Entre 2003 y 2015 se compraron y distribuyeron 96 millones de libros: manuales, pedagógicos y sobre todo literarios, en las escuelas argentinas. Fue en el marco del Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación de la Nación, que permitió que por primera vez miles de niñas, niños y jóvenes accedieran a los mejores relatos; porque un dato a valorar es que los libros eran seleccionados por reconocidas escritoras y escritores.

El plan no era uno solo ni uniforme, sino muchos contenidos en la misma vocación de hacer del acceso a la lectura un bien social, un derecho. Así, por ejemplo, una de las campañas se llamó “Leer te ayuda a crecer”, fue realizada en forma conjunta con la Sociedad Argentina de Pediatría, y a través de la misma se repartieron un millón de cuentos y poemas infantiles por todo el país. Entre otros títulos estaban Bellos cabellos, de Adela Basch; Los zapaticos de rosa, de José Martí y Mamá ¿por qué nadie es como nosotros?, de Luis María Pescetti.

Las colecciones diseñadas para las distintas edades no descuidaban el compromiso con nuestra historia. Aquel plan contempló, por ejemplo, la colección “Leer, conocer, crecer”, preparadas para reflexionar sobre Malvinas. Contó con Nadar de pie, de Sandra Comino y La marca del ganado de Pablo De Santis, entre otros. O bien los libros de “Leer por leer” preparados por la Fundación Mempo Giardinelli para estudiantes de la escuela secundaria, que incluyeron poemas como El gigante de ojos azules, de Nazim Hikmet o Los heraldos negros, de César Vallejos.

Una de las campañas que más se recuerda es “Cuando leés, ganás siempre”, a través de la cual se distribuyeron 500 mil cuentos en las canchas de fútbol. Entre otros escritores circularon entre las hinchadas los cuentos de Osvaldo Soriano, Alejandro Dolina, Eduardo Sacheri, Eduardo Galeano, Inés Fernández Moreno y nuestro querido Roberto Fontanarrosa. Y que además estaban ilustrados con trabajos de Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino, Felipe Noé y Leónidas Gambartes.

La nómina de títulos es tan inmensa como rica. Esto hay que saberlo para entender que con la llegada de Cambiemos al gobierno en diciembre de 2015, no sólo se dejaron de entregar libros sino de acercar la literatura, las historias, las ficciones, los poemas a miles de pibas y pibes en la Argentina. Un verdadero despropósito.
Así, con el neoliberalismo en el poder, el Plan Nacional de Lectura fue degradado y limitado a una paupérrima entrega de manuales para los “caídos en la escuela pública”. La literatura y las acciones que motorizaba el Plan Nacional de Lectura –como encuentros con escritoras escritores, formación docente- fueron anuladas. “En la actualidad, y como política del gobierno que asumió en diciembre de 2015, apenas sobrevive activa una ínfima parte, pues casi todo ha sido discontinuado explícitamente o mediante vaciamientos. La novedad, desde el triunfo del macrismo, consiste en el intento de maquillar esa ausencia con estrategias propias de la comunicación y el marketing político”, expresa Natalia Porta López en el artículo Políticas de lectura en la Argentina (Voces en el Fénix, 2017) donde ofrece un pormenorizado detalle las políticas discontinuadas o vaciadas por Cambiemos, en materia de lectura.

En el medio, se escucharon y leyeron declaraciones de funcionarios de Educación que desnudaban sin pudor el triste rumbo que le otorgaban al plan, y lo que es peor cómo entendían la lectura. En agosto de 2006, quien era secretario de Gestión Educativa de la Nación, Max Gualmanelli, anunciaba que ese año no se comprarían libros de literatura infantil y juvenil para las escuelas, ni textos para la secundaria porque “se habían repartido muchos libros, pero leído poco ese material”.

En 2018, en el sitio oficial argentina.gob.ar –la noticia fue replicada tal cual en todos los medios hegemónicos– se anunciaba la compra de parte del Ministerio de Educación de la Nación de más de 4 millones de manuales “para todas las escuelas primarias y secundarias de gestión estatal”. Solo manuales. Y a no entusiasmarse porque el presupuesto destinado a la compra de libros de textos para este año es 5 veces menos que el anterior. El dato lo aporta el propio diario Clarín en una nota el 25 de octubre de 2018 (nadie puede discutir a esta altura la afinidad del medio con las políticas de Cambiemos). En esa misma nota se recoge la opinión de una cámara que agrupa a las editoriales, que afirma que en 2019 “este recorte presupuestario sumado al incremento de costos -por la devaluación- significaría que más del 80% de los alumnos de escuelas públicas dejarán de recibir sus libros de estudio”.

Otra vez. Lo que hizo el gobierno de Mauricio Macri en estos casi cuatro años no fue solo privar de libros a las aulas argentinas –que no es poco cosa– sino robarles a las chicas y a los chicos la posibilidad de conocer otros mundos, reales e imaginarios. De algo tan esencial como un derecho humano y universal.

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