Ocho homicidios dolosos ocurridos en seis días, algunos de ellos reavivaron la vocinglería pública sobre las políticas de seguridad y el fenómeno de la violencia letal, que ya cuenta más de 100 víctimas en lo que va del año. El caso más trascendente tal vez haya sido el de Tiziana López, una adolescente de 15 años que murió bajo una ráfaga de metralleta en la puerta de un bar al que había asistido con otras chicas a celebrar el Día del Amigo. De acuerdo a la investigación, el objetivo del ataque fue la otra víctima fatal, Gustavo Germán Candia (35), familiar de la ex pareja de uno de los líderes de Los Monos, asesinado en 2013. El carácter de víctima inocente de Tiziana, sumado al apresurado involucramiento mediático de la chica como integrante de una familia ligada a los Cantero, motorizó una enorme y poco frecuente marcha en pedido de justicia en el desatendido sur rosarino. “La marcha fue por la imagen de Tiziana, para que quede limpia”, dijo Alejandro, su padre (ver páginas 2/3).

Seguidilla

La saga de violencia letal se inició el viernes pasado con el asesinato de Carlos Ariel Señuque, de 41 años, un hombre de “la nocturnidad y al negocio de los boliches”, como dijo el fiscal Miguel Moreno. A las 7.30, cuando llegaba al garaje del edificio en el que compartía un departamento con su novia, en Brown al 2800, Señuque fue sorprendido por una persona que le disparó varias veces.

Tenía dos antecedentes: uno por un auto que tenía pedido de captura y otro en el que fue demorado por la muerte por descompensación de una chica que estaba con él. La novia, por su parte, quedó demorada en una causa por drogas cuando una fuerza federal detuvo a un grupo de personas con 10 kilos de marihuana en una estación de servicio, que habían retirado de una sucursal céntrica del Correo Argentino.

Una de las hipótesis sobre el móvil del crimen se centra en una presunta pelea que habría tenido la víctima en un after hour un rato antes de ser baleado. Pero el caso no estaba claro.

En la madrugada del domingo, alrededor de las 6.00, fueron asesinados Gustavo Candia y Tiziana López a la salida del bar Pool 8 de Balcarce y Arijón. Desde un auto blanco en movimiento dispararon una ráfaga de un arma automática que hirió en la cabeza al hombre y en el tórax a la chica. Dos amigas también recibieron lesiones, pero fueron leves.

La adolescente falleció en el Heca y Candia en el Roque Sáenz Peña. Según la investigación, Tiziana había salido con un grupo de amigas, fueron a un local del centro pero, como no había lugar, regresar a la zona sur, donde residían. Esperaban un remis en la puerta del pool cuando fueron alcanzadas por las municiones disparadas de presuntos sicarios.

Al parecer, Candia era el destinatario de las balas. Era sobrino de Lorena Verdún, ex pareja del asesinado líder Los Monos, Claudio Pájaro Cantero. El hecho de que la mujer se presentara en la comisaría 21 a retirar el auto en el que se movía el hombre llamó la atención de los investigadores. Las características del doble crimen inclinan la pesquisa a un asesinato por encargo o motivado en una “bronca”.

El presunto narco detenido como instigador de un crimen e imputado por liderar una asociación ilícita para blanquear dinero ilegal, Esteban Lindor Alvarado, se vio obligado a aclarar desde la cárcel, a través de su abogado, que no mantiene ninguna guerra con Los Monos, cuyos líderes también están presos.

La semana anterior uno de ellos, Ezequiel Ramón Machuca, alias Monchi, apuntó a Alvarado desde su lugar de reclusión al asegurar que fue quien le pasó datos a los policías de la División Judiciales para engordar la causa provincial que terminó con los Cantero tras las rejas, condenados a altas penas. Cuando el río suena…

Foto: Javier García Alfaro

 Un robo y una vendetta

El cuarto homicidio de la seguidilla de ocho en seis días fue en ocasión de robo, que en el contexto rosarino son los menos. Joel Nicolás Bello (19) fue atacado de un piedrazo en la cabeza cuando conducía su moto por Sorrento y Cullen, el viernes. Falleció unas horas después en el hospital Eva Perón como consecuencia del golpe.

Por el asesinato fue detenido en el Heca e imputado durante su internación un joven que sufrió un accidente vial el sábado 20. Circulaba en la moto robada.

El lunes 22, a las 21.30, fue asesinado de siete tiros en la cabeza el suboficial de Policía Cristian Ezequiel Ibarra (29). Prestaba servicios en la Oficina de Gestión Judicial de los viejos Tribunales, pero estaba con carpeta médica por un accidente.

Según la investigación, al menos dos hombres que iban en el auto del policía, un Peugeot 308, le dispararon en la cabeza cuando estaba en Larralde y Dean Funes, en el sudoeste de la ciudad. Se fueron caminando.

Por las características del crimen, el fiscal Moreno descartó la hipótesis de robo y dijo que no descartaba la de una venganza. No se sabía si lo asesinos habían obligado a Ibarra a permitirles subir al auto o lo habían hecho de modo voluntario por ser conocidos de la víctima.

El padre de Ibarra, de nombre Mario (49), era un ex policía retirado que también murió de forma violenta al ser baleado, en 2014, en el remis que conducía, durante un intento de robo.

Antes que la ley

“Abran, policía”, gritaron a la medianoche del miércoles voces de extraños que no aguardaron para tirar abajo la puerta de la vivienda de Ibarlucea donde Ezequiel David Ramírez (30) residía con su pareja de 40.

Estaba descansando cuando le dispararon 24 veces en la cama. Ramírez estaba prófugo por su presunta participación en un homicidio ocurrido en Rosario en 2017, pero las balas llegaron antes que el derecho.

Era requerido como partícipe del crimen de Roberto Godoy, ocurrido la madrugada del 22 de diciembre de 2017 en el noroeste de Rosario. De acuerdo a esa investigación, cuatro personas llegaron en un auto y una moto al domicilio de Godoy, en Olivé al 2400, y le dispararon frente a su hijo de 12 años.

Como autor de los disparos fue imputado en marzo del año pasado un joven de 19 años, a quien el Poder Judicial le achacó también su presunta participación en otros dos asesinatos.

La esposa de la víctima, Virginia, sorprendió al día siguiente cuando dijo a la prensa local: “Yo vendía drogas desde hace mucho tiempo. Nos obligaban a vender para Graciela, que tiene un búnker en el barrio La Cerámica”. La mujer agregó: “Hace cinco meses no quisimos saber nada más y ahora me mataron a mi marido”.

El mismo martes por la noche, en Sucre al 1200, fue baleado en la cabeza el personal trainer Marcos Guenchul (32). Falleció horas después tras un diagnóstico de muerte cerebral.

Había salido de un gimnasio en el que trabajaba, en esa zona, cuando una persona le disparó al menos un tiro que le dio en la cabeza. Al cierre de esta edición no había ningún detenido por el hecho, cuya investigación se orientaba –no exclusivamente- hacia una pareja de la ex novia del preparador físico.

La seguidilla de homicidios que atravesó a la ciudad en la última semana se completó con el hallazgo del cuerpo de un hombre de 69 años, que vivía en Casilda, semienterrado debajo de una cama en una vivienda de Campbell al 100, en barrio Belgrano.

Por el hecho fue detenida una mujer de 29 años, dueña de la casa, quien denunció en la comisaría que había una persona muerta en su casa, aunque luego dijo que era la autora del crimen.

Según fuentes de la investigación, la mujer sufre adicciones a las drogas y el alcohol. Tiene cinco hijos pero dos de ellos les fueron quitados por intervención del Poder Judicial. La Fiscalía aguardaba exámenes médicos para determinar si podía comprender las consecuencias de sus actos. Es decir, si era imputable.

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