Vanina Cánepa es licenciada en Comunicación Social, productora audiovisual en Señal Santa Fe, colaboradora en el suplemento Educación del diario La Capital y tiene una vasta trayectoria en distintos medios locales. Apenas arrancaba sus estudios universitarios a finales de los años 90, cuando se sumó a El Eslabón en su etapa inicial. En el marco de las notas especiales por las dos décadas de este periódico, hace memoria con nostalgia y cariño, y destaca el eje medular sobre el que se erigió este proyecto: “Tenía que ver con otra manera de pensar al periodismo, desde otras perspectivas, desde otras lógicas; era pensar a la comunicación como un derecho”.

Cánepa sonríe entre recuerdos y cuenta que su primer acercamiento a este proyecto fue a través de la facultad Ciencia Política, en la carrera de Comunicación Social. Allí, en los pasillos de esa casa de estudios ubicada en La Siberia, el periódico circulaba de forma fluida. “Nosotros estábamos en segundo año, yo tenía de profesor a Alfredo Montenegro (columnista histórico), y de ayudante de cátedra Rodrigo Miró (integrante del grupo fundador)”, remarca Cánepa y rememora que “muchos eran del (Santiago) Pampillón (la agrupación de Ciencia Política), pero no todos”.

“No recuerdo puntualmente cuando empecé a colaborar pero sé que fue con la Vachu (Vanina Lanati). Nosotras cursábamos juntas. Para mí aquella época se inscribe en un momento personal de descubrir un mundo nuevo”, resalta.

“Yo relaciono la experiencia de El Eslabón con la de FM Aire Libre (Radio Comunitaria), son así como super parientes. En la radio comenzamos a participar en el marco de un trabajo práctico, y tanto en la radio como en el periódico, había otra manera de pensar al periodismo, desde otras perspectivas, desde otras lógicas, empezamos a pensar a la comunicación como un derecho. Yo ubico a El Eslabón en ese marco”, define la comunicadora que además produce junto a Anabel Barboza el programa radial sobre infancias y juventudes Este es el plan, que se emite los sábados, a las 14, por Radio Universidad y se reproduce los miércoles, a las 16, por FM Aire Libre.

“El Eslabón fue una experiencia que me formó. Había periodistas de otros medios como El Ciudadano, algo que es muy conocido, que no podían firmar con sus nombres, por reparo a represalias en sus medios, y entonces llevaban notas con seudónimos. Y en ese contexto estaban Pablo Bilsky, Andrés Conti y Luciano Couso, entre otros. Me acuerdo que en un momento se hicieron como talleres que dictaban algunos de ellos, eran como una suerte de formación, que incluía desde John Dos Passos hasta (Ryszard) Kapuściński, y nos tiraban consignas”, detalla. “Así que era como una cátedra también, eran compañeros de otros medios que se sumaban a nuestra formación en una dinámica diferente a la universidad, leíamos autores que yo por lo menos no conocía, y salía cebada. «Yo quiero aplicar esto en una nota», pensaba. Estuvo buenísimo”, subraya.

Entre las notas publicadas en aquellos años que más tiene presente en la memoria, evoca los conflictos sociales como el del ex Supermercado Tigre y los trabajadores de La Toma, “que estaban siempre a punto de ser desalojados”. Ese tipo de coberturas –enfatiza–, se hacían con mucho compromiso. “Participabamos de las asambleas como si fuéramos parte del conflicto. Fue una marca interesante, intentábamos conocer todos los puntos de vista que circulaban. Siento que hoy, cuando voy a hacer una nota, tengo la misma dinámica”, revela.

También se acuerda de investigaciones publicadas como “la del caso por las muertes de pacientes en diálisis del Hospital Centenario, entre las tantas que llevaban adelante Florencia Coll y Carlos del Frade”. “Tengo el registro, además, de la época de los clubes de trueque, de las ferias, todo eso que se enmarca en un momento social supercrítico”, acota.

“Cuando llegamos con Vachu estaba Paula Rovea que ahora está viviendo en San Nicolás, para nosotras fue la primera referente de laburo. Después las tres hacíamos bolsas y bolsas de pororó en las fiestas (para recolectar fondos), las regalábamos para que la gente tome más birra (risas). Y recuerdo a otras compañeras como Virginia Giacosa y el trabajo que realizaba (Ana) Pipi Oberlin que hacía un segmento sobre casos de gatillo fácil (Estrategias de la Violencia, junto a la Cátedra de Criminología de la facultad de Derecho), que en esa época fueron terribles acá en la provincia de Santa Fe. Para mí esa sección la llevaban al frente mujeres y era maravillosa, muy necesaria”, recalca.

También valora el esfuerzo de aquellos años, ante las adversidades propias de la escasez de recursos. “La redacción estaba en la parte de adelante de la casa del Javi (García Alfaro), había una oficina grande y otra para cuestiones administrativas. En nuestro espacio teníamos las compus. Recuerdo que hacía mucho, mucho frío, no había calefacción, era una casa grande con techos altos, y me acuerdo que un día llevé un calentador que era a kerosene, no calentó y generó un olor a kerosene inmundo (risas). Tengo ese registro. Todo muy a pulmón”, describe.

Foto: Ernesto Ávila

“Los tiempos han cambiado”, admite la comunicadora que trabajó hasta 2005 en este medio. “Las redacciones siempre fueron machistas y la de El Eslabón no fue la excepción”, apunta. A la vez, aprecia la evolución que se da en la sociedad y que evalúa, también se ve reflejada en este medio: “Hay secciones como Femimasa que tienen una impronta diferente y me parece que debe haber un nivel de debate interno interesante, y celebro que pase eso”. “Es muy bueno que como sociedad estamos pudiendo replantear ciertas cosas”, remarca .

Con respecto a los 20 años de aquel primer número de El Eslabón, considera que “la escencia se mantiene en la perseverancia, en trazar un camino periodístico apostando a la autogestión, en la autonomía, en la rigurosidad periodística y el compromiso”. También ve como “un logro” que se mantenga el formato de papel, aunque aclara: “No soy muy fundamentalista de los formatos”. “Si es una historia que está buena, la vas a hacer circular por dónde sea, papel, en radio, en podcast, en internet, pero a la vez está muy bien que se mantenga en papel”, considera, y concluye: “Yo creo que en El Eslabón hay una apuesta, hay una mística, y es súper valioso”.

Por la Redacción (entrevista Juan Pablo de la Vega)

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