Diputados dio el primer paso para reformar el sistema de jubilaciones. Faltan otras votaciones y su paso por el Senado para su aprobación definitiva. Es un mazazo contra las mayorías y un primer triunfo de Jair Bolsonaro. Muchas discusiones y compra de votos por 1.500 millones de dólares.

En el peor momento de su gobierno, con niveles de aprobación bajísimos y preocupantes índices económicos, el ultraderechista presidente de Brasil Jair Bolsonaro tuvo su primera gran victoria para exhibir ante sus jefes del establishment y los poderes fácticos, que ya empezaban a perder la paciencia al ex capitán: la Cámara de Diputados dio el primer paso para reformar el sistema previsional del país.

Fue la primera vez que Bolsonaro logra torcerle el brazo al Congreso de Brasil, con el que tiene relaciones muy complicadas. Los enfrentamientos entre el Ejecutivo y el Legislativo fueron permanentes. Tras meses de discusión y algunos sobres ahítos de dólares, esta vez hubo un principio de acuerdo.

Aunque todavía falta un largo camino para la aprobación definitiva, porque la reforma previsional implica una enmienda constitucional, el pasado miércoles a la noche, tras una ardua sesión y en una primera votación, la iniciativa se aprobó con 379 a favor y 131 en contra. Establece, entre otros puntos, una edad mínima para acceder a la jubilación de 65 años para los hombres y 62 para las mujeres, y cambia la forma de calcular el beneficio. Todos, sin excepción, en contra de las jubiladas y jubilados.

Desde que asumió el cargo, el mandatario criticó a las fuerzas tradicionales del Congreso por ser representantes de la “vieja política”, inclinadas a prácticas oscuras que fomentaban la corrupción. “Bolsonaro había prometido que no se rendiría a esos impulsos del pasado, pero tan sólo esta semana, para asegurarse un respaldo sólido a la reforma previsional, el gobierno liberó unos 1.500 millones de dólares en fondos presupuestarios para distritos de diputados que estaban indecisos”, informó el diario argentino La Nación, en su edición del jueves 11.

“Eso se llama compra de votos. Esta votación está contaminada”, denunció sobre esta práctica el legislador Iván Valente, del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL).

“Tengo un optimismo muy grande con la aprobación de esta reforma que no es perfecta, pero es muy buena. Es un paso importante para que el Parlamento demuestre a la sociedad que va a continuar votando proyectos para que podamos reducir la desigualdad y volver a generar empleo en el país”, señaló el presidente de la Cámara baja, Rodrigo Maia, del partido Demócratas (DEM), aliado al gobierno, al menos en esta iniciativa, ya que en otros temas se enfrentó con dureza al mandatario. Seguramente cambió de idea por el bien de la patria.

Como suele suceder cuando se avanza en una medida que asegura el hambre del pueblo y la pérdida de derechos de las mayorías, ese fantasma que llaman “mercado” festeja, se alza, entra en celo. “Al final de la tarde, los mercados reaccionaron con optimismo ante la perspectiva de una aprobación de la reforma. La Bolsa de San Pablo subió un 1,23 por ciento y cerró a su máximo histórico de 105.815 puntos, mientras que el dólar se depreció un 0,99 por ciento frente al real y acabó con una cotización de 3,75 reales por unidad, su valor más bajo desde febrero”, señala el diario argentino La Nación.

Ajuste o muerte, la vieja mentira de siempre

Aunque pueda resultar inverosímil, y realmente lo es, en tiempos en que la vieja mentira se llama “fake news” y en que la manipulación de masas es cada vez más sutil y efectiva, los grandes bancos y las corporaciones ni siquiera tuvieron que tomarse el trabajo de inventar una falacia nueva. Les bastó repetir la misma mentira que ya fue desmentida por la realidad, desde hace décadas, en decenas de países, en todos los continentes. La misma patraña que arrasó pueblos enteros, sembró miseria y dolor, y se cobró vidas en todo el mundo.

Resulta que el sistema jubilatorio “es deficitario” y que se necesita hacer un ajuste para lograr un ahorro fiscal de unos 240 millones de dólares en 10 años.

La propuesta establece una edad mínima de jubilación de 62 años para las mujeres y de 65 para los hombres, con un mínimo de contribución de 30 y 35 años, respectivamente, así como período de transición de 12 años hasta que las reglas entren en vigor. Actualmente, en el sector privado las mujeres pueden jubilarse con 30 años de cotización y los hombres con 35, independientemente de su edad.

Tras meses de discusiones y ante la férrea oposición, el gobierno tuvo que abandonar la idea de incluir en el proyecto el sistema de capitalización individual, que consiste en que los contribuyentes se financian su propia jubilación, y que pretendía sustituir al actual régimen de reparto en el que las personas en activo pagan las pensiones de los jubilados.

El establishment financiero no logró su viejo y anhelado sueño: convertir el sistema de reparto en un sistema de capitalización, como el que existe en Chile y es tomado como paradigma y panacea por todos los neoliberales. Fue una pequeña victoria en medio de la terrible derrota de los intereses de las grandes mayorías

La oposición, que denuncia el impacto negativo que tendrá la reforma en la economía, intentó en la sesión del martes bloquear el voto prolongando las discusiones, pero no lo logró, y las fuerzas aliadas a Bolsonaro lograron incluso más votos que los necesarios.

“La propuesta reducirá el poder adquisitivo de esta parte de la población, la más pobre, tendrá un impacto negativo en el consumo, y pondrá en peligro la sostenibilidad de la seguridad social”, indicó en un comunicado el Partido Socialista Brasileño (PSB).

Por su parte, el diputado federal del Partido de los Trabajadores (PT), José Guimarães, destacó en su cuenta de Twitter que “los pobres son los grandes perjudicados de la reforma” y anunció su negativa ante la votación.

La misma superó los tres quintos necesarios que exige una enmienda constitucional como la propuesta, cuyo trámite parlamentario es complejo y requiere diversas votaciones.

La reforma todavía puede ser objeto de alteraciones, pues los diputados deberán definir ahora la situación en que quedarán algunos sectores específicos.

En este sentido, el oficialismo insiste en que la reforma alcance los ámbitos municipales y regionales, que fueron excluidos de la versión aprobada este miércoles, pese a que estaban en el proyecto original.

El pleno de los Diputados someterá en los próximos días el proyecto a una nueva votación y, si lo aprueba nuevamente por un mínimo de 308 votos, podrá remitirlo al Senado, que lo examinará durante el segundo semestre de este año.

Se prevé que esa segunda votación en la Cámara Baja sea realizada antes de este sábado, pues el Parlamento iniciará el día 18 un receso que concluirá el 1º de agosto y la intención de la mayoritaria base oficialista es acelerar el trámite.

Mientras se desarrolló el debate de este miércoles, fuera del Parlamento miles de personas se congregaron para protestar contra la iniciativa del gobierno y hubo algunos enfrentamientos con la Policía. En San Pablo se registró otra protesta, convocada por organizaciones gremiales, y también allí hubo represión policial.

La reforma previsional es la gran reforma estructural neoliberal que el establishment financiero le exige a Bolsonaro para intentar recomponer una economía que entre 2015 y 2016 perdió 7 puntos porcentuales, que creció a un ritmo insuficiente del 1 por ciento anual en 2017 y 2018, y que este año se teme que pueda volver a caer en una recesión. Todos esos números tienen que cerrar a costa de la gente, profundizando la diferencia entre los ricos y los pobres y con cada vez mayor exclusión.

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