José Mármol es sobreviviente de la resistencia. Estuvo a punto de perder la vida al ser baleado en 27 de febrero y Lagos por los golpistas en 1955. Destaca la dignidad obrera que significó la aparición de Perón pero sostiene, “el germen del 17 había empezado unos años antes”.

Mármol tenía 19 años cuando, a pocos días del golpe de Estado del 55, participaba en una manifestación en apoyo a Juan Perón, en la esquina de Ovidio Lagos y 27 de febrero. Hubo una feroz represión, recibió un balazo que lo tuvo tres meses internado y sobrevivió, aunque lo habían dado por muerto. Hoy, a los 84 años y luego de una vida de trabajo y militancia, recibe homenajes como emblema de la resistencia peronista. En diálogo con el eslabón evoca el 17 de octubre como una fecha que marcó un antes y un después en la dignidad del pueblo argentino.

La historia de José Mármol es la de un niño inquieto y callejero, con la particularidad de que a los tres años quedó ciego por una extraña enfermedad, pero a los seis, de forma milagrosa, recuperó la visión. “Mi madre salió gritando porque no lo podía creer”, cuenta. Vivía en la zona que hoy se conoce como La Siberia, un enclave portuario y de mucho movimiento por aquellos años de reactivación económica. Uno de sus rebusques de pibe era cantar tangos por unas monedas en las fondas del lugar y en las reuniones de los obreros en la sede cercana de La Fraternidad. Además, dice que “era planillero de un banquero” y vendía sanguches en la estación del tren. “Con 7, 8 años, me metía en las asambleas de La Fraternidad así que estaba empapado de todo lo que ocurría, y como mi madre no sabía leer, le leía los diarios y estaba al tanto de todo lo que pasaba, me hice peronista de la cuna”, explica. Con sólo 9 años, recuerda que ese 17 de octubre de 1945 estuvo a punto de viajar a la plaza de Mayo con los obreros ferroviarios para pedir por Perón, pero su padre lo pescó justo y no lo dejó. “Después, no falté a ningún acto del peronismo en la plaza de Mayo”, afirma, y relata que en ese día emblemático, desde Rosario viajaron miles de obreros a Buenos Aires y que muchos de los que aparecen en la famosa foto con las patas en la fuente eran rosarinos.

Con el tiempo, el Golpe del 55 lo encontraría en 27 de Febrero y Lagos, colgando estandartes de Perón y Evita en el momento que comenzaba una feroz represión. Cayó herido de un balazo, recibió un culatazo en el piso y lo cargaron “como a una bolsa de papas”. Sus familiares lo dieron por muerto pero después de casi tres meses internado –le extirparon un riñón–, recibió el alta. “Esos días hubo cientos de heridos y muertos. Me acuerdo que me llevaron a la asistencia pública, la guardia del Centenario estaba completa de gente apaleada y baleada, y ahí me enteré que hubo francotiradores que disparaban a la multitud que salía en apoyo a Perón”, rememora. “Pero no me arrepiento. Una y mil veces más levantaría las banderas del peronismo. Lo seguí haciendo toda la vida y aún hoy con 84 años sigo convencido de que es lo mejor que le pasó al pueblo argentino”, sintetiza.

—Para vos, que casi perdés la vida por Perón, ¿qué significa el 17 de octubre?

—A mí siempre me quedó como que el 17 de octubre (de 1945) explotó en ese momento, boom, como si fuera una bomba y nació ahí (el peronismo). Pero fui recabando y recabando, y digo para mí, no. Porque para hacer una casa vos tenés que hacer los cimientos, sino corrés el riesgo de que se te caiga. Y hay que hablar de la década infame, que arranca cuando lo destituyen a Hipólito Yrigoyen, (el general José Félix) Uriburu el 8 de setiembre de 1930. Y las primeros fusilados como (el albañil anarquista) Joaquín Penina que era de acá (fusilado y desaparecido en Rosario 1930) y luego (Severino) Di Giovanni (anarquista fusilado en Buenos Aires en 1931) y los otros. Uriburu aplica por primera vez la picana eléctrica y la pena de muerte. Represión y represión. Pero esto dura hasta 1943, hasta Ramón Castillo, que, supuestamente, lo destituye Pedro Pablo Ramírez, y a la semana lo suplanta Edelmiro J. Farrell, que asume como presidente provisional de facto y lo nombra a Perón, que era capitán en 1930 y ya era coronel en 1943. Farrell lo nombra primero secretario de Trabajo y Previsión. Después ministro de Guerra y vicepresidente. La Secretaría de Trabajo era una oficina que era solo un rótulo en donde pululaban la mugre y los ratones. Y le dice: Coronel, trate de normalizar la situación de los trabajadores.

—¿Y cuál era la situación?

—Los trabajadores no tenían ninguna clase de derecho, no había tribunal laboral no había ministerio, no había nada. Los que trabajaban en el Estado trabajaban doce horas y te lo digo con conocimiento de causa porque mis padres eran ferroviarios y trabajaban doce horas. No había régimen laboral de ninguna índole, no había licencias, ni por enfermedad ni por embarazo, no había aguinaldo. La mayoría eran trabajos eventuales y el patrón, si quería, te pagaba, y si no quería no te pagaba, o te pagaba con un bono. Hasta el 43 fue así. Y la economía era terrible, quizá como es la de ahora con las diferencias de códigos y de tiempo. Tal es así, y lo tengo tan grabado a eso en la memoria, que mi padre me daba diez centavos y tenía que ir a comprar aceite suelto, me daban un vasito y tenía que ir a comprar dulce de leche suelto, y todo así. Cuando nombran a Perón, ¿qué hizo? Inaugura como ministerio el 27 de noviembre de 1943, convoca a todos las ramas laborales porque no había CGT, eran todos anarquistas, fascistas, comunistas, estaban todos dispersos, y convoca a las distintas ramas laborales y ahí realmente se hace un pacto obrero con Perón. Lo primero que hace, a través de su experiencia de criarse en la estancia de su madre Doña Rosa y ver como trabajaban los peones rurales, es sacar el decreto 28.169, del peón rural, que fue un motor impulsor de reivindicaciones de las otras ramas laborales. Desde el período del 27 de octubre del 43 al 17 de octubre del 45, se normalizan 700 convenios colectivos de trabajo. Había una ley de jubilación, la 3.349, que había sido promulgada el 20 septiembre de 1904 pero que nunca fue aplicada; él saca un decreto, el 31.655, que benefició a 2 millones de trabajadores, y saca los decretos anexos para regularización de las licencias anuales y por enfermedad, el de las 8 horas diarias al empleado público, o sea, normaliza los derechos y crea el fuero laboral. La oligarquía, la multinacionales y las botas saltaron y lo llamaron a Farrell y le dijeron «esto hay que pararlo», le sacaron el fuero de ministro y le pidieron la renuncia. Esto fue entre el 9 y el 11 de octubre. Pero sus colaboradores se lo informan a todas las ramas y todo se fue conjugando, el traslado por problemas de salud, tenía problemas en los pulmones, desde Martín García donde lo habían llevado detenido y la organización de la movilización se fue dando y así se hizo historia.

—Y eso explica para vos el 17 de octubre…

—Y no nos olvidemos del rol que tuvo Evita en armar esa movida. Ellos se conocieron en 1944 por el festival de ayuda a los afectados del terremoto de San Juan y para esa época ya vivían juntos en Recoleta. En esos días con la actriz italiana Pierina Dealessi, con la que eran muy amigas, fueron a golpear una por una las puertas de los sindicatos y de todos lados. Evita fue la rama femenina que necesitaba Perón, con sus fundaciones, sus más de 160 camas para la madres solteras, su impulso para que saliera el voto femenino, ella apuró a las cámaras legislativas para que se concretara y se aprobara en el 51. Por eso, esos diez años fueron de dignidad para el pueblo argentino. Fue la felicidad grandota del pueblo. Después no hubo nada igual, salvo Kirchner.

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