Esteban Paulón fue el primer y único funcionario dedicado a las políticas públicas de diversidad que existió en la provincia. De 2015 hasta ahora, el activista por los derechos Lgbtiq+ fue la cara del Estado y del gobierno socialista en todo el territorio santafesino, llevando nuevos debates y apostando a la inclusión. A pocos meses de finalizar su gestión, dialogó con El Eslabón y realizó un balance de estos cuatros años en el marco de un gobierno nacional de perfil neoliberal. También manifestó su preocupación a futuro viendo el avance de grupos evangelistas reaccionarios en la Cámara de Diputados de la provincia, que señaló se caracteriza por “una propuesta antiderechos con un componente anti Lgbt”.

—¿Cuál es el balance que hacés de estos cuatro años de gestión?

—El balance en principio es positivo. A nosotros nos tocó poner en marcha y sobre la agenda de la política pública, a la diversidad sexual y a las disidencias, que hasta ahora no habían tenido un lugar. El gobierno de la provincia determinó un lugar destacado para este espacio, que es crear una subsecretaría, un área que dentro de la estructura del Estado que tiene una cierta jerarquía, y eso habilita determinadas cuestiones. Por eso, me parece que la diversidad sexual terminó siendo una de las marcas de este gobierno, uno de los cinco o seis temas que sin duda tuvieron impacto y son reivindicadas como políticas diferenciadoras en cuanto a un proyecto político. Por supuesto que siempre quedan cosas pendientes, porque el Estado tiene sus tiempos y a veces hay temas en los que se puede avanzar y otros en los que no, pero en líneas generales el balance es positivo.

En casi todas las áreas que consideramos prioritarias pudimos estar: en educación, con la Educación Sexual Integral; en salud, con el acceso del colectivo trans; en capacitación y formación para el empleo impulsando las ordenanzas de cupo laboral trans (nueve en toda la provincia). También logramos instalar en muchas ciudades grupos y colectivos de personas Lgbtiq+ para visibilizar y sostener las demandas.

—Hablaste de los tiempos del Estado, pero también están los culturales. Se trata de una Subsecretaría que no existía para un colectivo que nunca había tenido acceso a derechos básicos, tuviste que instalar eso, ¿no?

—Totalmente. Pero hace muchos años que yo trabajo en políticas públicas y siempre la voluntad política de quienes lideran los procesos en el marco democrático es fundamental, y hace la diferencia. Hay experiencias en otras localidades y provincias e incluso a nivel latinoamericano, en donde hay como una idea de que se le da visibilidad al colectivo porque incorporó a alguien al equipo de gestión, sea o no de la diversidad. Pero si a eso no le ponés presupuesto y no lo visibilizás como algo con apoyo político queda en una decisión parecida a esa desagradable idea de “tengo un amigo gay”. Para que eso no sea así, y para que las políticas realmente tengan un impacto es importante esa voluntad política. Mi experiencia en esos cuatro años en la provincia, recorriendo muchísimas localidades y con un trabajo que tuvo mucho que ver con el contacto en territorio, es que esto era una política pública importante para el gobierno. Se nos abrieron muchísimas puertas y espacios de trabajo sobre todo en lo local, en escuelas, centros de salud, municipios, comunas. Lo bueno fue no sólo se abrir una ventanita en el Estado para atender a esta población, sino que efectivamente eso sea percibido como algo que viene a dejar una marca, hacer una transformación.

—¿Cómo fue llevar adelante esta gestión frente a un gobierno nacional caracterizado por el retroceso en los derechos adquiridos?

—En algún sentido nos permitió darle mucha más visibilidad a muchas de las acciones que hicimos, porque nos animamos a meternos con ciertos temas que en determinados sectores políticos y sociales pueden ser vistos como algo complejo. Pienso en el trabajo con las infancias trans, que hoy es un tema muy cuestionado por los grupos fundamentalistas; pienso también en la reparación histórica trans, que es algo más bien simbólico en comparación con el impacto que tiene en el presupuesto, pero que es un tema que en tiempos de ajuste mucha gente puede preguntarse por qué gastar plata en eso. Son temas que están en tela de juicio en muchos lugares y suelen cuestionarse ocultando el verdadero sentido de una base ideológica para ese rechazo y nosotros nos animamos a dar ese debate. Por supuesto nos tomamos un tiempo, convenciendo, persuadiendo para que esto no generara resistencia o reacción negativa, pero quedó demostrado que no hay temas fáciles o difíciles, sino que hay formas de encarar los temas.

En ese sentido, nosotros nos vamos de la gestión habiendo instalado ciertas políticas que creo que va a ser muy complejo que retrocedan, porque el propio colectivo está muy empoderado para reclamar que sigan. Por supuesto que llegamos tarde con algunos temas y faltaron cosas, pero sí me parece que sentamos las bases para que, ojalá por presión y laburo del movimiento, y ojalá por voluntad política, se puedan sostener y ampliar muchas de esas políticas.

—¿Y en el plano provincial, cuáles van a ser los desafíos de la gestión que se viene?

—A la gestión que viene la voy a evaluar cuando ande. A nivel de provincia lo que más me preocupa es el avance y la institucionalización de los discursos de odio en la legislatura. Estamos inaugurando la era de la política evangélica en Argentina, con seis diputados y diputadas provinciales que ingresan en la legislatura. La lista de Amalia Granata llevaba abiertamente una propuesta antiderechos con un componente anti Lgbt que ha sido expresado públicamente. Son sectores con los cuales nos hemos cruzado en la provincia en el ejercicio de nuestra tarea y estaban encabezando la resistencia a que podamos hacer una charla, a la ESI, incluso difamando los contenidos que llevábamos a las escuelas.

Con ciertos sectores de esa lista nos conocemos hace un tiempo, sabemos cómo actúan y en lo personal me preocupa mucho que estén allí sentados y que sean votos necesarios para aprobar un presupuesto o para nombrar un juez o fiscal, tratándose, además, de un gobierno que va a estar en minoría al menos en la Cámara de Diputados. Esos seis votos a mí me preocupan porque pueden ser muy preciados, habrá que ver cómo se va a dar la negociación política, porque claramente estos sectores ponen en mesa de negociación la cuestión de los derechos, no es que les da lo mismo. Y eso pone en riesgo muchas políticas que nos llenan de orgullo, como el protocolo de interrupción del embarazo, la producción pública de misoprostol, etcétera. Ese es el panorama que nos preocupa más que lo que pueda hacer Perotti desde el gobierno ejecutivo.

—De ser activista pasaste a ser funcionario, ¿cómo fue, a nivel personal, ese rol que te tocó? ¿Y cómo va a ser a futuro tu activismo habiendo pasado por el Estado?

—Yo siempre asumí la tarea en la Subsecretaría como un espacio de militancia. Tengo claro que una política que no existe, que viene a irrumpir y va a tensionar con otras políticas, incluso en el mismo espacio ideológico, siempre tiene un componente de militancia, de empuje, hay que caminar mucho. No es que porque estás en el marco de un gobierno progresista de golpe todo es color de rosa. Hay enormes dificultades, hay resistencia, resistencia en los equipos. Pero yo creo que en cuanto el gobernador Miguel Lifschitz me convocó para la Subsecretaría sabía el paquete que se compraba, siendo que yo era el presidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans Lgbt, en ese momento. No es que me llamó porque era afiliado al Partido Socialista y porque tenía que poner un gay. Aparte de ese rol militante, también está la idea de no perder el contacto con el colectivo ni con las demandas del colectivo. Incluso hasta en momentos donde a nivel personal me puede haber generado alguna situación dolorosa, entiendo esas demandas porque de ahí vengo. El 10 de diciembre terminaré mi gestión y volveré a mi trabajo habitual en la Municipalidad de Rosario, a no ser que me llamen para otra cosa. Me imagino volviendo al llano, al activismo, donde obviamente volcaré mi experiencia en beneficio del colectivo y espero que eso aporte.

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