Europa yo no es lo que era. Hace años que dejó de ocupar el centro del ring. Ya no juega en las ligas mayores. Tiene capacidad de daño, como potencia financiera que puede ejercer presión para imponer devastadores ajustes, a través de la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE), entidades que subsidian a las grandes corporaciones y a los grandes bancos a costa de los sectores del trabajo. La Unión Europea (UE) es un conjunto de banqueros que hacen negocios a costa del hambre de millones de ciudadanos.

El otrora orgulloso Viejo Continente, quedó al margen de la pelea que está hoy en el centro de la geopolítica mundial: la guerra comercial, económica y monetaria entre EEUU y China. Las dos mayores potencias mundiales luchan, entre otras muchas cosas, por los aranceles a las importaciones, y fundamentalmente, están dando la gran batalla tecnológica por el dominio del 5G que, a su vez, es capaz de controlarlo todo, incluso las armas. Porque aquí se terminan las metáforas, y la guerra puede ser militar. En definitiva, luchan por la hegemonía mundial. Y Europa mira esta pelea desde afuera.

El zafio estafador de Queens le viene mojando la oreja, una y otra vez, con total desparpajo, a la orgullosa Europa, que parece haberse quedado sin respuestas ante los nuevos desafíos de la economía y las complejas sociedades actuales.

El Viejo Continente se ha convertido en un parque temático de sí mismo. Un gran museo de antiguas glorias, un mausoleo atestado de turistas alienados, adheridos a sus celulares, por un lado, y lugareños de mal humor, con gesto torvo, por otro. Porque los europeos ya ni se bancan a los turistas, para no hablar del rechazo de algunos de ellos por los migrantes hambrientos y desesperados que huyen del hambre, la guerra y otras formas de violencia.

El Mediterráneo, el mar que, según el auto-celebratorio mito europeo, fue cuna de una de las civilizaciones más antiguas, se ha convertido hoy en una verdadera fosa común. Unos 10 mil migrantes se ahogaron en los últimos cinco años.

Europa se debate entre gobiernos racistas de derecha anti-inmigrantes (con rasgos trumpistas), un progresismo liberal gastado y cada vez más patético, partidos de izquierda debilitados y que se diferencian muy poco de los partidos neoliberales y de derecha, y movimientos sociales activos que luchan en las calles sin poder torcerle el rumbo a una sociedad que se derechiza en la mayoría de los países.

El acuerdo con el Mercosur, una región debilitada, a merced de la voracidad de EEUU, que desembozadamente volvió a esgrimir la doctrina Monroe (“América para los americanos”), significaría para Europa el intento de volver a ocupar el centro del ring. Es una apuesta a la apertura comercial y al multilateralismo que pregonan la UE y China, frente al proteccionismo de Trump. Y los europeos aumentan su influencia sobre América Latina, un terreno que se disputan EEUU, China y la UE.

Los costos los pagaría América Latina. Europa sabe mucho de eso. Tiene siglos de experiencia en la materia. Sería algo así como una neo-colonización, con grandes beneficios económicos, geopolíticos y geoestratégicos. Y un freno a la topadora Trump.

Es una apuesta arriesgada y de resultados inciertos. Si bien en la 54° Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur que se realizó en la ciudad de Santa Fe el gobierno de Mauricio Macri celebró el acuerdo como un logro, lo cierto es que, lejos de estar firmado, falta la aprobación de los parlamentos de los países involucrados. Y que deja a la región en medio de una disputa entre dos pesos pesados (EEUU-UE), y en un lugar de extrema subordinación y debilidad.

Un lugar de subordinación, además, con relación a dos amos al mismo tiempo. Dos amos que están enfrentados. Al lugar de la región le cabe el título de la comedia del italiano Carlo Goldoni: “Arlequín, servidor de dos patrones”.

Tanto el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, como el propio Macri, son incondicionales aliados de las estrategias de EEUU en la región. Pese a eso, se mostraron dispuestos, al menos durante la Cumbre del Mercosur, y respecto a un acuerdo cuya aplicación concreta está muy lejos, a plegarse a la estrategia de la UE.

“Queremos trabajar en el comercio mundial sin trabas ideológicas. El acuerdo con Europa abre nuevos caminos para nuestros países. Un Mercosur de menos discurso y más acción, menos ideología y más resultados”, dijo Bolsonaro al cierre de la Cumbre del Mercosur en Santa Fe.

“Es una señal clara al mundo de que queremos que el Mercosur sea abierto, competitivo, dinámico, comprometido con la integración y el comercio, con las reglas de juego claras, para fomentar las inversiones y hacer negocios”, aseguró por su parte Macri.

La neo-colonización europea

No es casual que desde España hayan llegado emocionadas loas al pre-acuerdo Mercosur-UE. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, un “socialista” devenido cantaor de loas a la globalización y el libre comercio, subrayó que el acuerdo comercial alcanzado entre la UE y Mercosur es el “más grande del mundo” y supone un “mensaje importante en favor del multilateralismo” en este momento de «crecientes tensiones comerciales” en el mundo.

En la rueda de prensa posterior a la reunión del G20, que tuvo lugar entre el 28 y el 29 de junio en Osaka (Japón), Sánchez recalcó que el acuerdo UE-Mercosur es una “excelente noticia para el empleo y las oportunidades empresariales generadoras de prosperidad y desarrollo” de las dos regiones.

En este sentido, Sánchez consideró que la UE se convirtió en el primer gran bloque comercial en alcanzar un acuerdo de libre comercio que cubrirá a una población de 780 millones de personas “consolidando los lazos de amistad y de confianza entre Europa y la comunidad Iberoamericana”. Asimismo, el jefe de gobierno español recordó que el futuro acuerdo va a suponer un ahorro arancelario de más de cuatro mil millones de euros anuales para el conjunto de la UE.

Sánchez expresó su agradecimiento a la CE y a su presidente, Jean Claude Juncker, especialmente “por el trabajo que ha hecho en estos últimos meses para culminar un acuerdo que ha costado veinte años”.

También agradeció a los países de Mercosur, en particular al presidente Macri, quien, según Sánchez, “ha liderado de manera bastante sustantiva el que se haya podido lograr este importante acuerdo”.

Un acuerdo que “une aún más a Europa con la comunidad iberoamericana, de la que España se siente tan cerca”.

El presidente del Gobierno español ha sido uno de los principales impulsores en la UE de la consecución de este acuerdo, y hace diez días, en el último Consejo Europeo, promovió una carta dirigida a Juncker que firmaron otros seis jefes de Estado y de Gobierno, para pedir a la Comisión un último esfuerzo para cerrarlo.

Europa viene presionando desde hace mucho

Los beneficios para la UE no son sólo económicos. El acuerdo es una suerte de neo-colonización disfrazada de integración. Por eso es que Europa viene presionando hace rato para cerrar el acuerdo. “En una jugada de último momento y con amplio margen de riesgo, la Unión Europea presionó al Mercosur para apurar la firma del demorado acuerdo de libre comercio entre ambos bloques antes de la cumbre de presidentes del G20 que se hará en Buenos Aires a fin de noviembre”, la noticia es del 1º de noviembre de 2018, antes del G20 que tuvo lugar en Buenos Aires a fines de noviembre de ese año.

“La Unión Europea presiona al Mercosur para cerrar un acuerdo antes de la cumbre del G20”, tituló Infobae. Los europeos apretaron fuerte por esos días. La pulseada era con Trump. Y los que pagaban los platos rotos, los latinoamericanos.

“La jugada de los europeos tiene un destinatario definido: mostrarle a Donald Trump que el proteccionismo que hoy pregona EEUU va a contramano con la ola aperturista que impera en el mundo con el ejemplo de acuerdos de libre comercio”, señala la nota de Infobae de noviembre de 2018.

“Según confirmaron a Innova fuentes diplomáticas de la UE, la Cancillería argentina, la Casa Rosada y el Parlamento europeo, la intención de Bruselas es firmar el acuerdo de libre comercio antes de la cumbre del G20. De hecho, la UE convocó para una reunión de urgencia con el Mercosur y sus encargados de comercio y de agricultura para mitad de este mes. Esta ronda de negociaciones fue confirmada por el Gobierno y por diplomáticos de Uruguay”, continúa la nota, que da cuenta del especial interés de Europa por el acuerdo.

Como rechazo a este intento de neo-colonización, en forma paralela a la Cumbre de Presidentes del Mercosur que tuvo lugar en Santa Fe (entre martes y miércoles) se celebró la Cumbre de los Pueblos, en la que se denunció el impacto del neoliberalismo en la zona de libre comercio que alientan Macri, Bolsonaro y sus colegas de Paraguay Mario Abdo Benítez y de Chile Sebastián Piñera.

“Queremos una integración al mundo, pero no de rodillas como la quieren Macri y Bolsonaro”, fue la síntesis de encuentro que reunió a los legisladores del Parlasur excluidos de la Cumbre, entre ellos el ex canciller Jorge Taiana, políticos, gremialistas y trabajadores de todo el país. La convocatoria partió del Movimiento Obrero Santafesino (MOS) que integran la CGT, las dos CTA y organizaciones sociales. “La UE obtiene mucho y concede poco, y el Mercosur obtiene poco y concede mucho”, dijo. 

Un referente del MOS, ex candidato a vicegobernador y ahora a diputado nacional por el Frente de Todos, Jorge Hoffmann, lo interpretó como “otra vuelta de tuerca de lo que vivimos en la Argentina, con la liquidación de miles de pequeñas y medianas empresas. Esto sería una catástrofe para los trabajadores argentinos que multiplicaría lo que hoy estamos viviendo”, planteó Hoffmann.

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