El Fondo Monetario Internacional (FMI) se puso al hombro la campaña de Juntos por el Cambio. El organismo hace en la Argentina “prestamismo militante”: pone mucha plata (casi la totalidad de los desembolsos antes de los comicios), agiganta la deuda externa y deja más dependiente al país, condiciona al próximo gobierno, ayuda a frenar una eventual corrida cambiaria antes de las Paso y elogia la economía macrista porque cumplió metas fiscales, aunque no productivas. De todas maneras, con palabras esperanzadoras, el Fondo reconoce las “debilidades” del plan de ajuste en marcha, que, fiel a la receta del FMI, hasta el momento dejó en concreto y palpable recesión económica, más inflación, más desocupación, más pobreza.

En la previa de las elecciones primarias, el FMI aprobó un nuevo desembolso para el país de 5.400 millones de dólares en el marco del crédito de casi 57.000 millones de dólares. También le dio más poder al Banco Central para salir a contener el precio del dólar. El director gerente interino del FMI, David Lipton, reemplazante de Christine Lagarde, aseguró que el plan económico de la Argentina “está dando sus frutos”. Entonces, el funcionario vendió más fruta y sostuvo que “todo va bien”, para luego pronosticar una “paulatina recuperación económica” pese a la prolongada recesión, los cierres de empresa y los despidos de miles y miles de trabajadores que acontecen a diario en diferentes puntos del país.

“El cronograma de desembolsos del plan del FMI está diseñado a medida del cronograma electoral argentino, poniendo a disposición del gobierno actual casi el 90 por ciento de los fondos disponibles previo a octubre de 2019, mientras se deja al gobierno entrante con casi la totalidad de los pasivos y tan sólo desembolsos equivalentes a 6.700 millones de dólares entre diciembre 2019 y junio 2021”, señalaron desde el Centro de Economía Política de la Argentina (Cepa) en un documento de análisis sobre el acuerdo pactado entre la alianza Cambiemos y el Fondo Monetario.

“El programa acordado por Argentina con el FMI por 57 mil millones de dólares constituye un caso inédito de apoyo político en la historia del organismo. No sólo se trata de un caso inédito cuando uno analiza la curiosa relación entre el cronograma de desembolsos y el calendario electoral (aportes de campaña). También resulta un caso excepcional cuando uno tiene en cuenta los montos comprometidos en el acuerdo por el préstamo stand by a la Argentina, el mayor de la historia del organismo”, se indicó en el informe del Cepa.

“Inclusive, si nos detenemos a observar la situación crediticia actual del FMI, se trata de un caso inédito, donde casi la mitad de los montos comprometidos en programas de apoyo financiero del organismo se encuentran concentrados en la Argentina. Se trata de un caso extremo de exposición al riesgo crediticio soberano por parte de un organismo que debería velar por la salud del sistema financiero global”, se agregó en el reporte realizado por los economistas del Cepa Julia Strada, Leandro González y Hernán Letcher.

“La ampliación y reformulación del programa de junio del 2018 esconde un apoyo político inédito aún para el FMI, al pasar en tan sólo tres meses de un monto total de 50 mil millones de dólares con desembolsos escalonados y precautorios a uno de 57 mil millones en el programa de octubre de 2018. Se concentra prácticamente la totalidad de los desembolsos antes de realizarse las elecciones presidenciales y, al mismo tiempo, se pierde el carácter precautorio del acuerdo”, se planteó en el informe, donde además se consideró que el plan de salvataje entre el organismo internacional de crédito y el macrismo representa “sequía de fondos para el gobierno entrante y la acumulación de vencimientos presuponen una amenaza velada, al dejar agotadas las fuentes de financiamiento externo de emergencia siendo el FMI el prestamista de última instancia”.

Una pregunta sencilla y aclaratoria sería en qué usó el gobierno de Macri el dinero recibido del Fondo –que hasta violó normas internas con tal de llevar adelante el plan acordado­ con la Argentina–, ya que no se refleja en una mejoría de la calidad de vida de la población. “Haciendo una estimación arbitraria, desde el inicio del acuerdo con el FMI, en promedio el equivalente al 76 por ciento de los recursos recibidos del organismo se han destinado a financiar la formación de activos externos (fuga de capitales). Se trata claramente de un uso irresponsable de los desembolsos toda vez que está en la potestad de las partes solicitar e implementar controles de manera de detener, al menos parcialmente, la fuga de divisas”, indicaron desde el Cepa.

El programa de salvataje que el Fondo acordó con la gestión Macri hizo más vulnerable la economía argentina, donde el recorte del gasto público y las privatizaciones fueron parte de los costos. El FMI acostumbra a modificar sus pronósticos. “Los desvíos permanentes en las estimaciones y proyecciones conllevan a un estado de rediseño constante del programa y sus políticas, lo que afecta negativamente a la credibilidad del organismo y los funcionarios. Sin embargo, los desvíos son siempre por exceso de optimismo”, se indicó en el informe del Cepa, al tiempo que se observó: “No pareciera estar garantizada la continuidad del apoyo político al programa, ya que prácticamente la totalidad de los precandidatos presidenciales se han manifestado a favor de una reestructuración del mismo”.

Sectores afines al gobierno de Cambiemos, en sintonía con el FMI, agitan una posible hiperdevaluación y una economía fuera de control en caso de que la fórmula presidencial opositora Fernández-Fernández resulte ganadora en las urnas. Es un fantasma al que ya le pisaron la sábana: en 2015 el dólar cotizaba casi 10 pesos y hoy está por encima de los 43, mientras la economía entró en recesión, con inflación récord, empeoraron todas las variables, no se resolvieron problemas existentes y, más, se generaron nuevos focos de crisis donde no los había.

En el Fondo, hasta se animan a hablar de “incertidumbre política” y “riesgos” de cara al proceso electoral, entiéndase, triunfo de la dupla Fernández-Fernández. En su último documento, el FMI reconoció que la inflación seguirá alta (40%), la inversión baja, el desempleo en subida y la economía en caída (-1,3%). En su momento, Lagarde manifestó que desde el FMI habían subestimado los problemas que enfrentaba la economía nacional. Sin embargo, el organismo evalúa que el panorama mejorará mientras le sigue prestando plata a la Argentina.

Otro caso paradigmático de optimismo amarillo fue la presentación de los datos de inflación de junio, 2,7 por ciento, que informó el Indec. Los medios de comunicación armaron diferentes construcciones en torno a la noticia. Los oficialistas, la mayoría, valoraron una “desaceleración” con respecto a meses anteriores. No obstante, la inflación del primer semestre fue 22,4 por ciento, la peor marca de los últimos tres años. Y los precios aumentan en un contexto de contracción del mercado interno y el consumo, tarifas congeladas hasta después de las elecciones, relativa calma cambiaria. Sin embargo, el oficialismo festejó que junio haya marcado una leve baja, cuando la inflación lleva más de un año con cifras mensuales por encima de 2,5 por ciento. Así, el IPC nacional, en el último año, trepó al 56 por ciento.

Con todo, la difícil realidad que atraviesan millones de argentinos debe ser disimulada. El oficialismo asusta con la posible vuelta del populismo, al que demoniza hasta el hartazgo siguiendo su estrategia agrietadora, mientras sonríe para las cámaras y, con el acompañamiento entusiasta de periodistas, economistas y empresarios amigos, se declara en estado de optimismo permanente, en su último intento de maquillar el drama socioeconómico que castiga con mayor fuerza a los sectores populares.

Para desviar la atención de la opinión pública, soslayar la crisis y derechizar su discurso, el oficialismo propuso un Servicio Cívico Voluntario. El ruido mediático que causó la idea de una “colimba macrista” buscó solapar la debacle económica, que no es ciencia ficción. En este escenario anterior a las elecciones presidenciales sobresale el rol que cumple el Fondo Monetario Internacional, organismo controlado por Estados Unidos, que no duda en ponerse la camiseta amarilla y salir a jugar fuerte a favor de la reelección de Macri.

 

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