La investigación del tiroteo al jefe de la Policía Federal de Santa Fe arroja más dudas que certezas. Valdés deslizó la hipótesis de robo, que su superior descartó. El “atentado mafioso”, con escaso sustento.

La investigación del presunto “atentado mafioso” al jefe de la delegación Santa Fe de la Policía Federal Argentina (PFA), Mariano Ezequiel Valdés, mantiene aún varios agujeros negros acerca de la mecánica de la balacera que hirió al uniformado y sus motivaciones. Mientras la víctima no descarta un intento de robo, su superior, el jefe de la Federal, Néstor Roncaglia, dijo públicamente que era una hipótesis descartable y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se inclinó junto al presidente Mauricio Macri por la teoría del atentado ejecutado por imprecisas mafias vinculadas al narcotráfico. La llegada de Valdés a la capital santafesina se produjo en mayo pasado en el contexto del desplazamiento de la anterior cúpula, procesada por connivencia con un vendedor de drogas. Un conflicto interno en la fuerza o un problema personal del policía también aparecen entre las hipótesis que analizan los pesquisas.

El ataque

El lunes alrededor de las 20.30 Valdés conducía un Ford Focus por la autopista Buenos Aires-Rosario, a la altura del arroyo Pavón, acompañado por una suboficial de la PFA. Según se informó, regresaba de Capital Federal, donde había rendido en un concurso por un ascenso en la fuerza.

De acuerdo a la versión que el policía dio a la fiscal de Villa Constitución que investiga el caso, Eugenia Lasciarandare, detuvo el auto en la banquina para renovar la yerba del mate, cuando una camioneta gris 4×4 de doble cabina paró delante de ellos y tres personas encapuchadas bajaron para comenzar a disparar.

Valdés declaró que él y su acompañante “repelieron” el ataque con sus armas reglamentarias, aunque no pudo precisar cuántas veces disparó. El policía sufrió dos heridas de bala, una en la ingle y la otra en el brazo derecho. Tras el ataque condujo durante unos 5 minutos, según sus recuerdos, hasta una estación de servicios YPF donde fue asistido.

De allí lo trasladaron a un centro de salud de Arroyo Seco y finalmente fue derivado al sanatorio Mapaci de Rosario, donde el miércoles recibió el alta. Su vida nunca estuvo en peligro, precisaron los profesionales que lo atendieron.

Robo al boleo

En su declaración, el jefe de la PFA en Santa Fe deslizó que podría tratarse de un intento de robo al voleo el que sufrió el lunes por la noche en la autopista que lleva el nombre del dictador Aramburu. “Dame todo”, dijo que le pareció escuchar cuando los hombres armados y con pasamontañas descendieron de la camioneta y encararon hacia el Focus. El robo, si esa hubiera sido la intención, no se concretó.

Para el jefe de la PFA, comisario Néstor Roncaglia, esa hipótesis se contradice con elementos objetivos del ataque. “Lo que me dicen los interventores es que acá bajan y directamente disparan”, aclaró el jefe policial.

“Eso es llamativo, porque si es una tentativa de robo no van a disparar directamente”, avanzó Roncaglia en declaraciones radiales. Así, el titular de la Policía Federal se inclinó porque “pueda ser un atentado de las mafias” ya que las fuerzas federales han trabajado en Santa Fe con múltiples procedimientos para desbaratar bandas del crimen organizado.

También dijo que el modo en que los hombres se dispusieron, en forma de “arco”, debe ser interpretado como un intento de ataque a tiros y no de tentativa de robo.

También para la ministra Bullrich el hecho tiene aristas “mafiosas”. Su interpretación lleva agua hacia su molino, el del combate frontal al narcotráfico que tanto ha fracasado allí donde se implementó.

Es “un claro mensaje mafioso que busca paralizar la lucha que se está dando contra el narcotráfico”, sostuvo la ministra de Seguridad.

Atentado mafioso

“La idea de un ataque por parte de una banda narco no tiene mucho asidero”, dijo a el eslabón un vocero que sigue de cerca la investigación. “Según sabemos, Valdés no participaba de ninguna investigación de bandas importante y, de hecho, no hay grupos criminales grandes operando en Santa Fe”, abundó la fuente.

El fiscal federal de Santa Fe, Walter Rodríguez, quien hace dos años advirtió por nota a la ministra Bullrich sobre la connivencia de fuerzas federales y provinciales con las organizaciones dedicadas al comercio ilegal de estupefacientes, abonó esa hipótesis.

En una entrevista con Radio Dos, Rodríguez aclaró que “Valdés no estaba en mi radar” cuando el último domingo, en una entrevista, volvió a señalar el conflicto entre las agencias de seguridad y los delincuentes que deben perseguir.

El fiscal sostuvo que no sólo no investigaba a Valdés por presunta connivencia con el delito sino que tampoco recurrió a él para investigar a bandas narco.

Además, el comisario baleado había rendido un concurso por un ascenso que, según explicaron en la PFA, le permitiría –en caso de obtenerlo– elegir su destino. Es decir: su carrera policial no estaba sujeta a su actuación como jefe de la delegación Santa Fe, que se convirtió en un destino improvisado tras el descabezamiento, en mayo pasado, de la cúpula de la capital provincial. Roncaglia lo designó allí por ser un hombre de su confianza.

Es que el anterior jefe de la delegación. Marcelo Lepwalts, fue detenido el 9 de mayo pasado procesado a fin de ese mes por falsedad ideológica, sustracción de elementos probatorios, encubrimiento y tenencia simple de estupefacientes. Cuando la propia Federal allanó la delegación le encontraron 88 bochas de cocaína sin cadena de custodia, guardadas en un baño.

Otros cinco subordinados suyos también fueron procesados por presunta connivencia y encubrimiento a un narco detenido en Esperanza, a quien supuestamente le devolvieron un teléfono celular a cambio de plata y le pidieron dinero para poder seguir operando en la ilegalidad.

Al titular del Organismo de Investigaciones (OI) del MPA, Marcelo Saín, tampoco le cierra la hipótesis del ataque narco. En su cuenta de Twitter se preguntó: “¿Cómo saben que se trató de un ataque mafioso? Si hay elementos en ese sentido, ¿por qué no lo aportan a la justicia provincial?”.

“El Organismo de Investigaciones del MPA de Santa Fe no fue convocado para intervenir en la investigación del hecho –siguió– pero mi teléfono está abierto para recibir la colaboración del gobierno nacional (PFA, Ministerio, AFI) y avanzar en el esclarecimiento del mismo”. Hasta el cierre de esta nota, el teléfono no le sonó.

Interna policial 

Otra hipótesis que estudian los investigadores, y que hizo pública el ministro de Seguridad provincial, Maximiliano Pullaro, es la de un conflicto interno en la Policía Federal.

La destitución de la anterior cúpula de la PFA en la ciudad de Santa Fe no sólo afectó a los involucrados luego procesados por la Justicia.

Roncaglia decidió entonces separar a los superiores de Lepwalts, los comisarios Gustavo Ghiglione y Fabricio Geist. El primero era había sido jefe del Área III de Rosario y tenía bajo su influencia once delegaciones de la PFA.

Como resultado de los cambios también se vio afectado el director general de la Agencia Regional Córdoba, el comisario Guillermo Guardia, que era el superior de Ghiglione y Geist. Dos de los cinco policías procesados por connivencia con el narco detenido en Esperanza habían sido trasladados desde Córdoba por casos similares.

Por último, una hipótesis que nadie hará pública –al menos que existan elementos para darla a conocer– indaga en un problema “interpersonal” de Valdés, derivado de su vida privada y que no tenga ninguna relación con su función policial.

Fuentes de la investigación marcaron en esta semana que existen ciertas inconsistencias entre las declaraciones del jefe policial atacado y la suboficial que lo acompañaba.

Recién el miércoles –a casi 48 horas del tiroteo– el MPA informó que encontraron yerba y trozos de vidrios polarizados rotos en la banquina de la autopista, que serán peritados para determinar si son del vehículo agredido.

También hay diferencias entre el lugar donde se produjo el ataque y el tiempo que Valdés condujo hasta la estación de servicios donde solicitó ayuda. “Cualquiera que conozca la autopista sabe que, a esa hora, es más conveniente parar en una estación de servicios a cambiar la yerba del mate y no hacerlo en la banquina”, dijo un investigador a este periódico.

Sin secuestro de la camioneta utilizada para la agresión ni identificación de los atacantes, la investigación presentaba –al cierre de esta edición– más preguntas que certezas.

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