El escritor Nazareno Petrone, oriundo de Morón, pasó por Rosario para presentar su libro El fulbito de los lunes, en el que compila 95 textos cortos (uno por cada minuto de juego más el descuento) y dos cuentos. Todos, como su vida, giran en torno a una pelota.

Nazareno nació hace 31 años en el oeste de la ciudad de Buenos Aires, ahí donde dicen está el agite, y desde que tiene uso de razón su mundo es redondo y con gajos. Asegura que apenas aprendió a caminar intentó patear una y que con sólo 3 años ya se tildaba frente a la tele cuando transmitían algún partido. Durante un viaje al Uruguay, país futbolero si los hay, sintió la necesidad de escribir y terminó dándole vida a 95 relatos breves que tienen a un grupo de personajes variopintos que se juntan a patear los lunes. El resultado final es un libro desopilante de lectura y risa fácil que finaliza con dos cuentitos que remiten a los que inmortalizó el Negro Roberto Fontanarrosa.

“Estaba en el micro, yendo a Uruguay, y venía de leer Casa de conejos, de Mario Levrero, que es un estilo de cuentitos cortos, con humor, que me gustó mucho”, cuenta el autor, y agrega: “Empecé a pensar en ideas de fútbol, y cuando me di cuenta que tenía 15, me dije «acá hay algo, acá hay un libro» y aproveché ese viaje y me pensé unos 30. Con eso que tenía era pronto para un libro, así que los empecé a publicar en Facebook. Los iba subiendo uno por semana, después dos, y así lo fui armando”.

A lo largo de esos 90 y pico de textos minutos que dura el juego, aparecen personajes como Albertito, que pierde miembros cada vez que toca la pelota con las manos y se retira con un épico gol de chilena, O’cracki, que termina vendiendo narcóticos y paseando en limusina, y la Gorda Esther, que se hace una lipo y deviene en actriz porno. El grupo vivirá situaciones bizarras, como tener que definir a través de un partido contra las hormigas para ver si desalojan la canchita o se quedan con sus hormigueros esparcidos por todos lados. El colmo es que el encuentro lo ganan las pequeñas criaturas, que se burlan de los humanos al grito de “se van para su casa con el culo roto”.

“El eje principal es el fútbol, pero también es el humor. No hace falta que te guste el fútbol para poder leerlo y la idea es que el que lo lea la pase bien un rato”, aclara Nazareno, y señala: “Es de fútbol porque es en la única cosa que pienso todos los días, aparece siempre. Está muy metido en mi vida, de chiquito siempre fui enfermo del fútbol, jugar todos los días a la pelota, de ir a la cancha, de mirar 500 partidos. Todo lo que pasa por mí, en algún momento está muy relacionado al fútbol, así que me resultó más fácil”.

Después del pitazo final, tras los 5 minutos de alargue, se suceden 3 cuentos. En el primero, Qué hiciste, Sordo, un pibe es convocado a un partido trascendental y tras convertir en la última jugada se da cuenta que el encuentro estaba arreglado y que la cagó. En el segundo, el protagonista, hincha de Morón, le promete a su novia que aceptará casarse recién el día que el Gallito se enfrente con Rosario Central, club del cual ella es simpatizante. Para maldición suya, eso ocurre en una Copa Argentina y no le queda otra que contraer matrimonio a pesar suyo. Y en el último, dos pesados barrabravas pasan de las piñas a los besos. El libro, además, se publicó bajo el sello editorial Qeja, que Petrone lleva adelante con su compañera Leticia.

Cortito y al pie

Una de las características de este joven que estudió Comunicación Social en la Universidad de La Matanza es, a la hora de escribir, la brevedad de sus textos. En escasas líneas resuelve cada una de las historias de El fulbito de los lunes, como jugando en una baldosa. “En general, cuando escribo, trato de no ponerme ninguna regla. Lo que más o menos me salga en el momento es lo que va. Y tampoco es que digo que me gustaría escribir siempre cosas cortitas, en el momento me gusta eso, porque también es más fácil de leer”, explica el poeta y cuentista, y adelanta que para su próxima publicación, todos los caminos conducen a una novela: “La estoy empezando a escribir, pero va para largo”.

Nazareno, que también se metió a estudiar Publicidad en la Asociación Argentina de Agencias de Publicidad pero después colgó todo para darle rienda suelta a su imaginación y volcarla a las páginas de su primer libro, admite que “de chiquito no escribía, se me dio más de adolescente de escribir algunas cosas”.

Sus primeras exposiciones literarias con esa cuota de humor que lo caracteriza, fueron en las redes sociales. “Tenía un Fotolog –recuerda– y subía historias cortitas, más o menos graciosas. Después dejé de escribir, pero si había que escribir algo con mis amigos, lo hacía yo. Invitaciones, lo que sea. Cuando dejé la Facultad de Comunicación, porque me cansé de estudiar, pensaba en hacer algo así que me anoté en un taller de escritura y ahí retomé, con un poco más de seriedad”. Y tras pasar por las aulas de “Narrar lo extraño”, se largó con todo: “Empecé a escribir cuentos, me empezó a ir más o menos bien, me divertía. Recuerdo que ni bien me iba del taller ya estaba pensando en un cuento para escribir, así que llegaba a casa y lo escribía al toque”.

Petrone no se considera “un gran lector”, y de los suyos ubica arriba de todos al Negro Roberto Fontanarrosa. “Me leeré un libro por mes, y tampoco tanto. De chico mi abuelo me compraba libritos de cuentos, me los leía. En la adolescencia abandoné un toque por la joda, el fútbol. Y en algún momento empecé a leer de vuelta, y ahora lo disfruto más. Son rachas, hay momentos que paso sin leer nada. Me gusta estar tranquilo para leer y no 10 cosas a la vez”, señala.

“En la adolescencia, lo único que leí fue Fontanarrosa. Lo disfrutaba mucho. Ahora leo también notas sobre fútbol, biografías, como la del Trinche Carlovich, la del Turco García.

Fontanarrosa es un referente, pero estoy a años luz. Me gustaba leer mucho a Carlos Busqued, también a Pablo Ramos”.

Lunes otra vez

Nazareno asegura traer la pasión por el más popular de los deportes desde la más temprana edad, y un poco más tarde conoció a su otro gran amor: el Gallito de Morón. “No sé de dónde me viene esto de fútbol. Creo que nace de adentro, porque desde que tengo uso de razón me gusta la pelota. Mis viejos me contaron que aprendí a caminar y ya buscaba la pelota, o que tenía 3 años y ya miraba fútbol”, afirma este ex hincha de Boca.

La pasión por el Club Deportivo Morón se le impregnó por un amigo, el Fantasma, que “ya era hincha y me invitó a la cancha” del equipo que hoy milita en la B Nacional. “Al año de ir ya nos hicimos socios, empezamos a ir siempre de local, después viajabamos para ir de visitante. A la cancha voy siempre sí, antes también lo hacíamos de visitante. Y si estamos peleando algo importante, nos metemos de colados en platea ajena”, revela entre risas.

“Soy de Morón, me gusta ir a la cancha y soy hincha, pero siento que en el fondo, lo que no puedo dejar nunca es el fútbol. Los colores podrían haber sido otros, pero el fútbol me quedará toda la vida”, reflexiona el escritor, que también se la rebusca con los cortos puestos: “Juego amateurmente. Con mis amigos en la semana y un torneo de 11 los sábados, hace como 10 años ya. De chico jugaba al baby cerca de mi barrio, fui a probarme a Vélez, a Morón, pero no quedé. Eran esas pruebas a las que van 300 pibes. Soy un futbolista frustrado. Arranqué jugando de 7, pasé de enganche, y ahora juego de 5. Cada vez más atrás (se vuelve a reír)”.

Entre sus ídolos y referentes dentro del verde césped, nombra a Gabriel Batistuta, entre otros. “De chico me gustaba el Bati. Era como un superhéroe para mí. Ahora, el Diego y Messi, son los dos mejores de la historia”. Y no quiere dejar de mencionar a sus ídolos de carne y hueso, a quienes vio o ve desde atrás del alambrado en los tablones del estadio Nuevo Francisco Urbano: “Damián Akerman está por encima de todos, es el goleador histórico, jugador con más presencias. Ascendió con Morón, es el mejor de nuestra historia. También me gustaba mucho Gerardo Martínez, un enganche, que ya no juega más en Morón, pero era un gordo habilidoso, un crack”.

Antes de despedirse, Nazareno adelanta que terminó un poemario y tiene otro en gateras junto con su compañera de vida, y que ahora está abocado a su primera novela.

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