Este jueves se presenta el libro de Betty Jouve “Días de escuela”, un bello texto que reúne poemas, relatos y decires de las aulas.

“Los chicos de quinto tenían que escribir ejemplos de adjetivos demostrativos. En la carpeta de Lautaro la respuesta fue clara: ‘Adjetivos demostrativos: te amo, te quiero’”. La anécdota la recoge con particular ternura María Beatriz Jouve en su libro “Días de escuela. Relatos, poemas y decires”, de Editorial Ultimo Recurso, que se presenta esta tarde, jueves 22, a las 19.30, en ATE Rosario (San Lorenzo 1879), y con la participación de Carlos Del Frade. El texto es una bella invitación a encontrarse con las alegrías y sinsabores que acompañan el día a día de las aulas. También a preguntarse por el oficio docente.

 No es la primera vez que Betty Jouve –como mejor la llaman- escribe un libro para mostrar lo que acontece entre recreos, clases, tareas y marchas. Ya publicó “Crónicas desde la escuela”; “¿Se nace o se hace? Crónicas de una maestra” (los dos de Editorial Ciudad Gótica) y “Guardapolvos y campanas” (editado por Palabras Libres), además de participar en otras publicaciones educativas. En todas ofrece su mirada de cómo concibe el trabajo de enseñar y los aprendizajes. Y para eso todo cuenta: desde el recuerdo del primer guardapolvo blanco de maestra, la lucha por justicia por María de los Angeles Paris, el nene que te hace reír hasta las lágrimas porque saluda al Paraná confundiéndolo con el océano y el desvelo por ofrecer otros sueños.

Betty cuenta que a “Días de escuela” la empujaron a escribirlo Nacho, su diente perdido y el Ratón Pérez. Todo ocurrió después que ella le redactara al ratón más famoso una carta –con sello oficial- dejando constancia que al pequeño de seis años se le había caído y perdido su diente en el patio de la escuela. Lo cierto es que la mamá de Nacho compartió la cartita en las redes, la anécdota se viralizó y pronto ocupó las principales portadas de todos los medios nacionales. “Bienvenida la viralización si nos sirve para mostrar que son muchos los docentes que inventan estas y otras estrategias desde las aulas de las escuelas públicas argentinas”, escribe Betty.

La autora es profesora para la enseñanza primaria, licenciada en Ciencias de la Educación (UNR), actualmente es vicedirectora de la Escuela N° 150 Cristóbal Colón de Rosario, y docente en los profesorados de los Institutos Galileo Galilei y Bernardo Houssay.    

En charla con Redacción Rosario, Betty Jouve detalla que “Días de escuela” reúne los relatos y las crónicas que son las formas que encontró de transitar sus días en la enseñanza, que  “tienen que ver con poder visibilizar algunas cuestiones y desnaturalizarlas también”. “También –continúa- están los Poemas como otra forma de decir, los Decires de las chicas y los chicos, que son estas cosas que nos contamos los maestros, esos dichos de los chicos en las clases, en los recreos, que son esa bocanada de aire fresco y nos hace bien escucharlas”. Otra capítulo es el de Saldando deudas destinado en especial a sus alumnas del profesorado y otro llamado Segunda vuelta, donde retoma textos de los primeros libros que elige para que sigan circulando. El libro está ilustrado por Viviana Augsburger y las chicas y chicos de la Escuela N°150 de Rosario.

Es común que se afirme que siempre se habla de la escuela por “las malas noticias” ¿La difusión masiva de la anécdota de Nacho, su diente y el Ratón Pérez sirvió para mostrar otro costado de lo que pasa también en las aulas?

Claro. Las escuelas se sostienen por todas estas cosas que no son noticias y están todo el día reinventándonos. En lo que pasó con el Ratón Pérez hubo mucho por el lado de la dulzura, pero más de la ternura como lo dice (Fernando) Ulloa (“…la ternura será abrigo frente a los rigores de la intemperie, alimentos frente a los del hambre y fundamentalmente buen trato, como escudo protector ante las violencias inevitables del vivir”). Esto de la ternura que acontece en las aulas, es cotidiano, hace a la tarea docente y sin esa ternura no podríamos seguir estando dentro de las escuelas porque si no te lleva puesto todo lo trágico y lo terrible.

Hay mucho del maestro uruguayo José María Firpo en esto de mostrar lo que pasa desde el corazón de la escuela ¿Es otro desafío que se deben maestras y maestros?

Sí, claro. Encontrar otra manera de decir a la escuela. Una de las cosas que me enojan un poco es lo que llamo la Pedagogía de escritorio, o sea esa pedagogía que está por fuera de las aulas. Hay que buscarle a la escuela otro lenguaje que no sea solamente lo técnico-pedagógico, frío y descarnado. La escuela es otra cosa.

No es habitual que maestras y maestros tengan esta práctica de la escritura, de compartir lo que acontece en el día a día.

Es así. Es como que una abandona ese terreno y después lo ocupan otras, desde otro lugar. Siempre destaco el trabajo del maestro (Luis) Iglesias, de las Cossettini, que producían teoría desde adentro del aula. Porque lo que ellas hacen en sus libros es contar experiencias pedagógicas. Esa generación de docentes intelectuales, que hablaban de pedagogía hacia la escuela, se cortó. De alguna manera, tenemos que volver a ubicar al docente como un intelectual crítico, haciéndose cargo y poniéndole palabras a lo que hace. Trato de mostrar lo que es la escuela. Estamos tan cruzados por lo normativo, por lo prescriptivo, que hay un “deber ser” al que una nunca llega. Hay teoría detrás de lo que escribo, pero no son libros pedagógicos prescriptivos, porque esa excesiva prescripción nos pone mal a las docentes. Siempre estás en falta porque no hay manera de cumplirlo. 

En tu libro hablás de lo cotidiano de la enseñanza como de la pelea por el salario ¿Cómo convive el oficio docente con la lucha gremial, que tantas veces se las piensan como cosas disociadas?

No hay manera de disociarlas. Las condiciones de trabajo de los docentes son las condiciones de aprendizaje de los chicos y de las chicas. Peleando por nuestras condiciones de trabajo también peleamos por nuestras condiciones de enseñanza y las condiciones de aprendizajes de los chicos No son dos luchas separadas. Una también enseña al otro que no hay que resignarse, que no hay que naturalizar.

¿Qué es una buena escuela?

Una buena escuela es una escuela que le ofrece a las chicas y a los chicos múltiples posibilidades, que les acerca la palabra, otros mundos, libros, cine, obras de arte, música, como un lugar de producción. La escuela tiene que incluir pero no desde el lugar de la contención sino de la producción. La escuela tiene que ser eso: un lugar donde circule la palabra, donde los pibes puedan vivenciar experiencias democráticas, que puedan tomar el micrófono y hablar sobre cómo se sienten. 

Más notas relacionadas
  • La lucha por la igualdad

    La pelea docente para que se restituyan el Fonid y la paritaria nacional va más allá del s
  • Un festival en defensa de la ciencia

    El evento federal invita a “no quedarse con los brazos cruzados frente a la destrucción de
  • El oficio que perdura

    El film Abandono de cargo rescata la historia del profesor Luis Lacoste, desaparecido por
Más por Marcela Isaías
Más en Cultura

Dejá un comentario

Sugerencia

Más plata para las docentes que no falten a trabajar ni con dengue

Los ministros de Educación y de Economía de Santa Fe anunciaron un premio que definen como