tratamos de resolverlo” añade Claudio.

Juegos Evita

Daniel Fernández es el máximo responsable del club cuando de jugar a la pelota se trata, y por eso, en esta nueva etapa de conformación de planteles para las 9 categorías del baby y juveniles, pidió convocar desde estas páginas a todos aquellos chicos que busquen un lugar en el verde césped. “Estamos todos los días a partir de las 18, y se pueden acercar desde la categoría 2014 hasta la Primera. Este año arranca la Superliga así que vamos a necesitar infantiles, juveniles y chicos que estén para jugar en Primera”, indica el Coordinador, quien a su cargo tiene unos 180 pibes.

“El año que pasó logramos conformar la Primera, la Reserva. Hacía 35 años que no teníamos fútbol en cancha de 11, y en 2018 armamos un equipo, con la estructura de juveniles. Pudimos entrar en la Superliga de Rosario, en la que también tendremos una línea de baby”, se entusiasma Fernández, y aclara que el plantel de entrenadores está conformado por “padres que vienen a dar una mano”. “Tratamos de elegirlos, de ir seleccionandolos a quienes son de confianza, por la voluntad y el esmero de cada uno, porque acá no les podemos pagar”, revela.

De todas maneras, Daniel para la pelota aclarando que figurar en los primeros puestos de las posiciones de cada liga en la que compiten “no es el objetivo”, pero “el año pasado tuvimos dos categorías que lograron el subcampeonato y otras que estuvieron entre los primeros cinco lugares”. Y sigue: “Teniendo en cuenta que hay clubes con estructuras mucho mayores e incluso algunos que traen pibes que juegan en Central o en Newell’s, anduvimos bastante bien. Acá son todos pibes del club”.

Por último, subraya que “acá, a diferencia de lo que pasa en la mayoría de los clubes, a los pibes que no juegan bien o incluso no saben jugar cuando llegan, no se los descarta, sino que se los manda a la escuelita que tenemos y todos tienen las mismas posibilidades de participar. Siempre proyectando a lo humano, al juego, a la diversión”.

Abanderados de los humildes

Antes de finalizar la entrevista, Claudio Mamana reveló un episodio ocurrido en 2012, cuando el club fue protagonista de un tremendo acto solidario que poco se visibilizó en los medios de comunicación de la ciudad. “El arquerito de la 2007 se golpeó con un palo y cuando lo llevan al médico le salta que tenía leucemia. El padre era changarín y la madre estaba sin trabajo, así que decidimos tratar de ayudarlos. Hablamos con la gente de la Liga Ardyti y armamos torneos con todos los clubes. Con lo que recaudamos, unas 70 lucas de aquel entonces, le pudimos comprar un departamento de dos ambientes en el Fonavi que está enfrente del club”. Y continúa: “Muchos nos decían que estábamos locos, que no teníamos nada y en vez de juntar plata para levantar el club se la dábamos a una familia, pero nosotros estábamos convencidos que la función de los clubes es justamente colaborar en lo que se pueda con la gente del barrio”.

Ya pasado el susto principal, el tesorero comenta que “el pibe hoy está bien, aunque lamentablemente no pudo jugar más al fútbol. Y el padre le cuenta a todo el mundo que Recuerdo de Evita se re portó con su familia, y eso para nosotros es el mejor premio del mundo”.

Pero ese no fue el único gesto con el vecindario: “Hace poco, a una mamá de un chico de la 2001 le desvalijaron la casa. Entonces en la última jornada Ardity, todo lo recaudado, junto con alimentos no perecederos y ropa que le pedimos a la gente, se lo dimos a ella”, concluye.

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