«La policía no pudo aleccionarnos», dijeron en enero de este año y repiten ahora las trabajadoras sexuales de Rosario. Hace tres meses, celebraban la decisión de que su gremio vuelva a tener filial en Rosario, la ciudad de Sandra Cabrera. Este viernes, lo repiten, inaugurando ese espacio, a las 18.30 en el Centro Cultural La Toma.

Con Sandra como bandera

Sandra Cabrera murió asesinada con un tiro de 9 mm, en la nuca, el 27 de enero de 2004. La mujer, puta y sindicalista, llevaba meses denunciando: primero, la corrupción policial; después, amenazas en su contra. El único imputado y detenido por la causa fue el oficial inspector de la Policía Federal, Diego Parvlusik, que posteriormente fue liberado. El crimen aún continúa impune. Además de luchar por la personería jurídica para su sindicato y obra social para las trabajadoras sexuales, Sandra Cabrera fue la ideóloga e impulsora del proyecto de ley que apuntaba a modificar los artículos del Código de Faltas santafesino que, hasta el momento, criminalizaban la prostitución y el travestismo en la vía pública. Los códigos fueron derogados recién en 2010.

El asesinato de Sandra Cabrera significó ya no el fin, sino una pausa en el trabajo sindical de Ammar en Rosario. “Sentimos que nos quisieron aleccionar, que nos dijeron que si nos organizamos vamos a terminar como ella. Por eso fue muy difícil volver a organizar a las compañeras. Volvió el miedo a la visibilización, a la organización”, indicó en su momento Georgina Orellano, secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar). Sin embargo, la nueva generación de trabajadoras sexuales comenzó a visibilizarse y estar presentes en espacios de militancia política y feminista y lo cambiaron todo. “Eso fue lo que trajo las ganas de volver nuevamente a la militancia: saber que tienen apoyo, que hay también una transformación social. Entonces esas compañeras que en su momento se fueron por miedo, hoy vuelven nuevamente a organizar Ammar Rosario”, destacó la sindicalista.

Las referentes de Ammar a nivel nacional viajaron durante casi ocho años para seguir sosteniendo las banderas de Sandra Cabrera y realizar recorridas para seguir acompañando las situaciones que enfrentaban las compañeras. En Rosario, a la violencia institucional se le sumó la prohibición de los cabarets y whiskerias, que arrojaron a muchas trabajadoras sexuales a mayor clandestinidad. Según señalaron desde el gremio, fue la articulación con el movimiento feminista y sindical de Rosario sumado a la articulación con los centros de estudiantes y organizaciones políticas, la que posibilitó instalar el debate del trabajo sexual nuevamente en la ciudad. A eso se le suma la recuperación del taller de trabajo sexual, un logro histórico en el Encuentro Nacional de Mujeres en el 2016 que se realizó en Rosario.

«A partir de ahí ya nada fue igual», concluyeron desde el gremio en un comunicado. «El punto culmine que marca el regreso de la filial en la ciudad de Rosario fue la presentación del proyecto de reparación histórica para las trabajadoras sexuales que sufrieron violencia institucional presentado junto al diputado provincial Carlos del Frade. Ese proyecto fue el que reunió a compañeras de Sandra y marcaron el impulso para volver a reorganizarse en la ciudad».

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