La abanderada de la lucha por la profesionalización del deporte de la redonda entre las mujeres, pasó por Rosario y habló con este medio de sus inicios con la pelota, su fanatismo por Colón de Santa Fe y su militancia feminista.

“No soy más jugadora del Club Deportivo UAI Urquiza”. Con esas palabras escritas en enero pasado en su cuenta de Twitter, el nombre de Macarena Sánchez comenzó a circular por medios de todo el país y el mundo. El reclamo de profesionalizar el fútbol femenino, que le valió la expulsión –en la mitad del torneo– del club con el que conquistó cuatro títulos, parecía descabellado en un deporte que en el país es manejado por hombres y para hombres, pero también muy practicado por mujeres. En el medio hubo apoyos del movimiento feminista y hasta de la senadora y ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Maca, además, recibió amenazas de muerte. El partido que parecía imposible se revirtió y el resultado fue el anuncio de la AFA el pasado 16 de marzo, reconociendo el vínculo laboral de las futbolistas con los clubes, poniendo fin al amateurismo de la disciplina en la Argentina.

Durante sus charlas en la ciudad, en la Facultad de Derecho de la UNR y en el Centro de Formación Profesional Pichincha del Sindicato de Prensa Rosario (SPR), Macarena Sánchez paró la pelota para dialogar con el eslabón sobre las problemáticas de género en el mundo de la redonda, pero también hubo tiempo para jugar: repasó sus inicios, en los que cambiaba muñecas por pelotas, su fanatismo por el Sabalero y su militancia feminista.

Juego, luego existo

La Maca Sánchez, como se la llama de manera más simpática, es categoría 91, santafesina, y se banca esta condición desproporcionada entre jugadores y jugadoras desde los 5 años, cuando comenzó a dar sus primeros pasos con la pelota entre sus pies. “Vengo de una familia muy futbolera, y arranqué con esto por diversión. Me gustaba más la pelota que la muñeca”, se ríe la delantera, y asegura: “A medida que fue pasando el tiempo me fue apasionando un poco más, y cuando ya estaba en la adolescencia sabía que quería ser esto. Pero también ser profesional y vivir de esto”. En su casa no había mucha disputa por el balón “porque –indica– somos tres hermanas mujeres, así que no era la única que hacía deportes. Pero al fútbol me lo inculcó mi viejo, que es fanático”.

Antes de convertirse en una especie de abanderada de las futbolistas, y de saltar a la Primera División Femenina, dejó su marca en la capital provincial. “Empecé en un club a los 15, en la Universidad del Litoral de Santa Fe; después pasé a Colón, donde sólo estuve un par de meses hasta que la actividad cerró; y en el último club santafesino en el que estuve fue en Logia”. Desde 2012, llevó sus goles a Villa Lynch, defendiendo la camiseta de la UAI Urquiza, institución con la que aún está en conflicto.

Macarena es 9 de área, aunque confiesa que “me gusta jugar más por afuera, pero por mi contextura física, que para lo que es el fútbol femenino soy bastante grandota y alta, me ponen siempre de área”. Y es también fanática de Colón: “Me gustaba ir a la cancha. Ahora dejé de ir por tema de distancias, pero siempre fui socia y mi viejo nos llevaba a mí y a mis hermanas. Veía mucho fútbol, por eso digo que no sólo me apasiona jugarlo, sino también mirar”.

Como siempre fue atacante, sus mayores ídolos tienen esas características: Esteban Fuertes y Lucas Alario, a quienes vio de cerca en el Cementerio de los Elefantes. “Siempre me gustó el Bichi, que es ídolo de Colón, y también seguía mucho a Alario, que arrancó en el club y después la rompió en River”, dice. Pero más de grande, sus gustos futbolísticos viraron al fútbol femenino: “Ahora tengo muchas referentes jugadoras, como Flor Bonsegundo, que es amiga mía además. Juega en España, en la Selección, y si bien no es delantera (juega de enganche) es una gran referente para mí, no sólo en lo futbolístico sino también fuera de la cancha”.

El equipo verde

“Cuando yo arranqué a jugar, hace 20 años atrás, era mucho más difícil y obviamente había mayores dificultades que las de ahora”, reconoce Maca. “Por suerte, la sociedad ha cambiado. Más allá de eso, hoy todavía se siguen viendo, en menor medida, las mismas dificultades y la misma falta de desarrollo”, admite, y enumera: “No se cuenta con escuelitas, no hay clubes en los que puedas inscribirte o que te puedan llevar tus viejos. Eso, aún, es una cuenta pendiente”.

Foto: El Grito del Sur

Lo de militar la equidad en el deporte que la apasiona, no es casual. Y tampoco es casual que se haya hecho carne en este contexto y en estos tiempos. “Siempre me molestó la diferencia (en el trato en el fútbol entre hombres y mujeres), las injusticias y las desigualdades por el género. Pero obvio que a todo eso no le había puesto un nombre hasta que empezó esta visibilización del feminismo”, señala con un dejo de orgullo, y añade: “Ahí lo empecé a relacionar y a militar el feminismo desde otro lado, yendo a marchas y demás, y obviamente lo relacioné con el fútbol. Pero la militancia, por más que no tenía un nombre, siempre fue una cuestión de género”.

Maca confiesa que al principio le costó encontrar con quién tirar paredes en el partido de la militancia, y también hallar su propio lugar en la cancha. “En un primer momento no tenía compañeras con quienes hablar determinadas cosas o compartir inquietudes, porque no estaba tan visible el tema del feminismo, y no estaba tan naturalizado esto de ir a marchas, o movilizaciones como las de ahora. Ni siquiera a mí me pasaba eso, aunque sí lo militaba desde otro lado”, rememora, pero aclara: “Desde hace unos años atrás, las chicas se empezaron a sumar y comenzamos a ir en conjunto. La lucha pasó a ser colectiva, en equipo, y siempre es más fácil jugar en equipo”.

El estampido de un gol

El ruido que hicieron las declaraciones de Maca Sánchez atronó en las tribunas del país entero, y hasta traspasaron las fronteras. “Me impresionó, fue bastante masiva, mucho más de lo que yo esperaba en realidad. Sabía que podría tener una repercusión grande a nivel nacional, pero no nos imaginamos que trascendiera al plano internacional”, reconoce la futbolista. “Fue buenísimo, y no para mí en particular porque siempre aclaro que esto es colectivo, no es personal. Sí le puse la cara porque fue una situación desafortunada la que me tocó vivir, pero más allá de eso esto es un reclamo de todas, porque todas pasamos por esto o situaciones peores. Por eso celebro la visibilización que se le dio al caso”.

Tal fue la repercusión que la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner la convocó a un encuentro para interiorizarse sobre el tema y brindarle su apoyo en la noble causa. “Fue una reunión muy amena, ella es muy agradable y se notaba que estaba muy interesada en el tema”, dice Maca y le brillan los ojitos. “Obviamente que había cosas que no sabía y le estuve contando. Se indignó y me transmitió su apoyo, además de ponerse a disposición para lo que necesitemos”.

Su partido aparte

El duelo entre Macarena Sánchez y la UAI Urquiza arrancó a mediados de enero, cuando la jugadora presentó una intimación extrajudicial, luego de que la institución le comunicara que quedaba desvinculada de sus funciones como futbolista. Como el despido se produjo a mitad del Torneo de Primera División, a Maca no le queda otra que esperar, sin laburo, a la apertura del próximo libro de pases. En su momento, Sánchez y sus abogadas denunciaron “la vulneración sistemática de los derechos como trabajadoras del deporte de las jugadoras de fútbol en Argentina por el simple hecho de ser mujeres”, e informaron que la intimación alcanzaba también a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).

Al respecto, este jueves hubo una audiencia conciliatoria con AFA y el Club Deportivo UAI Urquiza, de la que la santafesina esperaba “que sea una instancia de diálogo, respeto y buena predisposición”. Sin embargo, el resultado dejó mucho que desear. “La primera instancia conciliatoria fue con la ausencia del club, quien fue notificado pero decidió no presentarse”. La próxima conciliación obligatoria, la revancha, será el 2 de mayo.

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