El decano de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), José Goity, destaca el papel clave de las ciencias humanas. El lunes comienza en Rosario un congreso internacional que analiza “Las humanidades por venir”.

Las humanidades son fundamentales para cualquier sociedad que pretenda ser mejor, más vivible, más inclusiva, para que la gente viva feliz. De la misma manera que es importante tener un medicamento, acceso al agua potable y a un hábitat de condiciones de vida digna, las humanidades son fundamentales”. La opinión es del decano de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), José Goity, quien la comparte con el eslabón para destacar el valor de las ciencias humanas y a la vez denunciar el brutal ajuste del gobierno nacional que hoy arrasa con la ciencia argentina. Por eso también alerta que en estas decisiones de achicamiento “hay una intencionalidad política pero también mucho de ignorancia”.

La discusión cobrará fuerza en el congreso internacional “Las Humanidades por venir. Políticas y debates en el siglo XXI” que comienza este lunes y se extiende hasta el miércoles próximo, en la Facultad de Entre Ríos al 700. Es organizado por Humanidades y Artes y el Instituto de Estudios Críticos en Humanidades (Conicet/UNR).

En el congreso participarán reconocidas y reconocidos investigadores como Néstor García Canclini, Dora Barrancos, Eduardo Rinesi, Nora Catelli y José Emilio Burucúa, quien será distinguido con el título de Doctor Honoris Causa.

El título del congreso, “Las Humanidades por venir”, es prometedor y tiene una interesante carga de futuro. ¿Por qué este tema?

Surge a partir de las charlas que venimos teniendo con la directora del Instituto de Estudios Críticos en Humanidades (IECH), la doctora Sandra Contreras. También de una preocupación común en torno al campo de las humanidades, como espacio de conocimiento y como un espacio producción de conocimiento, en el marco de la crisis científica tecnológica en la Argentina. Es decir, cómo se ven afectadas en un momento de achicamiento y ajuste. Y además hacia el interior: cuál es el lugar de las humanidades en la producción del conocimiento. También la preocupación sobre cierta situación de desventaja, de segregación, de marginación que tienen las humanidades y las ciencias sociales en inversión pública en investigación. En la discusión entre las ciencias “duras” y las ciencias “blandas”, las humanidades se ven perjudicadas. En este panorama, tenemos que dar el debate del lugar de las humanidades y la importancia que tienen en toda sociedad. Para eso tenemos que debatir cuáles son las humanidades por venir. Así surge la idea de un congreso que le dé visibilidad al campo humanístico.

La segregación que marca sobre las ciencias sociales y humanidades se hizo evidente en el restringido ingreso de investigadores al Conicet, donde de los muy pocos admitidos, un mínimo fue de estas disciplinas.

Estamos en una situación desesperante y muy angustiante. Acá mismo en el IECH y en la propia facultad hay investigadores jóvenes, brillantes, que tienen un potencial para aportar enorme, que deberían haber sido admitidos e incorporados con puntaje casi de cien y que no tuvieron la admisión a la carrera de investigador. Eso es gravísimo porque estamos hipotecando el futuro de nuestro país.

¿Cómo analiza el ajuste en ciencia, en investigación? ¿A qué obedece?

Son proyectos políticos, de sociedad, coherentes con una idea. Está claro que el proyecto político y social de este gobierno tiene algunas prioridades que no están dadas en la producción de conocimiento a nivel general, no solamente en las humanidades. No se prioriza el conocimiento autónomo, nacional; tampoco la producción nacional, que puede ir desde hacer un tornillo hasta crear una patente o desarrollar una línea de investigación literaria, histórica o sociológica. No se prioriza lo que se hace en el país, y dentro de eso hay algunos sectores que sufren más, como la ciencia y la tecnología. Y a su vez, las humanidades lo padecen más porque justamente es muy difícil hacer entender el valor de, por ejemplo, una producción literaria en torno a una figura como puede ser (Juan José) Saer o las nuevas líneas de pensamiento nacional o latinoamericano. A veces nos cuesta que la sociedad entienda el valor de esa inversión y este gobierno ni siquiera la considera. No solo no es una prioridad sino que además no tienen capacidad de pensarla, de entender de qué se trata y cuál es la importancia. Hay una intencionalidad política pero también mucho de ignorancia. Claro que también tiene que ver con un proyecto político, cultural, social y económico.

¿Cómo dar la pelea para cambiar esa percepción social, y que el aporte de las humanidades sea valorado?

Ese fue el sentido por el cual pensamos este congreso. Le pusimos Las Humanidades por venir pensándolo como el futuro promisorio, pero también por cuál debería ser el lugar de las humanidades en la sociedad que queremos. Tenemos que salir del caparazón de lo exclusivamente académico y universitario, y generar una alianza con la sociedad para que pueda entender ese valor. Nosotros tenemos claro por qué trabajamos en esto, y que lo hacemos con mucha honestidad intelectual; sabemos que lo que hacemos tiene un valor social que no siempre es comprendido. Lo que hace este gobierno es potenciar esa incomprensión para deslegitimar determinados saberes. Nuestra responsabilidad es dar el debate y no dar por sentado que lo hacemos es bueno y está bien. Lo que hacemos es válido, pero eso tiene que ser compartido por la sociedad.

Se me ocurren muchos ejemplos de aportes de investigaciones en materia educativa. Si tuviera que mencionar alguno ¿cuál sería?

Un hito fueron las investigaciones de Emilia Ferreiro sobre las adquisiciones de la lengua escrita, cómo los niños aprenden (a leer y a escribir) más allá de sus maestros. Y luego todas las teorías críticas en educación. Me marcó mucho la presencia de Michael Apple, la capacidad de entender al vulnerable, cómo la educación es una herramienta fenomenal de inclusión. El poder transformador de la educación que viene de la tradición marcada por Paulo Freire y cómo la educación puede pensar una sociedad. Podemos hacer una lista muy grande de intelectuales que han logrado transformar en algo concreto el valor que tiene la educación. Y esto solamente en educación, si lo trasladamos a la literatura, a la historia, a la antropología… veremos todo el abanico cultural que da pensar las humanidades, y que éstas son fundamentales para cualquier sociedad que pretenda ser mejor, más vivible, más inclusiva, para que la gente viva feliz, que viva y se desarrolle. De la misma manera que es importante tener un medicamento, acceso al agua potable y a un hábitat de condiciones de vida digna, las humanidades son fundamentales.

¿Cuáles son sus preocupaciones sobre la universidad de hoy?

Lo que me preocupa de la universidad es el contexto general, porque no solamente tenemos un problema de financiamiento universitario sino que hay un empobrecimiento de la sociedad en general. La sociedad, los trabajadores se están empobreciendo, entonces también se empobrecen la universidad como herramienta del Estado, sus docentes que son quienes la sostienen, los no docentes y los estudiantes. Tenemos un proceso de empobrecimiento general en nuestro país que afecta directamente a la universidad. Creo que la universidad tiene un potencial enorme y una gran herramienta que es la capacidad de construir proyecto político. La universidad resistió al menemismo, mejor que otras organizaciones de la sociedad, ni que hablar de las empresas públicas, gracias a la participación política de todos sus actores. Hoy ese es también su gran potencial y gran fortaleza.

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