La Corte Suprema de EEUU autorizó la utilización de 2500 millones de dólares, que estaban asignados al Pentágono, para la construcción de la barrera fronteriza que el mandatario prometió levantar en la frontera con México.
Fue una de las principales promesas de campaña de Donald Trump para llegar a la presidencia. Sin embargo, una parte de la Justicia y de la sociedad de EEUU vienen haciendo todo lo posible para que no pueda cumplirla. Pero esta semana, el máximo Tribunal le dio una gran alegría al mandatario.
“¡Guau! Gran victoria en el muro. El Tribunal Supremo de EEUU anula las órdenes de tribunales inferiores, permite que proceda el muro en la frontera sur. ¡Gran victoria para la seguridad fronteriza y el Estado de derecho!”, escribió el presidente de EEUU en su cuenta de Twitter al conocer el fallo del máximo tribunal.
El muro, incompleto (porque no cubre toda la frontera), de diferentes materiales y con diferentes grados de solidez, ya existe. La obsesión de Trump es extenderlo y hacerlo más sólido. En realidad, todo el mundo sabe que es una medida inútil para frenar las migraciones. Es un símbolo, poderoso, de la exclusión, de la prepotencia imperial, de la violencia.
La decisión de la Corte Suprema se produce, además, en medio de la campaña para la reelección de Trump, y en el contexto de un nuevo pico del racismo y la xenofobia que emergieron con fuerza desde que asumió el mandatario el 20 de enero de 2017. Es decir: la misma xenofobia y el mismo racismo que estuvieron desde siempre en esa sociedad, pero potenciados, legitimados y alentados por un presidente que hizo de ellos los ejes de sus discursos.
El fallo resulta un cachetazo para los tribunales inferiores que habían frenado la medida. Y también para los organismos de derechos humanos que vienen militando en contra de la iniciativa de Trump.
La decisión de la Corte permite ahora extender el muro a lo largo de más de 160 kilómetros. El fallo fue dividido: la sentencia favorable a la construcción del muro fue por cinco votos contra cuatro.
En mayo pasado, un fallo de primera instancia había congelado el giro de fondos para el muro, y este mes una corte de apelaciones ratificó ese fallo.
El proyecto implica erigir construcciones más sólidas en los estados de Arizona, California y Nuevo México con un dinero que integraba un presupuesto de 6.600 millones de dólares para la lucha contra el narcotráfico.
El Congreso había aprobado en febrero un presupuesto de 1375 millones de dólares para el muro. Pero esa decisión de los legisladores enfureció a Trump, que había solicitado 5.700. Como represalia, el presidente declaró la emergencia nacional para conseguir esos fondos sin el visto bueno del Legislativo. De esta manera, el Gobierno reasignó al muro unos 6.600 millones de dólares del Pentágono y del Departamento del Tesoro, que sumados a los 1.375 que el Congreso aprobó, debían servir para la construcción de unos 376 kilómetros de muro.
Pero la embestida de Trump tuvo un freno. La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) en representación de la organización ambientalista Sierra Club y de la Coalición de Comunidades de la Frontera Sur interpusieron una demanda que logró bloquear el giro de esos fondos para construir el muro. El fallo de la Corte destraba esta medida y Trump festeja.
Racismo desbocado
Trump dedicó dichos despectivos y racistas contra Baltimore un distrito con mayoría de población afroestadounidense. Los insultos iban dirigidos, además, al legislador demócrata afroestadounidense de Baltimore, Elijah Cummings, duro crítico de las políticas del mandatario. “El distrito de Cumming (sic) es un desastre asqueroso, infestado de ratas y roedores”, escribió el presidente, y lo calificó como “el peor y más peligroso” del país.
“Ningún ser humano querría vivir allí”, agregó Trump, furioso por las denuncias de Cummings sobre los tratos inhumanos que enfrentan los aspirantes a solicitantes de asilo en la frontera con México.
“Cummings ha sido un matón brutal, gritándole a los grandes hombres y mujeres de la Patrulla Fronteriza sobre las condiciones en la frontera sur, cuando en realidad su distrito de Baltimore es mucho peor y más peligroso», acusó Trump.
“Señor presidente, voy a mi distrito todos los días. Cada mañana, me levanto y voy a luchar por mis vecinos. Es mi deber constitucional supervisar al Poder Ejecutivo. Pero es mi deber moral luchar por mis electores”, le respondió Cummings.
Como presidente del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, Cummings inició investigaciones sobre las políticas del gobierno, incluidos informes de malos tratos en los centros de detención de migrantes.
Este nuevo mensaje xenófobo de Trump provocó una andanada de críticas, a menos de dos semanas de que la Cámara de Representantes lo condenara por comentarios racistas dirigidos a la legisladora nacida en Somalia, Ilhan Omar.
“Rechazamos los ataques racistas contra él y apoyamos su firme liderazgo», publicó en Twitter Nancy Pelosi, presidenta demócrata de la Cámara de Representantes cuyo padre fue alcalde de Baltimore. “Cummings es un campeón en el Congreso y en el país por los derechos civiles y la justicia económica, un líder querido en Baltimore y un colega muy apreciado”, tuiteó Pelosi.
Omar también ha sido atacada por Trump y sus seguidores. Se convirtió en la primera musulmana que lleva velo en el Congreso, al ser elegida para la Cámara de Representantes en noviembre de 2018. “Estoy convencida de que es un fascista. Quiere silenciar el debate democrático y las diferencias de opinión”, señaló la legisladora.
Durante un reciente acto de campaña en Carolina del Norte, la multitud gritó “devuélvanla” cuando Trump dijo su nombre. El presidente la acusa de “detestar a EEUU” y la invitó a irse del país si no está contenta.
Omar se convirtió en diputada al obtener el 78 por ciento de los votos en su distrito electoral.
“Vamos a seguir siendo una pesadilla para este presidente, porque sus políticas son una pesadilla para nosotros”, le respondió Omar, legisladora y militante de una asociación de defensa de los derechos de los negros (NAACP).
