No importan las verdaderas motivaciones del llamado a un “diálogo político” para firmar un acuerdo en torno de 10 puntos básicos elaborados por su gobierno, lo que Mauricio Macri necesita eludir por todos los medios que tenga a su alcance es la única discusión política posible ayer, hoy y siempre: de un lado, un modelo de país que incluye con justicia y equidad a todos los argentinos, del otro, el de la oligarquía, al que le sobran habitantes, el que está pensado para la holgura de pocos y las penurias de las grandes mayorías.

No pasaron dos semanas desde el lanzamiento de ese nuevo globo de ensayo que busca distraer la atención del latrocinio que lleva a cabo la banda de forajidos que encabeza, que ya le salió al cruce la única figura pública que puede sacar a Macri del centro del ring sin abrir la boca, apenas anunciando que presentará un libro que aún antes de estar en las librerías ya se había transformado en best seller y en el principal hecho político en lo que va del año electoral.

Macri es el Rey de la Noche de Game of Thrones, el líder de los Caminantes Blancos, un ejército de zombies que amenaza con exterminar a los siete reinos. Nada parece poder detenerlo en su avanzada destructiva, y ni la alianza entre reinos, que unen sus ejércitos para enfrentarlo, parece otorgar una chance de vencerlo.

Mucho se especuló –siempre en el marco de la serie basada en la obra de George R. R. Martin– con que Cristina Fernández de Kirchner se parece a la reina Daenerys Targaryen, la Madre de Dragones, quien crió a tres bestias aladas que arrojan fuego por sus bocas, y se caracteriza por sus apariciones victoriosas y su liderazgo en medio de un mundo hegemonizado por hombres rudos y mujeres despiadadas, casi todos queriendo verla derrotada y sin que pueda acceder al trono que le fue usurpado.

Macri quiere la destrucción de todo vestigio de proyecto nacional, y es flanqueado por la peor versión de los poderes permanentes: una oligarquía que ya no puede siquiera exhibir ejemplares ilustrados, formados y virtuosos a la hora de mentir; un empresariado ludópata, más preocupado por jugar sus fichas en la timba financiera que en producir bienes tangibles; un dispositivo de medios delincuencial, que no trepida en apoyarse en servicios de inteligencia locales y foráneos para armar causas contra quienes define como enemigos políticos o comerciales, y la cuarta pata, los cómplices judiciales encargados de dar la última puntada de esa fétida telaraña llamada lawfare.

Imagen: Mendoza Post

La mentira como insumo esencial

Respecto de la convicción real de diálogo que pudiera tener un sujeto como Macri, vale la pena repasar un acontecimiento que fue revelado recientemente por uno de sus más estrechos ex colaboradores.

En marzo pasado, en el programa Animales Sueltos, el relator deportivo Alejandro Fantino entrevistó a Alfonso Prat Gay ex ministro de Hacienda de Mauricio Macri.

Según le planteó Prat Gray a su entrevistador, para él era necesario un acuerdo entre empresarios y sindicatos para amortiguar las consecuencias de la inflación provocada por la liberalización de la compra de divisa extranjera y el incremento de las tarifas.

“Para mí era central un acuerdo social, y además hasta ya tenía fecha, la tercera semana de enero (de 2016). Pero me llama Marcos Peña y me dice que no lo íbamos a hacer porque Macri no tenía por qué compartir poder en ese momento”.

Establecer que una convocatoria a firmar un acuerdo hoy es compartir la falta casi absoluta de poder es insoslayable.

Macri no quiere compartir poder ni con sus aliados radicales, no lo quiso compartir con su propio padre, no lo hace con sus colegas empresarios, y si pudiera, competiría consigo mismo.

Sus acciones son las del depredador que entiende al resto de las especies como insumo para su exclusivo provecho, y así va tomando territorios dentro de las instituciones, en el ámbito de los negocios, en la política en general.

Cuando en diciembre ya esté definido si se marcha de la Casa Rosada, ya habrá nombrado más de 300 jueces federales a lo largo y ancho de la Argentina, tornando aún más irrespirable el clima en el Poder Judicial.

Pero no deja acto u oportunidad sin mentir, alegando que cree, como si se tratara de un acto de fe, en la Justicia independiente, en jueces y fiscales probos, mientras manda a sus operadores a diseñar causas contra opositores.

La mentira, ya se ha dicho en esta columna, es un insumo vital para Macri, necesita de ella como el oxígeno. Si estuviera compelido a decir la verdad, quedaría expuesto ante el gran público como el verdadero rostro de Dorian Gray.

Frente a esa versión de la administración de la cosa pública en beneficio propio, Cristina Kirchner reapareció en el escenario central y generó el hecho político más importante del año, concitando la atención de todo un país que no cree que el resto de la clase dirigente pueda elaborar una salida a la tragedia social generada por Cambiemos.

“Es necesario un contrato social de ciudadanía responsable. Involucra a todos: un empresario, un dirigente sindical, un intelectual, un operario, un cooperativista y el que tienen un plan de trabajo. Que el compromiso sea de todos”, lanzó CFK, como quien echa a rodar un círculo de fuego que amenaza quemar a los que hasta ahora vienen consumando con éxito la rapiña de la renta nacional, sin ética, Patria o bandera.

Macri no puede salir a timbrear sin que alguien lo insulte o interpele, desde vecinos agotados por sus políticas a obreros que le confiesan que votaron por él pero no dan más.

La ex Presidenta presentó su libro Sinceramente en medio de un marco multitudinario. Toda la avenida Sarmiento, de punta a punta, colmada por miles de manifestantes que la escucharon referirse a la crisis en claro contraste con el “consenso” que busca Macri, lejos de ese patético convite vacío de contenidos, y del decálogo en cuyo seno se encuentran todas las causas del desastre socioeconómico que atraviesa a la Argentina.

“En épocas de grandes discursos de unidad, de grandes acuerdos entre sectores políticos, sociales, empresariales, sindicales nadie puede estar en desacuerdo con estos enunciados. Pero va a ser necesario algo más que eso, va a ser necesario un contrato social de todos los argentinos con metas verificables, cuantificables y exigibles”.

Es ostensible que va a ser necesario algo más que mentir y esperar que encima el mentiroso sea premiado para Macri, porque Cristina no deja de volver, todo el tiempo, confrontando el modelo de destrucción de la economía real que ejecuta su adversario

El apátrida

El periodista y referente de la izquierda nacional Néstor Gorojovsky, antes que cualquier otro análisis, recuerda que Macri eludió jurar por la Patria al momento de asumir, algo fácilmente constatable, y trae al presente también, como CFK en su libro, que antes de que asuma, ella “le leyó enterito el artículo 93 de la Constitución, que determina el contenido del juramento. No puede alegar ignorancia. Se negó a jurar que gobernaría con patriotismo –la (vicepresidenta Gabriela) Michetti igual, el escribano, ya macrista, del Gobierno, se hizo el boludo, (el senador Federico) Pinedo miró para otro lado–, todos son cómplices”.

Gorojovsky postula, con claridad que “un gobierno que pretenda ser respetado no puede empezar sin dar por nulo lo actuado por un Ejecutivo forajido”. Y, para los inadvertidos, define la etimología del vocablo: “Los que se ponen fuera de los ejidos para así actuar a gusto se dice que son «fuera-ejidos», o sea, forajidos”, y compara: “Sería como si un pueblo del Lejano Oeste hubiera sido tomado por asalto por una banda de ladrones a caballo y luego admitiera como legislación válida cualquier cosa que se les haya ocurrido imponer”.

Como remate de su análisis, el periodista formula un planteo audaz, pero que obliga a la reflexión: “(Macri) cumplió a rajatabla su planteo, porque si algo no puso fue patriotismo en su gobierno. Al jurar mal, en falso, puso toda la rama ejecutiva del Gobierno, en sentido estricto, fuera de la Constitución, fuera del ejido constitucional”.

Anular todo lo actuado por Macri tal vez no sea posible llevar a la práctica, pero es indispensable que su accionar sea revisado para que jamás se repita, y también para que determinados actos llevados a cabo durante su mandato sean juzgados con el rigor que corresponda.

Porque solamente un apátrida puede ejecutar un plan de exterminio de la naturaleza que el que llevan a cabo Macri y sus esbirros. Por caso, en la última semana se pudo constatar la frialdad con que el Poder Ejecutivo se toma el salvaje recorte en el área de Ciencia y Tecnología.

El ministro del Interior Rogelio Frigerio justificó el recorte en el presupuesto destinado a Ciencia y Tecnología con frases ramplonas que harían volver a su abuelo a su tumba si de pronto resucitara:

  • “Hay una restricción por los ingresos que tenemos”.
  • El país tiene que “gastar lo que ingresa”.
  • ”Hay que ponerse de acuerdo en cuáles son las prioridades de la Argentina”.

Le preguntaron al ministro por el magro presupuesto que Macri destina al área, y Frigerio respondió: “Cuando uno discute prioridades también tiene que discutir qué cosas no son prioritarias para el país, porque nosotros tenemos que hacer un esfuerzo para dejar de vivir de prestado”.

La banda de forajidos que incrementó el endeudamiento externo en tiempo récord, llevando esa carga al más alto porcentaje del PBI de los últimos años, se refugia en el argumento de “dejar de vivir de prestado” para justificar la vergonzosa claudicación en el ámbito del desarrollo científico y tecnológico, que en los anteriores gobiernos había logrado saltos de calidad ponderados mundialmente.

Es tal el grado de indiferencia que ostenta un gobierno cuyo único interés es que sus miembros se enriquezcan, que no mensuran lo que en otras latitudes deben pensar del episodio que llevó a la bióloga molecular Marina Simian a presentarse en el programa televisivo “¿Quién quiere ser millonario?” para poder financiar la investigación de su equipo relacionada con tratamientos contra el cáncer.

La mujer, en un rapto de sinceridad, explicó públicamente qué la había llevado a tal extremo: “No nos depositan los subsidios que tenemos ganados y tenemos que trabajar. Me anoté porque soy osada y me pareció una oportunidad”.

La científica del Conicet le confirmó al diario Página/12 que los 500 mil pesos que ganó los utilizará para la compra de insumos, pero advirtió que ese monto es «una ayuda que oxigena pero no alcanzará por mucho tiempo”.

Los cometidos por el régimen de Cambiemos son crímenes de lesa patria, y como tales deben ser juzgados en su momento.

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