Este 8 de marzo, un nuevo paro feminista, plurinacional e internacional tomará las calles del país y volverá a hacer historia. Mientras tanto, los grupos antiderechos, la violencia y la crisis económica también crecen a pasos agigantados. En Rosario, a lo largo de febrero hubo multitudinarias asambleas preparatorias con múltiples voces.

El sol parte la cancha. Los ánimos están que arden y la pelota no entra en ninguno de los dos arcos. Cada vez que se acerca al área del rival cerramos los puños, puteamos un poco más y depositamos la fe que nos queda en los once nuestros. Estamos nosotros. Estamos nosotras. Y está quien marca la diferencia. “¡Nélida!”, grita alguien desde un allá, lo suficientemente lejos para jamás verle la cara, lo suficientemente cerca para escucharlo siempre. “¡Nélida!”, cada vez que el rival se acerca a su arco. “¡Nélida!”, cada vez y nunca es gol, nunca va a entrar, siempre va a quedar la suerte de nuestro lado. “¡Nélida!”, dicen por ahí, invocando una cábala, una magia divina, marcando la diferencia. Y Nélida va, Nélida viene, se sale con la suya. Los otros nunca nos meten un gol.

Pasa en la cancha y pasa en la vida. A más de uno y una no les gustará, pero las Nélidas están en todos lados, invocadas o no. Son las brujas que la pelean adentro y afuera del campo de juego, lejos de la suerte, haciendo malabares para que los otros no metan goles. O al menos para que no perdamos por goleada. Son las que laburan todos los días para que los pibes y las pibas vayan a la escuela y para que no les falte un plato de comida. Son las cómplices que te esperan en el centro de salud para que puedas practicarte un aborto y no mueras en el intento. Son las laburantes detrás del mostrador, la ventanilla, el vidrio, la mesa, el tablón de la feria. Son las amas de casa y delegadas gremiales. Son tus amigas, tu vieja, tu abuela, tu hermana, tu hija. Son las travas, las tortas y no binaries que enseñan nuevas formas del deseo y la identidad. Son las que este 8 de marzo paran el mundo y copan las calles.

En la cresta de la ola

Las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries llevan años construyendo los feminismos que hoy están en boca de todos y todas. No es casual que se haya llegado hasta acá. La construcción abarca desde los más de 30 Encuentros Nacionales de Mujeres hasta el Ni Una Menos de 2015, pasando por el primer paro de mujeres en octubre de 2016 a las concentraciones de millones frente al Congreso de la Nación por la legalización del aborto en 2018. La construcción también implica una transformación cotidiana: en las casas, en las camas, en las calles, en el trabajo. “Vamos a cambiarlo todo”, dicen las protagonistas de esta época y todos los días lo ponen en práctica.

Las asambleas y comisiones por el 8M se realizaron a lo largo de febrero en el Centro Cultural La Toma | Foto: Carla Scolari

La revolución feminista avanza a pasos largos conquistando todo. Tanto como aparecen los cambios en el lenguaje, los protocolos contra la violencia de género en espacios laborales, las denuncias, las nuevas relaciones, colectivos y organizaciones, aparecen las reacciones. Y en un contexto de crisis económica, pérdida de derechos y crecimiento de movimientos de derecha, esas reacciones significan más violencia y más pobreza para mujeres y disidencias. La primera y más clara de estas reacciones se expresa en lo que continúa siendo el motor de reclamo y organización: la violencia de género. Mientras algunos aún se preguntan por qué paramos, otras tantas seguimos contando muertas. Al cierre de esta edición, se habían registrado sólo en 2019 unos 39 femicidios y más de 15 crímenes de odio contra travestis y trans, cuyo promedio de vida descendió de 38 a 34 años. En 2018, se contaron (porque se conocieron) 259 femicidios y travesticidios en todo el país.

Las mujeres y disidencias ya tienen las calles, pero falta. Los movimientos antiderechos, la mayoría de ellos ligados a grupos evangelistas, fueron creciendo a la par del debate por el aborto legal, seguro y gratuito. Y si bien no llegaron a ser millones, sí hicieron y hacen uso de su poder. No sólo ganó el “no” a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en la Cámara de Senadores de la Nación. En Santa Fe, lograron frenar el debate por la Ley de Educación Sexual Integral, por el Cupo Laboral Trans y la Paridad de Género en el poder legislativo. Los tres proyectos ya tienen media sanción. Este año, además, a dos niñas de 11 y 13 años de Tucumán y Jujuy le negaron la ILE y a cambio les practicaron una cesárea. Es decir, las obligaron a ser madres. Las dos habían sido violadas, causal por la cual el aborto es legal  desde 1921.

Organizadas y en manada

Sobran las razones para que la marea siga siendo marea, un flujo constante de crecimiento del movimiento. Sobran razones para que este 8 de marzo continúe marcando el rumbo de la Historia y del movimiento feminista, el más masivo, heterogéneo y dinámico de los últimos años. En Rosario y todo el país, las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries lo saben. Por eso, a lo largo de febrero protagonizaron multitudinarias asambleas en las que se fijaron los lineamientos más importantes para la jornada.

Foto: Carla Scolari

El primer piso de La Toma fue la sede local de la discusión. Allí, representantes de movimientos sociales, partidos políticos, centros de estudiantes, colectivos artísticos, de la diversidad, de pueblos originarios e incluso mujeres afrodescendientes tomaron la palabra. La premisa compartida y base de toda discusión fue simple: que estén todas las voces porque es el día de todas las mujeres y disidencias, y ya nadie habla por nosotras. Las diferencias no quedaron a un lado en ningún momento y los consensos hicieron lugar a una movilización que cambia tanto como el movimiento que la convoca. De esta forma, para lo único que no hay dudas es que, sea bajo la bandera que sea, cualquiera sea el recorrido o el documento que se lea, nadie va a faltar, porque la marcha, primero y sobretodo, es su marcha.

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora se celebra como tal desde 1975, cuando lo institucionalizó la Organización de las Naciones Unidas. Las mujeres, sin embargo, ya habían protagonizado actos bajo esa nómina desde 1909. En los últimos años, la jornada que reunía sobre todo a gremios, partidos políticos y un puñado de feministas, mutó, se volvió masiva, transgresora y más inclusiva que nunca. Para este año se espera mucho más que una jornada de memoria. Se movilizan las mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans y no binaries; la convocatoria a parar el mundo no va con chiquitajes. Este 2019 el paro es Feminista, Plurinacional e Internacional.

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