Hay un acuerdo entre quienes educan en sostener que para que prevalezcan los valores de solidaridad, de respeto por el otro, de cuidado y de amor al prójimo en los aprendizajes, la escuela tiene también la compleja tarea de remar todo el tiempo contra la corriente. Justamente porque se tratan de aquellos valores que más de una vez la sociedad contradice. Esto es más o menos lo que pasa con las políticas educativas de Cambiemos: mientras la escuela aloja sin diferencias y privilegios, asiste y enseña a la vez, en estos casi cuatro años el Estado macrista ha fomentado la discriminación, el individualismo y la aceptación de la violencia institucional como norma.

La ministra de (in) Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, tiene uno de los mejores promedios en esta materia. “Eso es un tema de las personas. El que quiere estar armado que ande armado y el que no quiere estar armado que no ande armado. Argentina es un país libre”, afirmaba Bullrich a fines del año pasado ante la pregunta de una periodista, a la salida de un restaurante en Río Cuarto. A esos dichos agregaba: “Nosotros preferimos que la gente no esté armada»; aunque renglón seguido justificaba el accionar del policía Luis Chocobar. “Actuó para defender a la gente”, dijo para aprobar con diez el gatillo fácil.

Entonces mientras la escuela impulsa la cultura de paz, la reflexión y la convivencia, las políticas de la ministra de (in) Seguridad se esmeran en fomentar la intolerancia, la desconfianza y la violencia como “correctivo”.
La Gendarmería Nacional tiene un lugar de privilegio en estos lineamientos de Bullrich. Basta recordar la clara responsabilidad de esta fuerza en la persecución y muerte de Santiago Maldonado en agosto de 2017. Para la titular de la cartera nacional, se trata más bien de méritos a destacar.

Para que no queden dudas de ese respaldo político, presentó en julio pasado la creación del Servicio Cívico Voluntario en Valores (Boletín Oficial, Resolución 598/2019), destinado a jóvenes que tengan entre 16 y 20 años, y cuya formación queda en manos de Gendarmería. Lo insólito es que la medida se concreta con la aprobación del Ministerio de Educación de la Nación, a cargo de Alejandro Finocchiaro. El objetivo de este Servicio es transmitir “valores democráticos y republicanos”, para que “chicos y jóvenes puedan tener bien adentrado el sistema de responsabilidad, el valor de la disciplina, de tener que levantarse, saludar a la bandera…”, tal cual destacaba la ministra en una conferencia de prensa.

Las respuestas de repudio a semejante idea no tardaron en replicarse desde distintos espacios de la comunidad educativa. “El mejor lugar para los jóvenes es la escuela”, contestó contundente la Ctera.

“Yo sé que es un ejercicio difícil pero vamos a suponer, por un minuto, que la Gendarmería es en efecto la institución más prestigiosa en este país. Si así fuera ¿qué? ¿Por qué no entregarle el Banco Central o el manejo del transporte o el manejo de la economía que está en graves problemas? ¿Qué tiene que ver prestigio con especialidad? No puede esperarse de una institución que por definición se ocupa de tareas represivas que pueda asumir la formación de nuestros jóvenes en valores ciudadanos. Me cuesta entender que un ministro de Educación que admite públicamente la incapacidad de su cartera para asegurar los derechos educativos de los chicos y las chicas no renuncie en el acto. Los chicos y chicas que hoy tienen 16 años, sin trabajo sin estudio, tenían entre 12 y 13 años cuando este gobierno comenzó. Ustedes ¿no creen que deberían asumir alguna clase de responsabilidad si la única respuesta educativa que pueden dar tres años y medio después es la Gendarmería?”, interpeló la medida oficial la educadora Flavia Terigi.

Pero la ministra Patricia Bullrich desconoce (y no le importa) que el esfuerzo de las aulas esté en construir lazos sociales, basados en la igualdad y en los derechos más esenciales. El 20 de septiembre pasado se publicó en el Boletín Oficial la resolución 392/2019, por medio de la cual la Administración de Bienes del Estado cedió el Complejo Turístico de Chapdmalal al Ministerio de (in) Seguridad de la Nación para la instalación de un Centro de Formación de Gendarmes (hoy la medida está frenada por la interposición de diferentes organismos). En ese complejo pasaban sus vacaciones –hasta la llegada de Macri a la presidencia- chicas y chicos de todo el país, muchos de los cuales por primera vez conocían el mar.

Patricia Bullrich también pisó (y pisa) fuerte en las políticas educativas de Cambiemos. Solo para sembrar en el odio y la violencia. Todo lo contrario a lo que promueve la escuela pública.

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