La cadena de hechos políticos previa al cataclismo cambiario y bursátil del día siguiente a la derrota de Macri en las Paso no tuvo carácter secreto, y casi podría decirse que fue divulgada oficialmente con inusual detalle.

Tal como publicó Redacción Rosario este lunes, “con semblante preocupado, el Presidente llegó poco después de las 9 a la Casa Rosada. Lo precedieron el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, y el titular del Banco Central (Bcra) Guido Sandleris”.

La agencia oficial de noticias Télam anunció que el mandatario, luego de reunirse con los tres funcionarios mencionados, encabezaría una reunión de Gabinete “a  media mañana”.

Poco después, corrigió la convocatoria, sin precisar el horario de postergación, ya situaba el encuentro con los ministros a la tarde, y hacia las 11 ya se sabía que se llevaría adelante a las 15.30.

Incluso, en un escueto despacho, Télam informó que el mandatario mantendría “diversas reuniones con miembros de su equipo para analizar los resultados electorales de este domingo, el comportamiento de los mercados y cómo encarará lo que resta de la campaña hasta las elecciones de octubre”.

¿Qué pasó en esa reunión que Macri mantuvo con Peña, Dujovne y Sandleris? Se tomó la decisión de dejar que el dólar, que ya desde muy temprano mostraba una trepada violenta en su cotización, siguiera hacia arriba, sin intervención del Bcra. No fue una decisión de estadistas, fue a consecuencia de lo que el Fondo Monetario Internacional, al cual es imposible que no hayan consultado, sentenció: «No hay más dólares para esta farsa».

Durante el resto de la jornada, el valor de la divisa estadounidense no paró de cotizarse al alza, llegando a picos que superaron los 65 pesos, y recién a la tarde, poco antes del cierre de la Bolsa y del sistema bancario, la entidad financiera oficial le puso un freno, dejando en 57,30, con una subida de 11 pesos respecto del viernes pasado.

En el medio de esa disparada, se dieron dos hechos políticos: la conferencia de prensa de la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal y las declaraciones a los medios del ministro del Interior Rogelio Frigerio, que entre líneas mostraban que ya había una línea directriz, que surgió del corazón del macrismo –ergo, el tándem Macri-Peña–, que apuntalaba al discurso oficial: el anclaje entre “la reacción de los mercados” y la “incertidumbre que implica el riesgo de volver al pasado”.

Esa relación fue mencionada por ambos, pero matizada con expresiones que daban cuenta de que hubo un oído atento a lo que dijeron las urnas. Frigerio sostuvo: “El 47 por ciento nos pasó un mensaje muy claro que tenemos que reconocer y comprender”. Vidal apuntó: “Los que gobernamos no somos infalibles”. Más aún, propuso la necesidad de “escuchar el mensaje de las urnas”.

En la conferencia de prensa que brindó Macri luego de una reunión de Gabinete que algunas fuentes definieron como “caótica”, y en la que muchos se sorprendieron, a pesar de conocer al Presidente, con la furia con que abordó el resultado de las Paso, Macri mostró realmente qué acordó con Dujovne y Sandleris a la mañana, sólo que omitió mencionarlo: señalar como responsable a los ganadores como responsables del descalabro ocurrido en la city por la mañana.

“La alternativa kirchnerista no tiene confianza en el mundo”. “El mundo económico no confía en el kirchnerismo”. “Yo estoy para ayudar como pueda pero no es fácil, ellos tienen que demostrar que van a hacer algo distinto”. Frases que muestran que a pesar de la paliza electoral, el régimen no deja de apoyarse en el marketing y en el coucheo.

Con Peña, Dujovne y Sandleris, Macri decidió dejar que estalle todo para culpar al “kirchnerismo”. Y Néstor Kirchner, se sabe, decía: “Nos llaman así para bajarnos el precio”. Este domingo ganó el peronismo unido, cuyo mayor caudal electoral es el kirchnerismo, pero el 47 por ciento excede por mucho al aporte fundamental del espacio que nació en 2003. Al ningunear ese dato, Macri profundiza el autismo que lo llevó a la derrota estrepitosa que el peronismo le propinó el domingo en casi todo el país.

El peligro no es el peronismo. El peligro es Macri. El viernes, con la complicidad de una consultora, Elypsis, y el dispositivo de medios hegemónicos, difundieron en la city porteña una presunta encuesta que daba como ganador al macrismo.

Tal vez en ese episodio haya que situar el comienzo de una secuencia que se parece mucho al conteo regresivo que lleva al estallido de una bomba. El daño de la onda expansiva lo sufrirán millones de argentinas y argentinos. Y es evitable.

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