Fueron un montonazo: señoras y pibitas, lesbianas, travestis, identidades no binarias, infinitos géneros y edades. Todas coincidían en algo: un pañuelo verde, mucho calor, sonrisa imborrable y la ansiedad y alegría de un nuevo año de lucha que comienza. La Campaña Nacional por el Aborto Seguro, Legal y Gratuito convocó este martes 19 a un pañuelazo federal para recordar que a pesar de la decisión de la Cámara de Senadores, hay un debate que ya se ganó en la sociedad y que por lo tanto el reclamo y la exigencia seguirán a la orden del día: en Argentina la interrupción voluntaria del embarazo tiene que ser ley.

Foto: Javier García Alfaro

Foto: Javier García Alfaro
Foto: Javier García Alfaro

El 19 de febrero de 2018 se realizó el primer pañuelazo federal. Tanto el año pasado como este, la intervención fue el anuncio de que se volvería y volverá a presentar el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. En 2018, el debate logró, por primera vez, llegar a la Cámara de Senadores de la Nación. De febrero a agosto, los pañuelazos se multiplicaron y potenciaron al mismo ritmo vertiginoso de la marea feminista que ya no tiene vuelta atrás en el país.

Foto: Javier García Alfaro

Este martes, el calor fue sofocante. Pero ya está claro: ni los senadores y senadoras, ni el calor, ni la lluvia a la madrugada. Nada frena este reclamo. Por eso, alcanzó con que el sol se aleje de la plaza San Martín para que se inunde de pañuelos verdes, mate, ferias y ese característico encuentro que implican las movilizaciones y concentraciones feministas. A las 19, en simultáneo con escenarios similares que se estaban dando en todo el país, las tres mil personas convocadas se plantaron frente a la sede de gobernación, levantaron sus pañuelos, se bancaron el asfalto hirviendo y cantaron a todo ritmo que si no hay aborto legal / qué quilombo que se va a armar.

Foto: Javier García Alfaro

 

Foto: Javier García Alfaro

 

Más notas relacionadas
Más por Redacción Rosario
Más en Ciudad

Dejá un comentario

Sugerencia

Cholo bandoneón

Rodolfo Montironi, leyenda viva del tango, repasa sus más de 80 años con el fuelle y asegu