Los gobiernos de Argentina, Chile, Colombia, Brasil, Ecuador, Perú y Paraguay lanzaron el Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur) en el mismo lugar donde, en 1975, nació el Plan Cóndor, que coordinó planes de extermino de las dictaduras.
El 28 de noviembre de 1975 nació en Santiago de Chile el sistema formal de coordinación represiva entre los países del Cono Sur que funcionó desde mediados de la década del 70 hasta iniciados los años 80 para perseguir y eliminar a militantes políticos, sociales, sindicales y estudiantiles de nacionalidad argentina, uruguaya, chilena, paraguaya, boliviana y brasileña. Fue una asociación ilícita que coordinó las persecuciones y las masacres perpetradas por las dictaduras de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay, y fue impulsado y monitoreado por EEUU, que además entrenó a los ejecutores en la Escuela de las Américas. Más de 40 años después, muy otro es el contexto, así como las condiciones sociales, políticas y económicas que existen en el continente y en el mundo. Pero los gobiernos de derecha de la región trabajan al servicio de similares o idénticos intereses económicos, y sus políticas benefician a los mismos grupos concentrados.
El actual ataque sistemático a los movimientos sociales (que no excluyen la persecución, asesinato y desaparición de referentes), los ajustes y las privatizaciones, al igual que la persecución de militantes a través del uso de la justicia al servicio de los intereses del poder corporativo (lo que se conoce como guerra judicial) y las campañas a través de los medios de prensa hegemónicos, socavan la democracia y constituyen nuevas estrategias al servicio de la desintegración regional, la sumisión al imperio y el avance contra los derechos de las mayorías.
Estas nuevas formas de embestir contra los intereses populares en la región, y contra los procesos nacionales, populares y progresistas que se desarrollaron en décadas pasadas, que plantearon la integración regional a partir de un grado mayor de independencia con relación al imperio, es vista por muchos analistas como una suerte de Plan Cóndor II, una forma de continuidad de aquel sistema nefasto, claro que por otros medios, acordes al nuevo contexto regional y mundial.
La creación del nuevo organismo es la continuidad de la labor que viene realizando el denominado Grupo de Lima. Formado por los gobiernos de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú, este grupo viene siendo funcional a los intereses de EEUU y a la oposición al gobierno de Nicolás Maduro.
El 11 de febrero los presidentes de esta agrupación se reunieron en Bogotá y, en perfecta sintonía con las presiones de EEUU, pidieron a las Fuerzas Armadas de Venezuela que derroquen a Maduro.
La creación de Prosur se da en el marco de una nueva y desembozada injerencia de EEUU en América Latina. El 4 de marzo, el asesor de Seguridad Nacional de EEUU, John Bolton, reflotó la Doctrina Monroe, en la que EEUU se autoproclamó “dueño” del continente. Data de 1823 y se le atribuye al mandatario James Monroe.
Bolton anunció que su administración busca crear “una coalición lo más amplia posible para reemplazar” a Maduro. “En esta administración no tenemos miedo de usar la frase Doctrina Monroe”. “Este es un país de nuestro hemisferio”, dijo, en referencia a Venezuela.
El 18 de febrero pasado, el presidente de EEUU, Donald Trump, amenazó a Venezuela con un discurso propio de la Guerra Fría. Instó a los militares a dar un golpe para “no perder todo”. Y atacó, además, a Cuba y Nicaragua, que junto con Venezuela están en la mira del imperio con el objetivo de eliminar “el socialismo” en todo el continente.
Como una forma de cristalizar e institucionalizar el giro a la derecha de parte de la región, el viernes 22 de marzo nació formalmente en Chile el Foro para el Progreso de América de Sur (Prosur). Siete presidentes de Sudamérica (Chile, Colombia, Brasil, Argentina, Perú, Paraguay y Ecuador, además del representante de Guyana), firmaron la declaración inicial de un organismo regional que permitirá afianzar la coordinación de las derechas a nivel continental.
Venezuela no solo es la excluida “hasta que el gobierno de Nicolás Maduro no sea revocado o derrocado”, sino que es el gran objetivo, el gran “enemigo” incluido en el Eje del Mal por el Imperio. El Prosur nace como una herramienta para forzar la caída de Maduro.
Bolivia, Uruguay y Surinam asistieron a la cumbre inaugural para conocer los alcances de la cita, pero rechazaron su participación en el nuevo organismo.
La iniciativa forma parte de una embestida de las derechas regionales que ya viene de lejos y tiene como fin destruir los organismos de integración regional que operaron en épocas pasadas: fundamentalmente la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Ambos organismos son identificados con las políticas de Hugo Chávez, Néstor y Cristina Kirchner, Lula da Silva, Evo Morales y Rafael Correa. La idea es un cambio a pedir de EEUU y las grandes corporaciones.
“Se trata de una herramienta de cooperación, de diálogo sin ideologización alguna», dijo el mandatario colombiano Iván Duque luego de un encuentro bilateral con el presidente Sebastián Piñera en La Moneda, durante la reunión en la que se lanzó Prosur.
La idea del nuevo organismo es darle el tiro de gracia a Unasur, que va viene siendo debilitado.
El 14 de marzo, el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, anunció que su país se retira definitivamente de la Unasur. Y además pidió la devolución del edificio donde tiene sede el organismo regional, y avisó que retirará la estatua del ex presidente Néstor Kirchner, ubicada en la entrada del lugar.
Colombia lo había hecho antes, en 2018. En agosto de ese año, la cancillería de ese país anunció que se había tomado la “la decisión política” de retirarse, tal como lo había anunciado y prometido reiteradamente Duque, al considerar que esa organización se ha convertido en un “cómplice de la dictadura venezolana”.
Unasur llegó a contar con doce países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, Perú, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Uruguay, Guyana y Suriname. En abril de 2018, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú suspendieron “por tiempo indeterminado” su participación, lo que equivale efectivamente a un retiro. Con la salida de Ecuador anunciada el 14 de marzo de 2019, el bloque se quedó con cinco miembros.
“Este espacio abordará de manera flexible y con carácter prioritario temas de integración en materia de infraestructura, energía, salud, defensa, seguridad y combate al crimen, prevención y manejo de desastres naturales”, indica la Declaración de Santiago, acta constitutiva del Prosur.
“Destacamos nuestro compromiso para consolidar y profundizar el desarrollo sostenible, erradicar la pobreza en todas sus formas y dimensiones, lograr una mayor igualdad de oportunidades y permitir a nuestros ciudadanos desplegar sus talentos, capacidad de innovación y el emprendimiento”, señala el texto.
“Los requisitos esenciales para participar en este espacio serán la plena vigencia de la democracia, de los respectivos órdenes constitucionales, el respeto del principio de separación de los Poderes del Estado, y la promoción, protección, respeto y garantía de los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como la soberanía e integridad territorial de los Estados, con respeto al derecho internacional”, sostiene la Declaración de Santiago.
La creación de Prosur es síntoma y producto del avance de las derechas en el continente con las llegadas al poder de Mauricio Macri en Argentina (2015), Sebastián Piñera en Chile (2018), Mario Abdo en Paraguay (2018), Iván Duque en Colombia (2018) y Jair Mesías Bolsonaro en Brasil (2019). Pero no está todo dicho. Lejos de ser un avance definitivo, se trata de un continente en disputa: en octubre hay elecciones presidenciales en Bolivia, Uruguay y Argentina.