Un turista consigue un extraño elixir en el mercado de Cusco, un contador divorciado emprende un inusual paseo en la Pichincha de Rosario; en una pensión porteña empieza a sonar la fanfarria de los colorados de la guerra civil en el Paraguay; en una ribera del Paraná, navegantes españoles redescubren El corazón de las tinieblas, pero en la espesura del Litoral; y por último, un viaje a bordo de un tren que atraviesa la llanura tropical de Bolivia puede tomar un rumbo inesperado. Estas son, como quien dice a vuelo de pájaro, las cinco historias reunidas en el pequeño libro Relatos sudamericanos del actor, director de teatro y escritor Lautaro Lamas (Rosario, 1980). Cada relato está construido como un mundo en sí mismo, con sus propias leyes de sentido, de forma y contenido. A cada cual le corresponden ciertas marcas de tiempo, escenarios y los distintos registros de voces narrativas. Sin embargo, todos estos mundillos son equidistantes a un mismo punto, un mismo territorio, reformulado bajo la mirada y el pulso del que escribe.  

Estos cuentos Sudamericanos desafían al lector a salirse de las formas habituales de los objetos y las experiencias ordinarias de la realidad. Ya sea mediante elementos propios o externos al texto. Es decir, a partir de los recursos del escritor, Lamas le da a sus historias, sin exageraciones ni excesos, el sesgo de lo fantástico:podrá ser a través de un brebaje, de una ficha de casino o una faca, pero en el papel ocurre una transfiguración sutil de lo cotidiano en algo extraordinario. Tan sutil que cuando nos dimos cuenta ya estamos del otro lado, convertidos en  sapo o volviendo a casa en un taxi con un fajo de billetes encima y algunos prejuicios menos. Como decía Rodolfo Kusch, a propósito de la creación de conocimiento en nuestra América profunda, estos cuentos tienen la “gran mística que confiere sentido al hecho de vivir”, y sobre todo, son testimonio del sentido que confiere la escritura misma al hecho de existir en este y no en otro lugar, con su historia y sus posibles temporalidades.  

Relatos sudamericanos fue publicado a mediados de este año por Proyectos Inclusivos para América Latina y el Caribe (PIALC Ediciones), una editorial que trabaja con textos de autores de Argentina, Brasil y Paraguay, que busca darle unidad a las voces del continente. El mismo sello también editó en 2016 La Covacha, texto de Lamas que luego se convirtió en una obra de teatro en cartel. Como actor, Lautaro ha protagonizado importantes obras como Los camilleros, y La guarida del zorzal, entre otras. Además, fue premiado por su labor actoral en el Festival de Teatro de la Habana, Cuba, y en el Festival Internacional de Paranagua, Brasil. Actualmente, interpreta la obra unipersonal Aire puro en el viento, en distintas salas de Rosario. 

  • Las crecidas

    Después de las lluvias íbamos siempre a ver el río crecido. Nos llamábamos por teléfono o
  • Versos de vida

    La periodista, locutora, conductora, actriz y escritora Celina Hernández fue distinguida a
  • Invitan a un taller de lectura y literatura

    Este sábado, de 15 a 17, se realizará un encuentro que invita a conocer y disfrutar de his
Más notas relacionadas
  • Roy Williams; politicólogo, docente e investigador universitario

    Perón espera en el futuro

    “La era social, breve analítica del concepto justicialista del trabajo” (UNR Editora) es u
  • Bailando hasta el fin de los tiempos

    El último libro de poesía de Pablo Bilsky Peste Negra, se va a presentar el próximo vierne
  • De vergüenza y orgullo

    En 1985 fue publicada por primera y única vez, y en forma póstuma, Los atributos, de Roger
Más por Eugenia Arpesella
  • Electropop resonante

    Lalalas publicó un puñado de canciones bajo el título de Ecos. Una nueva etapa en la banda
  • El sur ardiendo

    Hoy y el próximo sábado a las 20:30 se presentará en el Cine Público El Cairo (Santa Fe 11
  • “Un grupo de locos”

    La banda local Los Subrogados presenta sus canciones y covers en el multiespacio cultural
Más en Cultura

Dejá un comentario

Sugerencia

Las crecidas

Después de las lluvias íbamos siempre a ver el río crecido. Nos llamábamos por teléfono o