“Yo de economía sé poco y nada, pero la realidad, lo que nosotros vemos, es lo que ocurre en el tejido social, y cada vez se nos presentan más personas que vienen en busca de alimento, hay cada vez más gente joven en situación de calle”, dice el presbítero de la Pastoral Social de Rosario, Fabián Belay. Días atrás la Iglesia sumó a las organizaciones populares y los sindicatos su pedido formal al presidente Mauricio Macri para que declare la “Emergencia Alimentaria y Nutricional”, ante lo que definió como un “severo aumento de la indigencia, la pobreza, la desocupación” y “los alimentos de la canasta básica”. Consultado sobre cómo impacta la situación en la ciudad, el cura fue gráfico: “En los barrios, en todos los centros nuestros hoy se están dando almuerzos, meriendas y cenas”.

Belay indicó que la cuestión se profundizó desde “fines del año pasado y a comienzos de este”. “Crece cada vez más la demanda, nos empezamos a encontrar con chicos que no tenían una comida en el día”, remarcó el sacerdote.

—¿Se está logrando responder a esa demanda?
—Depende los barrios y los centros, tenemos en general lista de espera en el tema distribución de alimentos. Con la inflación, la gente tiene un ingreso que no llega a cubrir la demanda que venían teniendo, y a nosotros nos pasa lo mismo. La demanda de alimentos es muy fuerte.

—¿Por qué es tan importante la declaración de la emergencia alimentaria que están reclamando los movimientos sociales, sindicatos e incluso la Pastoral Social?
—Es totalmente necesaria. Es una realidad, primero tenemos que plantear las necesidades básicas. Al desaparecer muchos puestos de trabajo, las changas, que de hace un tiempo a esta parte fueron disminuyendo. El que cobra el plan ya no le alcanza para sostener lo mínimo para una familia de cuatro, cinco o seis miembros, y sostener lo básico que es el alimento. Con la inflación cada vez se les hace más difícil llegar a fin de mes, o terminar la primera quincena.
Estamos ante un momento de tal crisis, que es super necesario sentarnos a dialogar, que se sienten todos los sectores políticos y ver cómo se soluciona este tema. Si bien hay un gobierno de turno que es responsable de todo esto, creo que la solución sólo se da si hay un gran acuerdo de todos los sectores a nivel nacional.
Justamente el fin de semana pasado se organizó el Congreso «Francisco y el Diálogo Social» en Rosario, y un poco la propuesta fue sentar tal vez a aquellos que nunca se habían sentado a dialogar y empezar a ver cómo entre todos aportamos a la solución.

—¿Y qué balance hacen del encuentro?
—Para nosotros fue una muy buena la experiencia. Lo más rico fue la diversidad de voces y la escucha respetuosa que hubo, aún de sectores muy antagónicos entre sí. Rescato la buena disponibilidad, sobre todo de los sindicatos que fueron protagonistas en el armado del congreso. Los datos que se fueron aportando allí lamentablemente nos auguran un futuro bastante crítico. El pronóstico que se dio es muy claro en que de esto se va a salir si hay un gran acuerdo nacional, que la solución no va a depender de uno u otro gobierno sino de la sociedad en su conjunto.
Lamentablemente los problemas muchas veces los generan sectores determinados, pero las soluciones se deben dar entre todos los que componemos la sociedad o no se sale.

—Como persona de fe, que tiene una sensibilidad social, al igual que muchas que abrazan una filosofía de compromiso con el otro como plantea la palabra de Jesús, ¿qué le dice a quienes no comprenden el nivel de urgencias que existen?
—Que la realidad es la mejor evidencia y la mejor renuncia. La realidad es lo que más nos tiene que generar sensibilidad. Mi vivencia de la fe y la esperanza está en apostar todos los días en que yo creo que los cambios son posibles. Pero creo que mesías ya tengo uno y es Jesús, después creo que las soluciones se generan desde lo personal, lo comunitario, desde el compromiso con el otro, superar el individualismo y el consumismo que nos está destruyendo como seres humanos. Nos falta madurez humana, política, espiritual para salir de la defensa de lo sectorial e ir a la construcción de algo colectivo que genere un cambio real en el país. Creo que estamos lejos de alcanzarlo. Pero hay un montón de gente en los territorios que está apostando a ese cambio, que está dispuesta a sentarse, que es afín al diálogo y al compromiso y al trabajo juntos. Lamentablemente los que están más arriba muchas veces eso no lo asumen. Mi esperanza está en ese camino que se va haciendo desde las bases y donde se va construyendo cosas distintas. Desde ahí uno ve muy buena gente con muy buena voluntad y mucho compromiso cotidiano.

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La emergencia es comer

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