El unipersonal Border escrito y protagonizado por Melisa Martyniuk, propone una historia atravesada por la discapacidad, las prótesis de alta tecnología como extensión del cuerpo, y la mediatización del fenómeno.

“Los tullidos cambiaremos el sentido y la dirección de este mundo. Somos los precursores del hombre del mañana. ¡Que se viralice!”, interpela un pasaje de Border, la obra escrita y protagonizada por Melisa Martyniuk, con dirección de Verónica Leal, que vuelve a escena los viernes 8, 15, y 22 de febrero, en el espacio La Peruta, Pellegrini 957.

Esta tragicomedia, absurda y realista, se estrenó el año pasado, y tiene su germen en 2015, cuando la actriz y docente Melisa Martyniuk, en un ejercicio teatral, comenzó a trabajar en su cabeza una serie de imágenes y sonidos que fue montando en una secuencia dramática: “El texto lo empiezo a escribir como una necesidad mía de volver a actuar. Estaba haciendo otras cosas como dirigir, estudiar o escribir, y empecé a ver el teatro desde otros lugares, pero más desvinculado del cuerpo. En 2015 hicimos una jam en La Peruta, que es un espacio que yo empecé a gestionar con otras compañeras, y el único requisito era que había que hacer un texto propio, corto. Y ese fue el primer impulso para empezar a escribir. A mí ya se me habían disparado unas ideas, más bien unas imágenes, cosas que me venían apareciendo. Me imaginaba actuando en silla de ruedas, o una canción en particular, que se llama I’m waiting here, de Lykke Li, me resonaba en loop, aunque en realidad después no apareció más en la obra, pero fue como una generador de imágenes”.

Aquel primer ejercicio dramático duraba 15 minutos. Tiempo después, Martyniuk retomó la idea y trabajó la historia durante varios meses, entre 2016 y 2017.

El relato principal de Border tiene como protagonista a Marisol, una bailarina que, a causa de una repentina discapacidad, queda obligada a trasladarse en silla de ruedas. Y atravesada por una crisis de pareja encuentra en las redes sociales un medio propicio para contactarse con el mundo y popularizarse. Después sucede una aparición inesperada, que alimenta su ambición, lo que la llevará a tomar una decisión que cambiará su vida drásticamente.

Cyborgs, diversidad funcional, mediatización y mercado

Según la autora, el unipersonal se nutrió también de varios ejes disparadores que surgieron de textos que leyó e imágenes y sensaciones que rodaron en su cabeza de un lado a otro del charco: “Cuando estuve en España, presencié una muestra que se llamaba + humanos. El futuro de nuestra especie, que era una muestra de cyborgs, superhumanos y clones. La muestra estaba buena pero era polémica, no me terminaba de convencer. No sé si ahora todavía me convence, pero, en ese momento, me parecía muy impactante, y en esa muestra me encontré con unos videos de Aimee Mullins, que es una mina que nació sin piernas, y decide hacerse una prótesis y puede volver a caminar. La mina se hace super conocida y empieza a correr carreras con prótesis, y un día le preguntan si pudiera elegir haber nacido con piernas o no, ella responde que elegiría la vida que tiene ahora. Claro, tiene una vida de fama y negocios. Eso es lo que yo pensaba en principio , pero no es para juzgar, son cosas que me aparecían en la cabeza. La mina mostraba que tenía doce pares de piernas, algunas talladas en madera, otras que son de chita, para correr más rápido, y bueno, todo eso me resonaba, y fueron disparadores para después escribir, como otra muestra que vi allá sobre diversidad funcional, que es como denominan a la discapacidad”, contó la dramaturga y psicóloga social de 32 años.

El deseo de Martyniuk de poner el cuerpo en escena, las imágenes y sonidos que aparecieron, y las exposiciones que le impactaron, fueron nutriendo el futuro guión de Border: “Estaba estudiando una maestría en estudios culturales, y justo estaba haciendo un seminario de cuerpo, tecnología y ciudad, y leyendo un apunte sobre la protésica y de repente me vinieron cosas de distintos lugares: años atrás me había imaginado actuando en una silla de ruedas. Esas muestras que había visto, y los textos, como que me empezó a mover fichines y me puse a escribir un poco de todo eso que me estaba resonando, cosas que en realidad no quedaron muy explícitas”, aclaró la actriz egresada de la escuela Provincial de Teatro y Títeres, que admite que el espíritu de la obra es contar y “por ahí, no sé si es opinar sobre los temas que mencionaba antes, en el sentido de juzgar, sino poder construir a partir de ahí un relato”.

Melisa describe su experiencia de escribir como “muy rara”. “En principio no sé mucho lo que va a salir, aparecen canciones o cosas que son disparadores y empiezan a operar en mi cabeza. Y a medida que voy escribiendo, voy encontrando la historia”.

Ficha técnica y artística
Texto y actuación: Melisa Martyniuk.
Dirección: Verónica Leal.
Asistencia técnica: Iván Kozenitzky / Cristian Ferreira Da Cámara.
Diseño audiovisual: Facundo Kaminsky.
Asesoramiento coreográfico: Virginia Brauchli.
Diseño de luces: Carla Tealdi.
Diseño escenográfico: Maximiliano Arana.
Vestuario: Soledad Mercado.
Supervisión de puesta en escena: Matías Martínez.
Fotografía: Ariel Smania.
Diseño gráfico: Lucía Macellis.

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