“Ofrecen este Servicio Cívico en el mismo momento que desfinancian la educación argentina”, opina el ex ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, para considerar perversa la creación del Servicio Cívico Voluntario en Valores. En charla con El Eslabón, asegura que la medida oficial responde también a la cuota necesaria de autoritarismo de todo gobierno neoliberal.

La creación de este Servicio se conoció el martes pasado por el Boletín Oficial (Resolución 598/2019), fue impulsada por el Ministerio de Seguridad nacional, a cargo de Patricia Bullrich, con el visto bueno de su par de Educación, Alejandro Finocchiaro. Está destinado a jóvenes que tengan entre 16 y 20 años y será implementado a manera de experiencia piloto por Gendarmería Nacional, en establecimientos de diferentes puntos del país: el Comando de Región I “Campo de Mayo” (Buenos Aires); el Instituto de Capacitación Especializada de Mercedes (Buenos Aires); la Escuela de Suboficiales de Jesús María (Córdoba); la Agrupación XVII “Santiago del Estero” (Santiago del Estero); el Escuadrón N° 34 de Bariloche (Río Negro) y la Casa de Retiro Cura Brochero de González Catán (Buenos Aires). La intención del servicio es transmitir “valores democráticos y republicanos”, entre otras metas anunciadas.

“El neoliberalismo no puede funcionar sin una cuota muy fuerte de autoritarismo y mucho menos en una época de regresión de derechos. Siempre se piensa que hay una sociedad enferma que necesita, en este caso, enderezarse”, dice Sileoni, también profesor de la Universidad Nacional de Hurlingham y referente de la Comisión de Educación del Instituto Patria. A propósito de las actividades y debates alrededor de las políticas educativas que promueve este organismo (con sede en la Ciudad de Buenos Aires), se proyecta replicarlo –tal como adelanta Sileoni a este medio- en otras ciudades, entre ellas Rosario.Derechización de la sociedad

El ex ministro de Educación considera que el anuncio de este Servicio Cívico es también “otro de los distractores sociales para no hablar de lo que efectivamente hay que hablar: cómo les va a los hombres y las mujeres en la economía real, todos los días”.

También analiza que hay un vínculo estrecho entre estas decisiones y el pensamiento más autoritario: “Es una conexión de este gobierno con un núcleo duro de argentinos y argentinas que legitiman estas medidas y que piensan como ellos; y debo decir que infelizmente es mucho más extenso del que muchos quisiéramos”.

—Se habla de una derechización creciente de la sociedad. Con este “servicio”, ¿se alimenta esa idea?
—Por supuesto. Una idea muy afín al neoliberalismo es que cada quien ocupe el lugar que tiene que ocupar, que nadie ocupe los lugares que están asignados a otras personas. Una idea de sociedad absolutamente disciplinada, sin movilidad social, con escuelas para algunos y con caminos degradados para otros. Esto más allá de que el balbuceo de los dos ministros (Bullrich y Finocchiaro) cuando presentaron el “Servicio” fue insoportable porque se veía claramente lo poco armado que está la cuestión: hablaban de hacer algún tipo de capacitación en primeros auxilios, de talleres de oficio, de entrenamiento físico… y eligieron los lugares (para este servicio) al azar, por tirar lugares. Está claro que es una actitud de campaña. El que proponen es un “Servicio Cívico” que no se sabe bien qué es, pero no es el del derecho a educarse, que debe ser garantizado por el Estado.

—Una de las preguntas que más circula alrededor de esta medida es por qué no se invierte en educación para que las chicas y los chicos destinatarios de este servicio estén en la escuela.
—Esa es la otra perversión de la situación. Ofrecen este “Servicio Cívico” en el mismo momento que desfinancian la educación argentina. Prácticamente le han sacado un punto del PBI a la educación argentina, las becas Progresar, los lugares para estudiar en el Plan Fines… Claramente en esta actitud de gobierno, una cosa no se comprende sin la otra: te saco el derecho que debieras tener, que es el derecho a educarte, y te lo sustituyo por otro que ni siquiera tiene una partida presupuestaria. No hay que inventar nada, hay que tener respeto por los jóvenes argentinos, buscarlos, mandarlos a la escuela. Y respecto de los recursos, hay que saber que sólo con los intereses que en estos dos o tres años han pagado por Lebacs y Leliqs, se podrían haber construido –según un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda- 430 hospitales y 9.500 escuelas. Este servicio es un embuste más, impresentable, humillante para jóvenes que además los llaman “jóvenes que no hacen nada”. Ya debiéramos dejar de decir que “ni estudian ni trabajan”. En todo caso, no han tenido la posibilidad o no les hemos podido dar las herramientas o los caminos o las condiciones para que estudien o trabajen.

—¿Coincidís entonces con la declaración de la Ctera de que “el mejor lugar para los jóvenes es la escuela”?
—Por supuesto. No hay otro lugar. El orden no es el orden de los cuarteles, es el orden que da la escuela, es el orden de la vida, y que a ellos los pone nerviosos, porque es con lo que nunca se van a conectar.

En defensa de la escuela

El profesor Alberto Sileoni también compartió una reflexión sobre la creación del Servicio Cívico Voluntario en Valores en su cuenta de Facebook, en la que valora el lugar irremplazable de la escuela y del trabajo docente, entre otras ideas.

En él, entre otras consideraciones, invita a los promotores de este “Servicio” a leer la ley de educación nacional, en particular los capítulos referidos a los “Principios, derechos y garantías” y a los fines y objetivos de la política educativa nacional. También recuerda que “para los propósitos que se anuncian” que “existe una institución que pensó la sociedad hace centenares de años que se llama escuela, y que se dedica a transmitir valores, a dar ejemplos de vida, a educar en la solidaridad y a enseñar saberes, pero de verdad. Apunto otros beneficios: la escuela es un derecho, no un indescifrable «servicio cívico», están extendidas en toda la geografía de la Patria, no en cinco lugares tomados al azar, y están «atendidas» por mujeres y hombres denominados maestras, profesores, preceptoras, auxiliares, que se han preparado para esas cuestiones tan decisivas para la condición humana. Los gendarmes, con respeto dicho, se han capacitado para el cuidado de las fronteras y la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, es otra cosa”.

Y finaliza expresando que “propio de su soberbia e ignorancia de clase, esta medida representa un camino degradado para pobres; otra vergonzosa decisión de un gobierno que tiene sus días contados”.

 

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